Inmediatamente antes de conocer que el Tribunal de Cuentas será, por fin, renovado, aparece para decir que no le sirven los avales presentados por el Instituto Catalán de Finanzas. Un órgano administrativo -no judicial-, dispuesto a pasar por encima de una ley aprobada en un parlamento. 

Esta actitud más bien pareciera que pretende aprovechar el tiempo que les queda para tomar decisiones, sin prestar atención a las consecuencias.