Cerramos el curso y no deja de ser sorprendente la capacidad del gobierno de Sánchez para repetir aquello del mal estudiante: he aprobado y me han suspendido.
Hoy, más que nunca, la política necesita menos discursos grandilocuentes y más responsabilidad real. El país avanza, sí, pero la sensación es que vamos siempre al borde. ¿Serán capaces de salvar el equilibrio o acabaremos cayendo todos?