Milena Busquets llega puntual al Ateneu Barcelonès, me saluda y, con su encanto de oveja negra, va directa al patio a ver el ou com balla. "¿Ohhh, eso no lo hacían en la catedral?", me pregunta, mientras se mira el espectáculo con una mezcla de curiosidad y de nostalgia pasajera.

La he citado en el Ateneu porque sabía que le gustaría, lo que no me esperaba es que no hubiera estado nunca. 

- ¿Qué patio más bonito, siempre está tan lleno de gente? –me pregunta mientras nos instalamos en el bar.

- No, hoy es jornada de puertas abiertas.

- ¿Y vienes mucho? No lo conocía. Parece un lugar fantástico.

Le explico que me hice socio yendo detrás de una chica: "La chica ya hace tiempo que no está pero, en cambio, todavía pago la cuota." Los ojos se le iluminan y sonrío porque leyéndola es fácil saber que, en el fondo, escuchar estas historias le interesa más que hablar del libro. Me doy cuenta de que va sin maquillar. Lleva unos tejanos bajos y gastados y una blusa floreada de colores primaverales, escondida bajo una rebeca. 

Me dice que ha dormido tres horas y que no quiere fotografías. Busquets todavía está en aquella edad en la cual la cara de sueño nos hace parecer más jóvenes, pero la veo mareada por la promoción del libro y me conformo a tirar de agencias. Su segunda novela, También esto pasará, ha tenido mucho éxito –un éxito brillante, al lado de las 700 copias que vendió Hoy he conocido en alguien, publicada hace ocho años. El mismo día que quedamos, The New York Times publica la reseña de la primera traducción inglesa.

- Estoy contenta porque me deja bien, pero dicen que es un libro light. ¿Tú crees que es un libro light? –me pregunta con un candor que me deja desarmado, mientras me enseña el texto en el móvil.

- Hombre, es un libro ligero. Aunque hablas de temas serios, tocas mucho de pies en el suelo. 

Le explico que para mi la gracia del libro es la naturalidad con que está escrito. En este país se escribe de cara la galería, los autores tienen una prosa excelsa y hacen mucha filosofía sobre los textos que publican pero al final todo el mundo evita ser juzgado por aquello que es y conoce mejor por experiencia. Busquets me dice que quizás ella tiene la ventaja que no necesita encajar en el sistema de pedantería dominante para entrar en los círculos literarios porque, por familia, ya nació dentro.

- ¿Entonces por qué te importa qué diga de ti The New York Times?

Como la pregunta es un poco audaz, trato de explicarme: 

- Antes me decías que te hacía sentir incómoda que te trataran de escritora. Incluso me has dicho que no te has leído la traducción catalana de la novela, ni la francesa, ni la inglesa, y que no quieres saber nada del guion de la película del libro. 

- Ya lo sé que no me tendría que importar. Me fastidia porque unos empiezan diciendo que el libro es light y después otros acaban tratándome de pija, idiota y frivola. Me han dicho cosas horripilantes desde que salió el libro. Yo tenía una vida tranquila y de repente todo el mundo se atreve a opinar sobre mí sólo porque he publicado una novela que ha funcionado. Seguramente no tengo mucho derecho a quejarme. Pero créeme que impresiona. 

Busquets nació en 1972 en una familia intelectual de la parte alta de Barcelona. Su madre, la editora Esther Tusquets, se convirtió en una autoridad del mundo de la cultura cuando España salía del franquismo y todavía estaba todo por hacer. Busquets estudió en el Liceo Francés y, de pequeña, vio pasar por casa la flor y nata de la vida literaria del país. Aunque quizás para llevar la contraria tiene una sensibilidad más física e intuitiva que intelectual, ha vivido rodeada de libros. 

En un viaje en interraíl por la Gran Bretaña devoró un volumen de la Recherche de Proust que había cogido prestado de su madre. “Mis amigas entraban en los museos y yo me quedaba fuera con el libro. Lo viví tanto que dejé el volumen hecho una mierda. Era una de estas ediciones de la Pleiade tan bonitas, y cuándo volví a casa mi madre me dijo: Esto se una guarrada. Té lo quedas. Y todavía lo conservo."

 

A través de una ficción sencilla pero eficaz, También esto pasará habla de la relación de amor, un poco torturada, que Busquets tenía con su madre, a partir del vacío que le dejó su muerte en 2012. El libro es una historia sobre la pérdida pero también es una historia sobre la desorientación de una generación que ha quedado atrapada entre los dogmas ideológicos e intelectuales de sus padres y el relativismo descarnado del mundo de hoy.

Leyendo el libro se nota que Busquets –o la protagonista que hace su papel- fue educada para un mundo que no existía y que no parezca que vaya a existir nunca. La incomodidad con el propio país y con la propia clase social forman parte del vacío y del dolor que resuena en el libro. Aunque no se mencione directamente y que la protagonista no parezca ser consciente, diría que este detalle queda tan bien reflejado que incluso ayuda explicar el éxito internacional del libro.

El hecho de que Busquets no conozca el Ateneo daría para una disquisición sobre la profundidad de la fractura que el franquismo infringió a la cultura urbana del país y la ciudad, pero también sirve para explicar esta dimensión más general del libro. Al fin y al cabo si Europa y los Estados Unidos han convergido en alguna cosa con Cataluña es con la degradación de sus élites.

- ¿Quieres decir? –me dice Busquets.

- Sí. Creo que la protagonista de tu libro también es una mujer que no tiene dónde agarrarse. Se agarra a los amantes porque no tiene la madre, pero antes se agarraba a la madre porque los ideales a través de los cuales le había enseñado a amar el mundo a duras penas existían más allá de ella.

Busquets me explica una anécdota que me da un poco la razón: 

- Cuando tuve edad para empezar a salir, lo hice con amigos de mi mundo y mi madre me dijo: “Te interesarán una semana”. Y que fue exactamente así. Por suerte la gente ya no tiene que vivir encerrada en los círculos donde nació. La prueba es que mi mejor amiga es una camarera argentina. Pero es verdad que en este país todavía está muy vivo el mito de que la burguesía es una clase culta y leída. Y hace cien años quizás era así. Pero ahora son gente que no saben absolutamente nada ni, en general, tampoco les interesa nada. Y en Madrid todavía es peor.

- ¿Siempre hablaba con juicios contundentes y sentencias cortas, verdad, tu madre? 

- Sí, siempre decía que si una cosa la puedes decir con tres palabras no la digas con cinco. Era la máxima sofisticación y la máxima salvajada. Era una mujer muy dura. Pero protegió muy bien mi libertad y me enseñó a asumirla. 

Busquets dice que, viendo como vive a alguna gente de nuestra generación -como se conforman, las mentiras que se explican y que explican- cada vez está más segura que su madre la educó muy bien. “Me enseñó que no hay que someterse nunca, si no es en la cama, ni montarse la vida para complacer los otros.” 

Las relaciones entre madre e hija son muy viscerales y, cuando son intensas, dan para hacer mucha literatura. Con Wild, Cheril Srayed vendió un montón de libros explicando el año que pasó después de que su madre muriera de cáncer. Busquets es más suave, porque viene de un mundo más glamuroso y que, por lo tanto, da más rabia a la gente.

A mí me parece una figura burbujeante salida de una novela de Nancy Mitford, que es una escritora que también creció en un mundo elitista y decadente y también convirtió su obra en una búsqueda del amor y las relaciones familiares. 

“Quizás encontrarás que soy una mujer antigua pero yo creo en el amor –me dice. A mí si un hombre no me puede salvar no me interesa. Yo me salvo sola, por descontado. Pero es imposible que me enamore de un hombre que no me pueda sacar en brazos de un edificio en llamas.”

- Ponme un ejemplo de hombre ideal -le pregunto mientras pienso, con cariño: "Claro, y de vez en cuando debes ser de aquellas que quemas el edificio para estar segura de que te ama o para divertirte.

- ¿Te sirve Miguel Delibes? Era muy atractivo. Venía a casa porque era amigo de mi madre y representa bien la imagen que tengo de un hombre de verdad, como podían ser mi abuelo o mi padre.

- Además estuvo toda la vida con su señora.

- Y dejó de escribir a tiempo. Era un hombre íntegro, sólido, fiable. Un hombre de verdad. Quizás me servirá de modelo para la próxima novela.