Guillem Fuster, el portavoz de Poble Lliure, nació en Barcelona pero se educó en Sabadell en una familia marcada por los desastres de la guerra. El abuelo paterno fue un pedagogo con mucha influencia en la difícil vida catalana de la dictadura. Colaborador de la revista Forja, en la cual también escribía Jordi Pujol, fue maestro de la Escuela Virtèlia, creó Cavall Fort y participó en la fundación de la Escuela Tagore de Bellaterra y del diario Avui. En 1969 se convirtió en el primer decano del colegio de doctores y licenciados de Filosofía y Letras escogido democráticamente.

Por parte de madre, Fuster viene de una familia de Sabadell que sufrió aquello que podríamos calificar de exilio interior. "Mi bisabuela -me explica- se quedó viuda muy joven y durante la República se casó con un guardia de asalto mientras trataba de educar a cuatro hijas y hacía funcionar una tienda de ropa en el centro de Sabadell." Después de la guerra este guardia de asalto murió en Argelers y la bisabuela se quedó sola. Como el ambiente se volvió hostil, cerró la tienda y se marchó a Barcelona pensando aquello tan típico de la época: "allí nadie nos conocerá."

Con el restablecimiento de la democracia y el nacimiento de Fuster, el círculo se cerró. La familia regresó a Sabadell a vivir. Se instaló en la misma calle donde había vivido esta bisabuela con las cuatro hijas, la calle Covadonga, que es la más larga de la ciudad y hace honor a un episodio mítico de la historia del nacionalismo castellano y de la reconquista. Como el padre de Fuster era del PSUC, en vez de enviarlo a la escuela del abuelo, que era un colegio privado, netamente catalanista, lo envió a una escuela pública. Fuster se educó con críos de procedencia muy diversa, algunos de los cuales le llamaban catalufo.

Si algunos de sus compañeros iban con chándales del ejército español, Fuster pronto empezó a lucir logotipos independentistas en la carpeta. A los 13 o 14 años ya era independentista, pero no por ninguna reacción furiosa contra nada, sino por una especie de identificación natural y tierna con los grafittis y las consignas que veía en las paredes de las calles de Sabadell. "Recuerdo que miraba con curiosidad aquella estelada de Terra Lliure que hacía dos eles con las barras centrales de la señera." En las pintadas de los Maulets, del MDT o en los carteles que corrían a favor de los independentistas juzgados por la Audiencia Nacional, Fuster veía una verdad y una épica profunda, que lo atraía más que las consignas de CiU o de los partidos españoles.

El Esplai también influyó en su pensamiento político. "En el Esplai aprendí a amar el país a través de las excursiones a la montaña y de las actividades que montábamos a favor del respeto, la tolerancia y la convivencia". Fuster igual hablaba de política con los monitores como salía de farra con ellos, o iba a los conciertos de Els Pets y Los Brams. ¿"Era una burbuja, mi mundo? -me pregunta, como si se disculpara. Todo el mundo vive en su burbuja" -añade.

- En todo caso era una burbuja muy grande -le respondo- y con unas raíces muy hondas en la historia del país, aunque no aparezca en las historias sociales que se promocionan.

Yo mismo tuve una adolescencia parecida, a pesar de no haber ido nunca a la escuela pública ni a ningún centro de recreo. Fuster creció, como yo y como muchos de mis amigos, en una Catalunya que era independentista de sentimiento pero muy pujolista de convicción. Como a todos los catalanes, desde pequeño lo educaron para aceptar con alegría un grado de indecencia en la vida pública que nadie aceptaría nunca en su vida privada. Con el chantaje del miedo provocado por el franquismo y la represión anterior, el autonomismo no tuvo que esforzarse mucho para enseñar a la gente a juzgar a los políticos a través de baremos bajos, escépticos y condescendientes. 

La universidad lo decepcionó, quizás porque estudió Historia, que es una disciplina que, leyendo autores extranjeros, uno aprende que es dificil ejercer con solvencia en un pais colonizado como Catauña. En vez de ir a clase, pasaba las horas en el despacho de Carles Castellanos, uno de los fundadores del PSAN y del MDT. "Es mi referente intelectual. Se comió toda la dictadura y empezó a militar en el nacionalismo cuando el país estaba más jodido". La relación con Castellanos le enseñó que "no hay que ser un héroe -ni un villano- para comprometerte con una causa hasta el punto de ser encarcelado o torturado por la policía".

Sin desmerecer su trabajo, Castellanos forma parte de esta Catalunya que, por reacción al cinismo de las clases dirigentes, ha intentado liberar el país atravesando la pared en vez de saliendo por la puerta. Con Castellanos, Fuster discutía durante horas "sobre como iria el proceso de independencia mucho antes de que nadie se lo planteara." Lo conoció a través de un amigo de la CUP cuando escribía en la revista Ordint la trama. Fundada en el 2001, la revista llegó a tener medio millar de suscriptores y jugó un papel destacable en la vida cultural de Sabadell. Escribieron, entre otros, el futbolista del Barça Oleguer y el escritor Roc Casagran, y lideró la primera reivindicación de algunas figuras malogradas por la guerra como Armand Obiols o Francesc Trabal.

Durante el Tripartito, Fuster publicó artículos en El Punt escritos conjuntamente con Victor Alexandre, David Bassa o el mismo Castellanos. Firmaban como colectivo Mata de Jonc, recordando una metáfora de la crónica de Ramon Muntaner que elogia la fuerza de la unión. En el 2007, Fuster fue a las listas de Entesa per Sabadell, el grupo de oposición municipal al PSC del alcalde Bustos. Hace un año participó en la creación de Poble Lliure, una confluencia de Maulets y de MDT que empezó a sonar muy fuerte después de las elecciones del 27S. Como corriente de la CUP, Poble Lliure apostó por investir a Artur Mas y eso hizo que la prensa les diera publicidad para presionar al partido. 

Ahora han vuelto a perder otra batalla. Aunque Poble Lliure apostaba por admitir a trámite los presupuestos del gobierno de Junts pel Sí, la CUP ha acabado manteniendo la enmienda a totalidad. El disgusto que la decisión ha provocado a una parte del processisme ha sido tan grande que Poble Lliure se plantea cambiar algunas actitudes que los podrían asociar en exceso con CDC. Quizás porque sus dirigentes más veteranos jugaron muy fuerte, ahora, por complejo, quieren ser considerados un activo que siempre sume. "Tenemos que cambiar esta imagen de que somos los monaguillos de Convergencia", me dice Fuster. Este país -se lamenta- no está acostumbrado a debatir, en buena parte porque no quiere reconocer que después de 1975 cambió poca cosa".

Fuster no comparte mi entusiasmo por Anna Gabriel, quizás por influencia de Castellanos, que debe vivir con cierta incomodidad y envidia la determinación de la cupaire. Para un hombre que ha jugado tan fuerte tiene que ser difícil aceptar que una mujer joven actue con más determinación que él. La estrategia de Gabriel es desafiar a CDC para ayudar a refundarla, y el rechazo social que crea tiene que hacer temblar un colectivo que vivió marginado durante muchos años. En todo caso, Fuster cree que Poble Lliure debe hacer autocrítica. "No somos los buenos de la película -me dice-, sencillamente ahora mucha gente se da cuenta de que la CUP no es monolítica, y las contradicciones que se aceptan para otros partidos no se aceptan para nosotros".

Fuster dice que hace falta reconocer  los pasos que ha dado Convergencia, pero también piensa que los políticos que han liderado el país hasta ahora arrastran el "miedo de los catalanes colonizados." "El problema que tenemos -me dice- es que no hemos podido acordar una estrategia independentista conjunta que nos permita a ir a todas". Fuster me asegura que, "con la gente que se ha movilizado, a nadie le tiene que dar miedo que Cataluña no pueda gestionar el enfrentamiento con el estado español." Tampoco cree que ahora mismo haya que ampliar la base social del independentismo. "Esta mayoría ya se ensanchará en el momento que la gente quede confrontada a la situación cruda y tenga que posicionarse." Según Fuster, el millón y medio de personas que se han movilizado en los últimos años "van a todas y los escenarios de confrontación que vengan con el estado los asumirán como tales."