Pagès Editors publica L’individu transparent. Dels raigs X al big data, de Xavier Duran, el Premio de Ensayo Josep Vallverdú 2015. Un libro que nos plantea tres de los grandes problemas científicos del mundo moderno: el conocimiento del interior de nuestro cuerpo, el conocimiento del funcionamiento del cerebro y el conocimiento sobre el individuo que circula por las redes sociales.

La transparencia

El individuo transparente hace referencia al conocimiento del individuo que se ha alcanzado en el último siglo y que nos ha permitido acceder a aspectos del ser humano que durante milenios no habían estado a nuestro alcance. Parece que en los últimos tiempos los conocimientos sobre estas áreas se multiplican continuamente. Es difícil incluso estar al día de los avances tecnológicos y de sus explicaciones. La mayoría de los ciudadanos no son conscientes de las implicaciones y los peligros que representan estas teorías, y este libro trata de explicarlos.

El cuerpo transparente

Según Duran, en el siglo XIX el invento del estetoscopio, supuso un avance sustancial en el conocimiento del individuo y también en la medicina. Los rayos X, el TAC y la resonancia magnética han permitido curar enfermedades que hace tiempo eran mortales. Ahora la genética nos permite aproximarnos a los motivos de algunas enfermedades e incluso intervenir sobre éstos, incluso antes de que estas dolencias se desarrollen. Pero eso ha generado políticas potencialmente agresivas para los individuos: desde aseguradoras que se niegan a asegurar a alguna gente porque tiene probabilidades de ciertas enfermedades, a políticas destinadas a evitar nacimientos de personas consideradas "no idóneas".

El cerebro opaco

El hombre siempre ha querido averiguar cómo funcionaba su pensamiento, y ha buscado formas de averiguar el pensamiento de los otros. Xavier Duran explica que en el siglo XIX Cesare Lombroso trató de definir, a través de la forma de la cara, a aquellos individuos que eran proclives a delinquir, y a partir de aquí apostó por políticas eugenésicas, que pasaban incluso por la propuesta de esterilizar a los individuos "proclives" al delito. La frenologia, con idéntico objetivo, se dedicó a medir cráneos, y los antropólogos se pasearon por medio mundo para tomar medidas de los cráneos de los salvajes, con el fin de establecer una graduación en su "primitivismo". Tan sólo a través de las autopsias de alguna gente con determinadas patologías se pudo establecer una cierta correspondencia entre algunas áreas del cerebro y algunas funciones corporales.

El cerebro transparente 

L'individu transparente explica cómo el descubrimiento del funcionamiento de las neuronas supuso una renovación completa de los estudios sobre el cerebro. Unos estudios que confluyen en una de las grandes preguntas de la humanidad: ¿el hombre está predeterminado o es libre? Los avances científicos, hasta ahora, no son concluyentes. Pero los avances en el campo de las neurociencias ya se están usando a nivel judicial, en las investigaciones policiales, en las valoraciones de las aseguradoras... Y eso que hasta ahora la fiabilidad de estos estudios todavía es escasa. Pero ya se abren grandes interrogantes: si se llega a poder saber qué piensa la gente: ¿qué se hará con eso? Es obvio que estas tecnologías podrían ser muy útiles para políticas represivas que vulnerasen los derechos de las personas.

La sociedad transparente

Hace unos siglos, el conocimiento que se tenía de la sociedad era más bien escaso. No se sabía ni cuánta población había en un territori. Actualmente el número de datos que se puede manejar es inmenso: cualquier institución recopila cantidades de información ingentes, que son accesibles a mucha gente. Eso ha permitido una mejora inmensa en la gestión de las sociedades: ha facilitado el diseño de servicios más adecuados para la gente, situar infraestructuras en los lugares donde más se necesitan, combatir problemas poco visibles, actuar antes de que las situaciones se cronifiquen...

Los límites del big data

Si hace unos siglos había un problema de falta de información, hoy en día el problema básico es la gestión de la información. Hay muchos datos, y muchas veces no se sabe como procesarlos. Hay que hacer las preguntas adecuadas, y hay que hacerlas de forma coherente para encontrar vínculos causa-consecuencia. Si no se formulan bien las preguntas, se puede llegar a conclusiones absurdas, como un estudio que cita Xavier Duran, que afirmaba que votar a las derechas es bueno para la salud (cuándo en realidad lo más probable es que la gente que vota a las derechas sea gente que disfruta de un mejor status y de mejor salud).

La red del peligro

Internet tiene una cantidad inmensa de datos nuestros: algunos han sido colgadoas por las instituciones y por las empresas con las que nos relacionamos. Otros han sido colgados voluntariamente por nosotros (que a veces no somos conscientes del alcance de estas acciones, en principio anodinas). La red, como dice Duran, se ha convertido en un inmenso "notario digital", que durante siglos mantendrá datos sobre nuestras vidas. Eso plantea muchos problemas. En primer lugar hay un peligro hacia nuestro derecho a la intimidad: en internet se pueden encontrar imágenes nuestras que nosotros no querríamos que estuvieran. Y sólo con los datos de nuestro móvil o de nuestra tarjeta de crédito se pueden conocer nuestros movimientos, pero también algunos rasgos de nuestra personalidad. El problema básico es que no estamos seguros de quién puede tener acceso a estos datos ni para qué va a utilizarlos.

¿Quién decide qué conocemos?

Los buscadores se sitúan en una posición de control absoluto con respecto a la información que recibimos: todo está en internet, pero al fin es Google quien decide a quién prioriza, y probablemente sólo veremos aquello que Google sitúe en las primeras posiciones de sus páginas. Vemos lo que Google quiere que veamos. Y Duran recuerda que no hay elecciones neutrales, mecánicas, sin contenido político: quien elabora los algoritmos les da su propio sesgo ideológico. Hay gente que confía, para buscar pareja, en los algoritmos de compatibilidad que elaboran las páginas web, pero Duran hace un llamamiento a no tener miedo a la libertad y a escoger por uno mismo. Però, sobretodo Duran recomienda exigir un control de los datos que circulan por la red, ya que en este momento estamos indefensos: no podemos saber qué datos nuestros circulan, no podemos exigir la rectificación de las noticias falsas que existen, no podemos reclamar el derecho al olvido... En definitiva: en la red no tenemos ningún derecho.

Ni tecnofilia ni tecnofobia

La tecnología moderna genera mucho entusiasmo: es normal. Sus posibilidades son inmensas. Y también genera miedo: Xavier Duran nos demuestra que hay motivos para temerla. Y, eso que, como destaca el autor, estamos lejos del fin del camino, si es que tiene fin. A pesar de todo, este libro es muy equilibrado: explica las ventajas de las nuevas tecnologías, pero también los problemas que suponen. Duran no apuesta ni por la tecnofilia ni por la tecnofobia: apela a la sensatez. Duran apuesta por un control de la ciencia: se ha de garantizar que aquello que se haga beneficie a los ciudadanos; y estos se tienen que organizar para defender sus derechos. Y Duran también apela a la limitación de la tecnología por motivos morales: no todo aquello que se puede hacer se debe hacer. De lógica.

De premio

El individuo transparente explica cosas muy graves, pero las explica de forma ágil y divertida. Duran ilustra sus reflexiones con interesantes casos extraídos de las páginas de los diarios o del anecdotario de personajes históricos. La ciencia de Duran es una ciencia que late en la calle, y no tan sólo en los laboratorios. Una ciencia que se reivindica, justamente, como una ciencia al servicio de las personas y no contra las personas. Unas reflexiones absolutamente necesarias en el mundo moderno. Duran sabe formular las preguntas pertinentes, y responderlas de forma breve, precisa y atractiva. Realmente, un libro de premio.