En Afrucat, la patronal del sector en Catalunya, y en UGT lo tienen claro: sin agua, las cosechas serán mucho menores de lo previsto y, así, el cierre del Canal d’Urgell para el riego podría generar impactos negativísimos en la ocupación: podrían perderse hasta 15.000 empleos. Los riegos de superviviencia prometidos desde la CHE son la esperanza que queda.

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Exigencias

Ante la coyuntura endiablada que las escasas previsiones de lluvia y las restricciones en vigor plantean para un sector que transita por notables dificultades desde que se activó en 2014 el veto ruso a la importación de productos agroalimentarios procedentes de la UE; los agricultores y los mayoristas exigen medidas a las administraciones. Lo hacen, además, tras unos meses en los que los precios de la energía y las nuevas restricciones impuestas por y a Rusia a raíz de la Guerra de Ucrania todavía han puesto las cosas más difíciles a agricultores y ganaderos. La herramienta que consideran debe utilizarse para que el sector salve este nuevo jaque a su continuidad tiene nombre: ERTEs

canal d'urgell tancament / ACN
 

Problema de todos

UGT considera que el problema del campo no es exclusivo de quienes trabajan en él: cree que es “de todos” y así lo manifiesta esta semana Camil Ros, el máximo dirigente del sindicato en Catalunya. Los ERTEs, considera, son la herramienta para mantener los empleos y salvar la ocupación que genera el campo. “El problema es de Catalunya, de España y de Europa. No es sólo de los agricultores”, dice. Sólo en Lleida, el sector agrario genera cada año 40.000 empleos y, de ellos, más de un 25% estaría en peligro. Por ello, desde Afrucat se plantea la necesidad de un “plan de choque integral” porque, tras las restricciones aplicadas al riego, luego llegarán muy probablemente restricciones para las industrias. Esta misma semana, la Generalitat activaba un plan para que Catalunya pueda cubrir sus necesidades hídricas sin dependen de las precipitaciones, pero lo cierto es que el problema inmediato no se solucionará con esas medidas. Sin duda, la agricultura catalana va a vivir un verano difícil. Se impone, por tanto, una mayor tecnificación en el sector que permita aprovechar hasta cada gota de agua mediante nuevos sistemas de gestión hídrica. Mientras, queda los riegos de superviviencia para frutales. El problema es que, con el agua que queda en Oliana y Rialba, sólo da para regar dos veces este verano.

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