Algo malo debe tener Qatar que, cuando se acerca a alguien o algo, o lo corrompe o le complica la vida y, si no, que se lo pregunten a Messi, a quien damos por seguro que no debe hacerle ninguna gracia que, más que de sus goles, se hable de la túnica aquella que le pusieron cuando recogió el trofeo. Con todo, lo del astro argentino no es nada comparado con la que se le viene encima a Eva Kalli, ex vicepresidenta del Parlamento Europeo y su compañero de correrías y ex eurodiputado Pier Antonio Panzeri después de que trascendieran sus peligrosas amistades con los qataríes que todo lo pueden. El asunto es tan grave que hasta en Doha andan preocupados y, para intentar que no les salpique el asunto y acabe alguno de sus mandatarios formalmente acusado de algún delito por las autoridades de Bélgica, han empezado con las amenazas. Lo hacen donde más nos duele: en el suministro energético, porque saben que, por culpa de nuestra soberbia y estupidez, hemos consentido convertirnos en un territorio energéticamente dependiente. Con todo, para España no es tan grave: a Qatar le compramos sólo un 3% del gas que consumimos. Otros socios nuestros europeos sí que lo van a tener más complicado pero hay algo más grave: si aquí fuésemos, como mínimo, igual de valientes y pragmáticos que en Estados Unidos, no nos haría falta importar gas. 

Menos mal que pasa ahora y no hace tres años

Con todo, nos hemos salvado de una buena porque, aunque ahora sólo importamos de Qatar un 3,3% del gas que necesitamos cada año para funcionar como país, en 2019 procedía de Qatar el 12% del gas que comprábamos fuera. Ahora, nuestro principal proveedor es Estados Unidos (28,5%) y el segundo, Argelia, con un 23,7%. En tercer lugar queda Nigeria, con un 14,5%. A los rusos les compramos un 12% del gas que consumimos y a Francia, un 5,5%.

Hydraulic Fracturing Related Activities
 

¿Y aquí producimos algo?

Pues no, no producimos gas porque extraerlo del subsuelo está prohibido por la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que impide no sólo extraer sino, también, explorar hidrocarburos no convencionales -el gas se considera uno de ellos- y uranio. Y lo más grave es que tenemos en nuestro subsuelo más de un billón de metros cúbicos pero, para extraerlos, hay que utilizar una técnica, el fracking, que la norma en cuestión (que entró en vigor esta primavera con la abstención del PP y l voto en contra de Vox) veta explícitamente. Estados Unidos, que hoy importa gas que nosotros compramos, fundamenta su actual soberanía energética en estea técnica que en Europa, desde que en 2014 se planteó la posibilidad de realizar las primeras explotaciones basadas en ella, genera gran contestación.

El fracking o fractura hidráulica permite extraer el gas presente en las rocas a través de un pozo que permite bombear a presión un fluido compuesto mayoritariamente por agua. Según los colegios oficiales de ingenieros de minas y geólogos, si se utilizase esta técnia seríamos capaces de extraer gas de Asturias,Cantabria, el País Vasco, la provincia de Burgos, el Pirineo Catalán, la Cordillera Bética y la desembocadura del Guadalquivir. En Canarias, si se emplea, lo que se estraería sería petróleo. ¿Quién se atreve a cambiar la Ley?