Se supone que el coche eléctrico es el futuro, pero ya hay expertos que aconsejan que, si estás pensando en comprar uno, esperes un poco, ya que se trata de una tecnología que todavía no está madura y, por eso, los vehículos que ahora se comercializan son excesivamente caros. ¿Por qué? Pues porque la demanda todavía no es la esperada y porque, y esto es lo más preocupante, hay una serie de problemas todavía son solución que podrían aplazar el final de esta revolución en curso o, incluso, abortarla.

Coche eléctrico cargando energía. Foto: Pixabay
Coche eléctrico cargando energía. Foto: Pixabay

Una demanda de minerales que la industria no puede satisfacer

El primero de los problemas tiene que ver con los materiales que se necesitan para abastecer la demanda prevista de aquí a 2035. Para construir una batería eléctrica hace falta litio, como todos sabemos, pero, también, níquel, grafito y cobalto. Y si contamos con que la demanda de baterías se multiplicará por seis de aquí a 2032, resulta que, según la agencia de informes y precios Benchmark Minerals Intelligence, vamos a necesitar 384 nuevas minas en todo el mundo. De ellas, 74 deberán ser de litio y su capacidad mínima de producción debe equivaler o superar las 45.000 toneladas de litio anuales. El grave problema reside en que, de momento, no hay 45 yacimientos con esas características que se hayan localizado y estén en condiciones de empezar a explotarse antes de 2035. Para solucionarlo, se habla ya de empezar a reciclar litio: si se logra, bastaría con abrir sólo 59 minas y se estima que cada explotación tarda en construirse, como mínimo, cinco años.

Grafito, níquel y cobalto

El litio, con todo, sólo es una parte del problema. Si nos fijamos en el grafito, resulta que actualmente funcionan en todo el mundo 70 minas de este material y que cada una de ellas produce unas 56.000 toneladas anuales. Las minas necesarias para abastecer la demanda serán 97 más. También, habrá que producir grafito sintético con coque de petróleo o brea de alquitrán de hulla y, para abastecer la demanda, harán falta 54 plantas capaces de sintetizar hasta 57.000 toneladas. Este grafito sintético se tendrá que mezcla con el material para producir los ánodos de las baterías. Sin embargo, estos necesidades podrían ser menores porque, si se logra diseñar baterías que puedan funcionar con más silicio y menos grafito en el ánodo, las necesidades serán menores.

Por último la industria  del níquel y del cobalto,  minerales que también son imprescindibles, deberá ampliar igualmente su capacidad de producción: se necesitarán 72 minas nuevas de níquel capaces de producir 42.500 toneladas al año y 62 de cobalto que puedan extraer 5.000 toneladas anuales. Si somos capaces de mejorar las tecnologías de reciclado de estos materiales, el volumen de nuevas minas necesario será menor.  

A todos estos problemas hay que añadirle otro: el incremento constante del precio del litio, que ha crecido en un 900% desde enero de 2020. El grafito sintético no se queda atrás, pues su precio ha crecido un 200% durante los últimos 57 meses. El resultado es el que vemos en los concesionarios: coches eléctricos más caros, más pequeños y con menos autonomía que los vehículos tradicionales. Y lo peor de todo es que las previsiones indican que los precios de las materias primas imprescindibles para fabricar una batería van a  seguir subiendo. ¿Qué tal si nos compramos una bicicleta? Sin motor, claro.