Modificar la naturaleza para obtener el máximo beneficio posible es algo que la humanidad hace desde que comenzó a cultivar tierras y criar animales. Tal proceder, que incluye la selección de ejemplares que presentan características interesantes para alcanzar antes nuestro objetivo como especie –que no es otro que permanecer-, es el origen del camino que nos ha llevado hasta la biotecnología, técnica gracias a la que obtenemos hoy nuevas variedades mediante, por ejemplo, la inducción de la variabilidad genética o la selección asistida. Ambos procederes reducen la cantidad de recursos necesarios (suelo, agua y mano de obra, por ejemplo) para mejorar cultivos. El resultado de todo ello son los productos transgénicos, de los que existen hasta 400 referencias comercializadas, pero ahora existe una nueva categoría: los productos resultado de la edición génica. Quienes aplican esta técnica, sea para fines agrícolas o médicos, quieren una legislación que los diferencie de los transgénicos. En Barcelona, el Centre de Recerca en Agrigenòmica de la Universitat Autònoma de Barcelona (CRAG) es el organismo público líder en proyectos de edición génica aplicados a la agricultura.

¿Qué es la edición génica?
La edición génica es un conjunto de tecnologías mediante las que los científicos pueden agregar, quitar o alterar material genético en ciertos lugares del genoma de un organismo. De entre todos los métodos, el más conocido es el CRISPR-Cas9 (abreviatura de "repeticiones palindrómicas cortas agrupadas regularmente interespaciadas asociada a la proteína 9"). El sistema destaca por ser más rápido, más barato, más preciso y más eficiente que otros métodos de edición del genoma.
A pesar de las características específicas de estas nuevas técnicas, en la UE las plantas editadas genéticamente se consideran Organismos Modificados Genéticamente (OMG) y se les aplica la misma regulación que se desarrolló en el año 2001 para las plantas transgénicas. Esto hace que estos productos estén solo al alcance de grandes empresas, debido al elevado costo económico (10-16 millones de euros) y de inversión de tiempo (10-15 años), dejando fuera a los agricultores locales.
Más y mejores alimentos
En el contexto actual de crecimiento de población y crisis climática, “generar soluciones sostenibles para aumentar la productividad y la adaptación a las nuevas condiciones climáticas” será, explican desde el CRAG, “clave para asegurar la producción de alimentos”. Por ello, desde este y otros centros, se anima a que se atienda la iniciativa legislativa que pretende modificar la legislación actual sobre OMG y “adaptarla a los nuevos productos obtenidos por edición genética”. La iniciativa actualmente presentada se fundamenta, explica el CRAG, “en los resultados de un estudio que la Comisión Europea encargó elaborar en 2021 a la Confederación de Sociedades Científicas de España". La decisión de la Comisión Europea sobre las propuestas allí planteadas se conocerá este mismo año.
De no aceptarse las propuestas recogidas en el informe, según se recoge en el mismo, "los agricultores de los países de la UE competirían en inferioridad de condiciones ya que, actualmente y con la legislación vigente, no es posible obtener variedades mediante nuevas técnicas de modificación vegetal en Europa, no se pueden cultivar en el territorio de la UE variedades obtenidas mediante edición génica en otros países y, además, los socios comerciales de la UE sí que pueden comercializar aquí productos resultado de variedades modificadas cultivadas en otros territorios". Los países miembros perderían así posibilidades de desarrollo, de inversión, de comercio y, por supuesto, competitividad. Y, como es bien sabido, la agricultura comunitaria vive en una crisis permanente desde hace décadas.
¿Qué es el CRAG?
El CRAG es un centro dependiente de la Universitat Autònoma de Barcelona puntero en investigación, biotecnología verde y tecnologías genómicas aplicadas a la mejora genética de variedades vegetales y animales. Como centro de investigación, una de sus misiones principales es la transferencia de conocimiento a la sociedad, de manera que los descubrimientos hechos en el laboratorio tengan un beneficio directo para el conjunto de la ciudadanía. En el CRAG actualmente se utilizan las técnicas de edición genética de forma rutinaria en investigación básica para estudiar las funciones de varios genes o también para mejorar la misma técnica, que está en constante desarrollo. Además, también hay en curso varios proyectos con finalidad aplicada para obtener, por ejemplo, melones con una vida útil más larga, arroz resistente a plagas, tomates resistentes a virus o cereales resistentes a la sequía, entre otros. Todo eso, con la normativa actual en la mano, no puede llegar a explotarse comercialmente en nuestro país.