Desde que hace una década nacieran los eBooks ha existido una rivalidad inevitable entre los libros electrónicos y los impresos. Al inicio de esta disputa muchos expertos auguraron un reinado del mercado digital para sustituir al papel, pero por ahora no ha ocurrido.

El romanticismo alrededor del olor a nuevo, el pasar páginas y el guardar en una estantería como un recuerdo único continúan pesando mucho en el consumo literario. El formato digital no termina de dar el gran despegue y cae en algunos mercados como el de Reino Unido, concretamente un 17% el pasado año según la Asociación Editorial británica.

Hay diferentes razones por las que el libro electrónico no enamora al público más lector. Pese a la enorme ventaja que supone poder transportar una gran cantidad de títulos en una tablet, algunos profesionales defienden la belleza y la magia de las versiones impresas.

Se trata de una revitalización del gusto por el libro que podemos ver como objeto artístico en redes sociales como Instagram. A través del hashtag #bookstagram muchos usuarios comparten fotografías donde sus libros se convierten en protagonistas de las instantáneas.

De este modo, diversos aficionados pueden encontrar recomendaciones o sorteos de libros por parte de los reconocidos como ‘bookstagramers’.

 

 

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Por otra parte, los eBooks ya no sorprenden técnicamente ni suponen la novedad de hace diez años. Acostumbradas a vivir mirando pantallas a diario, las personas que prefieren el papel buscan evadirse de lo digital. Los libros electrónicos colaboran en aumentar la fatiga visual que nos provocan los dispositivos con los que nos manejamos siempre.

Además, hay que contar con la batería, que tiene una duración determinada y puede dejar tirado al lector en el momento más interesante de un capítulo.

En el asunto de los precios, siempre se ha defendido que éstos son menores en las versiones electrónicas, debido a las diferencias entre el coste de producción de un formato y otro. Esta tendencia ha cambiado y los precios se han igualado más, llegando a encontrarse libros digitales a precios iguales y, en casos puntuales, más caros que en físico.

En el panorama español, el 28% del total de la producción editorial ha sido digital durante el 2016, habiendo aumentado dos puntos respecto al curso anterior, ha señalado la Agencia del ISBN. No obstante, insisten organismos como la Federación de Gremios de Editores, es necesario un mayor desarrollo de políticas de protección de la propiedad intelectual y de lucha contra la piratería para que el ámbito digital prospere.

El escaparate online

Una de las grandes oportunidades que ha aportado el formato electrónico ha sido el de publicar y anunciar libros que jamás habrían visto la luz de forma impresa. Es el caso común de los autores que deciden autopublicar sus obras mediante herramientas online como Amazon Kindle Direct Publishing, Google Books o Bubok, entre otras.

De este modo, muchos escritores pueden dar a conocer sus trabajos sin la dependencia de editoriales que decidan apostar o no por ellos.

De la misma forma, es cada vez más asiduo encontrar a editores que deciden publicar únicamente en formato electrónico como herramienta de marketing. De este modo, si la obra funciona, se vende y gana interés se puede dar el paso a la impresión y distribución de copias físicas.