El euro digital avanza y, tanto es así, que el Banco Central Europeo tiene un informe en el que aparecen hasta cinco propuestas de funcionamiento. Se incluyen hasta sistemas de pago offline, algo que el BCE considera contribuye a “un sistema más sólido”. El efectivo tiene los días contados, parece.

Euro Digital
 

¿Cómo funcionará?

Según se indica desde el BCE, los pagos entre particulares serán posibles gracias a sistemas de seguridad implementados en dispositivos móviles que, mediante firmas criptográficas, validarán operaciones financieras offline. El componente central del sistema, que permitirá pagos sin conexión a la red, es una “pasarela de intermediarios de confianza” que junto “a una aplicación móvil wallet” se podrá integrar con la infraestructura tecnológica de la autoridad financiera. Así y de este modo, los pagos sin conexión se realizarían, por ejemplo, mediante chips digitales instalados en dispositivos móviles o tarjetas capaces de almacenar cantidades concretas de dinero que, eso sí, podrían usarse sólo mediante autenticaciones biométricas con el fin último de poder garantizar la trazabilidad de los pagos. Así lo indicaba, en concreto y a finales de marzo del año pasado, Fabio Pannetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, durante un discurso ofrecido ante la Comisión ECON del Parlamento Europeo.

Más control

El uso de euros digitales será, por tanto, sólo posible mediante la identificación del usuario, lo que imposibilitará pagos en B y abrirá, además otra posibilidad con la que pocos cuentan: en tanto que digitales, los euros de este tipo podrán activarse o desactivarse y, por tanto, tener fecha de caducidad, lo que serviría, por ejemplo, para estimular el consumo en situaciones en las que, por lo que sea, al BCE le interese que la ciudadanía gaste más. Por supuesto, el euro digital ofrecerá ventajas –nos olvidaremos para siempre de los cajeros- pero, también tiene cierto reverso tenebroso. ¿Conviene por tanto ser precavido?