Se llamaba Amou Hajim era iraní, tenía 94 años y presumía de ser el hombre que más tiempo llevaba sin ducharse hasta que, hará unos tres meses, accedió a lavarse. Desde la última vez que lo hizo, habían pasado unos setenta años y, al poco de hacerlo, murió. Los análisis realizados a su cadáver, explican fuentes iraníes, demostraron que gozaba de una relativa buena salud pese a la costra de porquería que llevaba sobre la piel. Si el baño tuvo o no algo que ver con su muerte no se sabe aún, pero su desaparición hace que nos preguntemos cada cuánto es necesario ducharse. Hoy, intentaremos explicarlo.

¿Ducha diaria?
Según las estadísticas que maneja la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 66% de la población mundial se ducha diariamente para, entre otras cosas, oler mejor, activarse por las mañanas, combatir el calor o el frío y deshacerse del sudor y la suciedad generados por actividades laborales o deportivas. Según los expertos de este organismo internacional, la ducha diaria no es perjudicial, pero tampoco necesaria.
Lo que importa es el tiempo
Al parecer, más que con la frecuencia, el efecto beneficioso o perjudicial de la ducha tiene que ver con la duración. Más de cinco minutos, explican, es excesivo, ya que se eliminan bacterias y microorganismos que protegen la piel, lo que nos hace más vulnerables ante infecciones y reacciones alérgicas. Las duchas, así, deben ser cortas, con agua tibia e incidir en las zonas donde la mayor concentración de glándulas puede generar mal olor. Yo, que soy de los que se duchan cada día, tengo ahora un problema: mi infancia a cargo, que dispone de Internet, ha leído la noticia del señor marrano iraní y dice que, de lo de que se duchen más de dos veces a la semana, mejor que vaya olvidando. Para arreglarlo, voy a explicarles que el individuo en cuestión, además de no lavarse, vivía en una chabola, iba vestido con trapos que atropaba, comía carne de erizo podrida y fumaba heces de animales con una pipa que se había hecho el muy cochino.
