En Cuba, con sus 12 millones de habitantes, circulan por sus carreteras en torno a 100.000 vehículos fabricados antes de 1959. Las limitaciones a la importación de vehículos, la inexistencia de una industria de la automoción propia y los menguados ingresos de los cubanos hicieron que sólo algunos vehículos soviéticos (Lada, principalmente) llegasen hasta Cuba hasta que en 2013 el régimen castrista liberalizó la compra de coches extranjeros. 

Con todo, los escasos ingresos de la población cubana, han impedido renovar el parque móvil de la isla y, hoy, Cuba sigue siendo un paraíso para los amantes de los coches clásicos y un infierno para cualquier local que necesita un coche de manera cotidiana: no hay repuestos, el combustible es caro y comprar un coche es impensable. En 2014, primer año de apertura del mercado automovilístico en la isla, no se vendieron ni 500 coches. Las restricciones a los coches con motor de combustión que impone la UE en aras de la revolución verde pueden, considera el director ejecutivo de IVECO Gerrit Marx, hacer que toda Europa acabe convertida –en lo que a parque móvil se refiere- en algo parecido a la Cuba actual dentro de treinta años. ¿Nos aguarda, más que una movilidad verde, una movilidad, parafraseando a los Orishas, a lo cubano?

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No, los coches eléctricos no van a bajar

Marx da por hecho que los coches eléctricos no van a bajar y se mantendrán en precios que las clases medias no pueden asumir. Por ello, cada vez serán más los conductores que alarguen –como pasa en la Cuba castrista- la vida de sus coches al máximo. Sobre los combustibles verdes también es claro: “son el champagne de la propulsión. Si tienes un Ferrari o un Porsche Turbo no te va a importar si el litro cuesta 5 u 8 euros, pero no es un combustible para el futuro”, apunta. A esos precios, incluso es posible que se llegue a activar un mercado informal de carburantes que contaminarán mucho más que los actuales. Sea como fuere, el plan trazado desde la UE parece claro: los coches particulares se convertirán, sean eléctricos, híbridos o de combustión, en un artículo de lujo al alcance de muy pocos. Porsche asegura que podrá producir combustible sintético neutro en carbono a dos dólares el litro, pero a dicha cantidad hay que sumarle los costes de transporte y distribución y, por supuesto, el margen de beneficio.

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Nadie invierte en motores de combustión nuevos

Desde Renault, su director ejecutivo Luca de Meo indica que considera que hoy en Europa no hay nadie que esté dispuesto a invertir en nuevos motores de combustión más eficientes. Sobre la normativa Euro 7, indica que la considera contraproducente, porque desincentiva a los fabricantes a la hora de desarrollar nuevas soluciones de propulsión basadas en métodos eficaces y testados como los combustibles líquidos. BMW y Porsche decían hace nada que no acababan de ver claro lo de que los coches convencionales vayan a desaparecer, pero todo indica que, muy posiblemente, lo que tienen en mente es seguir produciendo motores convencionales sólo para coches caros o muy caros. Justo para los mismos de los que hablaba el director ejecutivo de Iveco. Desde Stellantis, su director Carlos Tavares recuerda que, si nadie lo remedia, la industria china del coche eléctrico –más madura que la europea- puede dejar fuera de juego a todos los fabricantes occidentales de clase media. Al final, el máximo responsable de Iveco tendrá razón: toda Europa se convertirá automovilísticamente hablando en Cuba pero, en lugar de preciosos Buick y Cadillac, tendremos las calles llenas de Dacia Sandero, Seat Arona y Kia Sportage viejos. Recemos, pues, para que sólo nos acabemos pareciendo a Cuba en lo de los coches