Que lo de la sustitución completa de los coches con motor de combustión no se va a concretar con la misma rapidez que los jerarcas europeos desean es ya algo comúnmente aceptado. Según Bloomberg, las ventas de eléctricos no superarán en todo el mundo a las de convencionales hasta 2037 y eso contando con la previsión de la UE de no permitir desde 2035 la venta de vehículos con motor de combustión o no preparados para funcionar con combustibles no elaborados a partir de recursos fósiles como el petróleo (o el carbón, que también sirve para fabricar gasolina sintética). De hecho, la previsión que maneja Bloomberg habla de un 30% de coches eléctricos en 2040. Así las cosas, y habida cuenta que lo que sí que parece que tiene los días contados es el combustible (gasolina y gasóleo) que hoy conocemos, las diferentes marcas se ponen manos a la obra para ofrecer alternativas y poder seguir construyendo motores convencionales. Una de las que más avanzadas tiene las labores es Toyota. Y otra que también transita por ese camino es la petrolera española Repsol, que está ya ofreciendo este tipo de combustible en algunas de sus gasolineras.

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El eFuel de Toyota

El gigante japonés, que fue la primera gran marca en vender coches híbridos, es muy crítico en relación a la voluntad de querer eliminar los motores de combustión que confiesan diferentes líderes mundiales y, por eso, ha realizado ya pruebas exitosas con un combustible sintético elaborado a partir de hidrógeno renovable y dióxido de carbono procedente de capturas. Este combustible no añade nuevo CO2 a la atmósfera y, por ello, no incrementa el efecto invernadero. No es casual, además, que estos combustibles se desarrollen al tiempo que los sistemas de captura de CO2 vuelven a generar interés.

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Compatible, como el de Repsol

El nuevo combustible, además, será compatible con los motores convencionales, lo que implica que no serán necesarias modificaciones en los vehículos que los utilicen. El nuevo combustible reduce las emisiones de CO2 en hasta un 75%. Repsol, al tiempo, produce su combustible verde a partir de residuos de origen vegetal y aceites domésticos. Es, en sí, una versión mejorada de los biodiéseles que se hicieron populares hace unos años y que la UE dejó de apoyar al considerar que fomentaban el monocultivo y podían llegar a implicar un cambio de usos agrarios, desplazando a las plantaciones de cereal para consumo animal y humano.  

Ahora, en lugar de material vegetal producido específicamente para generar combustibles, Repsol emplea residuos que valoriza combinándolos con otras materias primas. La duda que queda tiene que ver con el precio al que se acabarán comercializando estos combustibles verdes cuando sean la única alternativa. Si la idea de convertir el vehículo eléctrico en hegemónico sigue ocupando las cabezas de quienes deciden, lo tienen fácil: con el e-fuel a más de 2,5 euros el litro, nadie querrá comprar coches nuevos con motor de combustión por baratos que sean comparados con los eléctricos. Ahora, eso sí, poco podrán hacer contra los coches ya matriculados y en circulación. ¿El futuro del parque móvil europeo es acabar pareciéndose al de Cuba, dónde sólo una minoría privilegiada puede permitirse conducir un coche nuevo y medioambientalmente eficiente? Veremos.