Xavier Díez (Barcelona, 1965) no está contento con la dirección que está cogiendo la educación a Catalunya. Si alguien tenía alguna duda, solo se tiene que fijar en el nombre de su último libro, La escuela, espacio en destrucción. Diplomado en magisterio, docente, afiliado del sindicato Ustec, y miembro del Consejo Escolar de Catalunya, Díez tiene una larga experiencia en el sector para poder ser una voz referencial. Muy crítico con la supuesta innovación pedagógica que ha abrazado efusivamente al Departamento de Educación, ElNacional.cat lo entrevista para conocer su opinión sobre la actual situación en Catalunya. Los pésimos resultados de las pruebas PISA y las diversas declaraciones de emergencia educativa por todo el territorio señalan que algo no va bien.

¿Qué le está pasando a la educación en Catalunya?
Le están pasando dos fenómenos que son paralelos. El primero sería uno de carácter global, una crisis educativa que tiene que ver con una crisis de civilización. Actualmente, hay unos cambios muy sustanciales en las sociedades europeas: hay un proceso de desindustrialización, una irrupción de la inteligencia artificial, una descomposición social después de cinco décadas de neoliberalismo que ha trinchado completamente las sociedades y las economías de toda Europa... Y en un momento en el cual se están hundiendo las clases medias, la escuela, que es una de estas instituciones que tradicionalmente han servido como herramienta de promoción social y de meritocracia, se ha encontrado con un creciente descrédito, porque es incapaz de funcionar de acuerdo como se esperaba. Y después, en Catalunya en particular, hay una crisis acentuada por una serie de factores que hacen que hayamos empeorado todavía más que en España.

¿Y cuáles son estos factores?
Aquí nos encontramos errores políticos que se han cometido, el primero de los cuales y el más fundamental es haber apostado por transformar la escuela. En Catalunya se ha pensado que con la innovación educativa funcionamos mucho mejor, la idea de que haciendo las cosas de otra manera saldremos adelante mejor. Eso pasa también en España, con la diferencia de que en Catalunya se ha empezado a permitir que las direcciones intervengan en la selección del profesorado. A diferencia de España, donde eso no pasa y por lo tanto ha resistencias. Como tu trabajo depende de lo que diga el director, y además los directores ya seleccionan gente muy afín a su filosofía, pues estas ideas de bombero se acaban aplicando en todo su esplendor, y eso explica que haya algunas escuelas que hayan caído de nivel de una manera muy rápida y abrupta, sobre todo a través de determinadas pedagogías como el trabajo por proyectos, o la moda de acabar con las mesas y las sillas. Eso ha hecho que Catalunya, dentro de España, haya pasado de estar de la zona UEFA a la zona de descenso directo.

Catalunya, dentro de España, ha pasado de estar de la zona UEFA a la zona de descenso directo

Hablabas sobre el trabajo por proyectos, que ahora se ha puesto de moda. ¿Cómo valoras esta propuesta?
Hay una amplia literatura científica que desaconseja profundamente aplicarlo de manera extensiva a todo el sistema educativo porque genera una abrupta caída a nivel educativo. ¿Cuándo funciona bien? En ámbitos muy limitados, por ejemplo entre alumnos con un elevado nivel de preparación que tienen suficientes conocimientos. Es decir, está indicado para alumnos a partir de los 17 o 18 años, y sobre todo en la universidad y en los ámbitos de la ingeniería y la medicina. Claro, se ha intentado hacer de una manera transversal en todo el sistema educativo con alumnos de todo tipo y condición. Y entonces los peores resultados se dan entre el alumnado de entornos socioculturales muy limitados, de manera que el trabajo por proyectos normalmente tiene unos efectos clasistas muy importantes porque hace empeorar todavía más las diferencias educativas. Y también perjudica al alumnado más joven, los niños no aprenden a leer y escribir porque no han hecho el procedimiento que toca.

En el marco de la innovación educativa, también se ha empezado a permitir pasar de curso con las materias suspendidas
Eso tiene mucho que ver con las indicaciones que vienen del OCDE y la Unión Europea, que critican que España tenga un número excesivo de repetidores y pedían modelar el sistema educativo para que no fuera tan exigente, ir bajando el listón para que pasara todo el mundo de curso. El problema de adaptar el sistema al nivel de los alumnos es que a veces no se adapta al verdadero nivel de los alumnos, sino que se adapta a la voluntad de esfuerzo de los alumnos. El sistema educativo tenía que ser un campo de entrenamiento hacia el mundo real para los alumnos, pero eliminar las repeticiones o acabar con las calificaciones acaba haciendo de la escuela una verdadera burbuja en que no estamos preparando a los alumnos para el mundo real, y eso genera un gran número de inadaptados. Es verdad que había un número excesivo de repetidores y que eso tampoco acababa de funcionar de cara a la consecución de las competencias necesarias, pero es que pasar a los alumnos de curso con suspensos tampoco permite alcanzarlas.

No estamos preparando a los alumnos para el mundo real, y eso genera un gran número de inadaptados

¿Y qué piensas sobre la entrada de las pantallas en el aula?
Cuando empezó la revolución digital, había un tecnooptimismo, y la mayoría de nosotros creemos que mejoraría el nivel de nuestros alumnos. Y de hecho, incluso con la universalización de los dispositivos electrónicos individuales para los alumnos era así en ámbitos de ciencia, matemáticas o lenguas extranjeras, siempre y cuando el control de la cuestión digital esté en manos del profesor, porque mejoraba la cantidad y calidad de información que un alumno podía obtener. Pero con la aparición de las redes sociales de segunda generación, que se basan en crear la adicción, entonces la cosa empieza a descarrilar bastante. Primero de todo porque el docente y la escuela pierden el monopolio de la atención, y el alumnado se va dispersando. Se vio, por ejemplo, con el 1 por 1, con el cual los alumnos catalanes se iniciaron en los videojuegos o la pornografía, y perdieron completamente la atención respecto del currículum único. Y, posteriormente, las redes han generado distorsiones de carácter psicológico, por ejemplo con el ghosting y el acoso, cuestiones que ya existían en el mundo real, pero que en el mundo digital pueden llegar a mucha más gente.

Cuando hablabas de la innovación a las aulas, decías que no hay una evidencia científica que eso funcione. ¿Estaríamos mejor sin esta innovación? ¿Habría que replantearnos un retorno a los métodos más tradicionales de enseñanza?
La escuela mal llamada tradicional se definía para tener el tiempo claramente asignado a unas determinadas materias, mientras que los docentes y los alumnos sabían exactamente cuál era su papel. Pero ahora hemos pasado a una especie de innovación por la innovación. Estamos en un momento en el cual cada escuela es una isla en guerra con la isla del lado, que hace que el Departamento de Educación haya perdido absolutamente todo el control de los centros escolares y ha perdido toda autoridad. Y de hecho, como Educación no se atreve ni a dar consignas, cada centro hace exactamente lo que le da la gana. Ahora mismo, el sistema educativo es un verdadero caos propiciado por prejuicios como que los niños tienen que ser felices, cuando la felicidad de los niños depende de factores a menudo incontrolables, o que se tienen que dejar atrás elementos pedagógicos y didácticos de primer orden como son los libros de texto. Hay toda una especie de delirio colectivo que hace que ahora mismo no se sepa exactamente qué se tiene que hacer a la escuela, qué y cómo tienen que aprender los niños, o cuál es el papel de los docentes. Vivimos en un caos absoluto.

Como que la Conselleria de Educación no se atreve ni a dar consignas, cada centro hace exactamente lo que le da la gana

En todo eso juega un papel importante la autonomía de centro, esta idea que cada escuela o instituto puede actuar como quiere. ¿Qué piensas tú de esta estrategia?
Ha habido una tergiversación de este principio de autonomía. Tradicionalmente, había sido la capacidad de un centro de adaptarse a un entorno concreto, porque no puede funcionar de la misma manera una escuela rural y una escuela urbana, o una escuela con mucha diversidad de procedencia y una de clase media. El problema es que al final la autonomía se ha convertido en una especie de carta blanca para poder experimentar con criaturas sin consentimiento de las familias ni de la sociedad y elaborar sus propios planes narcisistas de cómo tiene que funcionar la escuela para ser más xupi guay que nadie. Y aquí se ha descontrolado. La escuela homogénea tampoco funciona en absoluto, porque todo el mundo es diferente, pero sí que hace falta una escuela coherente, con una serie de normas comunes.

A pesar de las críticas, hasta ahora el Govern ha defendido la autonomía de centros y la innovación. ¿Por qué no se plantea cambiar de rumbo?
Primero de todo, porque el Govern de la Generalitat no existe, son unos gestores, y por lo tanto no tienen ningún tipo de capacidad de liderazgo. Van al aire que les indica el OCDE, y han cometido el error terrible de permitir que entidades como la Fundación Bofill, que es un think tank neoliberal, se hayan hecho con el control a la práctica de las políticas educativas del Departamento de Educación. Y las cosas empiezan a empeorar en 2016, cuando aparece la propuesta de la Escuela Nova 21 y se empieza a reconstruir la escuela. En segundo lugar, el 80% del Govern ha ido a la escuela privada, donde tradicionalmente los directores mandan mucho y escogen los docentes, y lo han querido aplicar a un sistema educativo muy diferente. Ha habido mucha incompetencia para no escuchar a los verdaderos expertos en educación, que son los docentes. En realidad, la Generalitat quiere convertir la escuela en una especie de guardería divertida, sin entender cuál es la finalidad del sistema educativo.

La Generalitat quiere convertir la escuela en una especie de guardería divertida, sin entender cuál es la finalidad del sistema educativo

Comentaste en una entrevista que estamos yendo hacia un modelo educativo cada vez más neoliberal, más interesado por preparar al alumnado para el mercado de trabajo. ¿Por qué lo crees?
Bien, es que el trabajo por proyectos es trabajar en equipo, repartirse el trabajo, teóricamente ser autónomos... Es un tipo de entrenamiento para trabajar, aunque eso implique el precio de no adquirir los conocimientos necesarios para adquirir una cierta ciudadanía, como son las humanidades, la historia, la lucha de clases, para tener una capacidad de abstracción. Es intentar imitar la estructura de la empresa, aprender a ser emprendedores. La enseñanza por competencias es la enseñanza neoliberal por naturaleza porque responde a las quejas de las grandes patronales europeas y hace que los alumnos tengan capacidad de adaptarse a mil y unas situaciones. Y, en cambio, los sistemas educativos que más han entrado en el mundo de las competencias son los que más han decaído a las pruebas PISA y, por el contrario, los sistemas menos competenciales son los que han obtenido mejores resultados.

Precisamente hablando de las PISA, son los países asiáticos los que obtuvieron los mejores resultados. ¿Qué están haciendo bien y qué podemos aprender?
Lo que están haciendo bien en estos países asiáticos no tiene nada que ver con la educación, porque básicamente están replicando los sistemas educativos europeos de los años sesenta y setenta, es decir, meritocráticos, exigentes, y con muchos alumnos que se suicidan por la presión. Por lo tanto, es un modelo que en principio no sería muy deseable. Pero hay una cuestión que es que las clases medias en Europa son cada vez más estrechas, en buena parte debido a las revoluciones tecnológicas y a la desindustrialización. Y en cambio los países asiáticos paso exactamente el contrario porque hay una mentalidad basada en la disciplina, el respeto y el esfuerzo, y además son sociedades completamente industrializadas en las cuales hay oportunidades para formar parte de las clases medias. Y allí la escuela está funcionando como un trampolín hacia el éxito y, por lo tanto, el esfuerzo vale la pena. En cambio, aquí los alumnos se han esforzado, han sacado buenos resultados, han ido a la universidad, han hecho un máster y, en el mejor de los casos, pueden optar en trabajos de mierda de mil euros. Quieras o no, eso genera una desmoralización colectiva. ¿Qué sentido tiene estudiar, esforzarse y comportarse como es debido?