El Vaticano ha expulsado del sacerdocio al excardenal y arzobispo emérito de Washington Theodore McCarrick, de 88 años y arzobispo de Washington entre 2000 y 2006, tras ser acusado de abusos sexuales a menores y seminaristas. Así lo ha informado hoy la oficina de prensa de la Santa Sede en un comunicado.

El Vaticano considera a McCarrick culpable de abusos a menores y a adultos con la agravante de abusos de poder y por eso le impone la pena de la reducción al estado laical, se lee en el comunicado oficial. 

"El Santo Padre reconoció la naturaleza definitiva, de acuerdo con la ley, de esta decisión, que hace que el caso sea resuelto, es decir, no sujeto a una nueva apelación", añade.

La reducción al estado laical prevé que no se pueden administrar los sacramentos, vestirse como un sacerdote y se suspende cualquier tipo de sueldo.

La decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe llega después de la investigación que ordenó el papa Francisco sobre el caso. El papa ya había apartado al arzobispo estadounidense del Colegio Cardenalicio y le había ordenado que permaneciese apartado de sus funciones y recluido hasta que se aclaren en un juicio canónico las acusaciones de abuso sexual contra él.

Se rompen 40 años de silencio

El pasado 20 de julio un hombre rompió su silencio después de 40 años y aseguró al periódico estadounidense "The New York Times" que el excardenal había abusado de él cuando era menor de edad, una situación que presuntamente se había prolongado durante dos décadas.

La decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe se produce pocos días antes de que se celebre en el Vaticano una cumbre histórica contra los abusos a menores por parte de religiosos que ha convocado Jorge Bergoglio para los próximos 21 al 24 de febrero.

Un único precedente

La pérdida de la púrpura por parte de un cardenal solo ha tenido un único precedente en la historia de la Iglesia católica, se remonta al 13 de septiembre de 1927 y no tuvo relación con los abusos sexuales: el cardenal Louis Billot había apoyado el movimiento fascista y antisemita "Action Française", condenado por Pío XI, y tras ser recibido por el papa, dejó su cargo.