Le subió las notes,li decía "eres la que está mejor de toda la clase", lo halagaba haciéndola sentir especial y diferente e intentó quedar una noche para dormir con ella.

Era su maestro de 33 años y forjó una relación, primero de amistad, y después de "dominación de alto carácter sexual", según dice la sentencia. La Audiencia Nacional lo ha condenado a 4 años de prisión por abuso sexuales y una vez salga en libertad 2 años más de prohibición de comunicarse con ella y 5 de libertad vigilada. Además tendrá que pagar a la víctima 3.000 euros como indemnización.

La relación se fue consolidando en la clase mismo. Pero el professor hacia servir el whatsapp y el Hangouts para mantener conversas con ella en secreto y pedirle fotos.

Las conversaciones fueron subiendo de tono, hasta el punto de explicarle los problemas que tenía él con su ex pareja y como eran las relaciones sexuales que mantenían cuando estaban juntos: "Te hablo de cómo hacía el amor con mi ex, todo eso ahora se teoría, pero más adelante será práctico".

Entre los mensajes hay los que le pedía encontrarse en secreto. Ven a casa a dormir y te abrazaré toda la noche", o le pedía que les digas a los padres que iba a casa el maestro a repasar, y "ya te repasaré", decía él.

Tenían incluso un código secreto por hablar. Un emoticono de cerezas quería decir "besos", la uva, "abrazos" y un plátano "sexo duro".

El maestro le llegó pedir fotografías de ella desnuda y él envió una donde se le veían los genitales.

En dos ocasiones quedó con ella en la biblioteca y en la classe mismo, donde cerró con llave, y la abrazó y dio besos en la cabeza.

A menudo le hacía borrar las conversaciones. Pero los padres vieron las últimas y denunciaron los hechos a la escuela y a la policía.

La sentencia concluye que "es cierto que los besos y los abrazos no implican necesariamente un comportamiento lascivo, merecedor de condena penal, pero también lo es que en todo caso, se tienen que valorar las circunstancias concurrentes, y por eso consideramos que los hechos merecen la calificación de abuso sexual, para integrar una conducta lasciva que fue esmeradamente preparada por el acusado a lo largo del tiempo, para ganarse primero la confianza, la vinculación afectiva después y para finalmente la sumisión y dependencia de la menor, y todo eso para utilizarla, para servirse con el fin de satisfacer sus deseos sexuales, y con perfecto conocimiento de su corta edad".

El magistrado puntualiza que se considera un delito de abuso sexual y no un delito reiterado, porque en la conducta del maestro "nos encontramos con una pluralidad de conductos realizadas deliberadamente con el fin de establecer una relación y un control emocional sobre la menor, conductas encaminadas a ir preparando el terreno para el ulterior abuso propiamente dicho, y por eso tiene que ser valorada aquella como un único delito y no como un delito continuado".