El 27,4% de los jóvenes de entre 15 y 29 años cree que la violencia de género es "una conducta normal" dentro de una pareja según el Barómetro 2017 del Proyecto Scopio, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud. Además, en estos dos últimos años la idea de que no tiene nada de extraño mirar el móvil de la pareja cuando te parece que te engaña ha crecido entre los adolescentes y los jóvenes: en el 2017 lo pensaba el 14,5% y ahora, el 16,5%.

Son algunos de los datos que muestran que los adolescentes de hoy siguen sin estar protegidos contra la violencia de género, que en la mayoría de los casos empieza con comportamientos como el control de la pareja y los intentos de aislamiento con respecto a la familia y los amigos, series de insultos y humillaciones, señala Alazne Aizpitarte Gorrotxategi, doctora en Psicología, investigadora y profesora del grado de Criminología de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC. "Un golpe o un empuje normalmente no aparecen de la noche a la mañana. De hecho, no es la violencia física o sexual severa la que caracteriza más los casos de maltrato en parejas adolescentes; al menos, no al principio de la relación", explica.

Es una de las razones por las cuales la violencia de género puede pasar desapercibida en el entorno del adolescente que la sufre. A pesar de eso, los progenitores pueden sospechar que esta violencia existe ante algunos indicios que predicen el establecimiento de relaciones basadas en el control y el conflicto. "Lo importante es que los padres y las madres estén especialmente atentos a los cambios del adolescente, tanto en el estado anímico como en los patrones del día a día", advierte Aizpitarte. La investigadora de la UOC añade que una primera señal de alarma es que haya unas cuantas respuestas afirmativas ante las preguntas siguientes:

  • ¿Vuestra hija adolescente está en un estado de nerviosismo y alerta constante que anteriormente no la caracterizaba?
  • ¿Se empieza a quejar de dolores de cabeza, de dolores musculares o de insomnio que antes no sufría?
  • ¿Ha dejado de quedar con los amigos o ha empezado a salir mucho menos a menudo que antes?
  • ¿Se empieza a mostrar muy reservada y evita hablar del día a día, e incluso esquiva los momentos de convivencia familiar, cuanto antes no era así?
  • ¿Ha dejado de ir a las actividades extraescolares que le gustaban o practicar las aficiones que tiene?
  • ¿Le cuesta concentrarse o su rendimiento académico ha bajado significativamente?
  • ¿Se ha vuelto una chica triste y miedosa cuanto antes no lo era?
  • ¿Empieza a mostrar indicios de consumo de drogas o de alcohol que antes no tenía?

Aunque la respuesta afirmativa a unas cuantas de estas preguntas nos puede alertar de otras situaciones diferentes de la violencia de género, porque estas señales también se asocian a otro tipo de situaciones, como el acoso escolar o bullying, según Aizpitarte cuando diversos de estos comportamientos tienen lugar paralelamente hace falta empezar a estudiar qué pasa para poder dar ayuda.

¿Cómo se debe actuar?

Darse cuenta de que es posible que el adolescente sufra violencia de género es el primer paso para encontrar una solución. Según los especialistas, la mejor manera de actuar a continuación es buscar apoyo en el grupo de amigos de la joven. "Tenemos que tener muy presente que los adolescentes están en pleno procés de investigación de identidad y autonomía, y en este procés normativo se empiezan a distanciar de los progenitores y vincularse más estrechamente con el grupo de iguales y amigos", afirma la doctora Aizpitarte. "Difícilmente recurrirán a los progenitores para explicarles lo que los pasa y pedir ayuda; en todo caso, tenderán a explicarlo a los amigos o al grupo de iguales. Son los que realmente ocupan el lugar privilegiado para la detección de estos casos y los que pueden actuar más como figuras de apoyo e influenciar en sus tomas de decisión", advierte a la profesora de la UOC. Por eso, una de las recomendaciones para los padres y las madres son que hablen con el círculo de amistades íntimas de su hija y que intenten ayudarla por medio de ellos.

Además, los expertos también aconsejan buscar información de centros y servicios especializados en violencia de género en los cuales te puedas asesorar para tener una orientación de como es debido actuar. "El primer recurso y el más accesible en materia de violencia de género es el Ayuntamiento, sea por medio de los servicios sociales, de igualdad o de mujer, o por medio de algún recurso municipal especializado. Por ejemplo, en el caso concreto de Barcelona, hay un recurso municipal especializado en la violencia en parejas adolescentes y jóvenes: el llamado Servicio de Atención, Recuperación y Acogida Joven (SARA Joven)", explica Aizpitarte.

Con respecto a la manera de prevenir la violencia de género en adolescentes, los especialistas insisten en la necesidad de abordar la situación desde la infancia. Actualmente, el 52,6% de las adolescentes piensa que en una relación el hombre tiene que proteger a la mujer, porcentaje que sube al 67% en el caso de ellos, según el informe ¿Fuerte como papá? ¿Sensible como mamá? Identidades de género en la adolescencia, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud. Para poder cambiar estas cifras, los expertos consideran que hay que implantar programas de prevención universal en los centros educativos que tengan como objetivo la reducción de riesgos y la detección de signos de alarma, además de la promoción de relaciones saludables.

"La manera más eficaz de adquirir habilidades socioemocionales con las cuales se pueda prevenir la violencia entre adolescentes es el aprendizaje directo, es decir, situar a los adolescentes en escenarios hipotéticos donde ellos mismos sean los protagonistas y ayudarlos a gestionar la situación proporcionándoles recursos para afrontar situaciones tensas, frustrantes, estresantes o conflictivas, siempre con la guía y la supervisión de expertos en el tema", señala Aizpitarte, que añade que el ideal es que estos programas se integren en el currículum escolar, se dirijan a toda la comunidad educativa, impliquen las familias y se empiecen a hacer en edades tempranas.