Pocos días después del 11 de septiembre de 2007, el Puerto de Barcelona vivió horas intensas y angustiantes. Entre los contenedores de un barco procedente de Turquía se escaparon gritos de socorro. Un trabajador les llegó a escuchar y eso permitió que la Guardia Civil localizara a un grupo de 15 inmigrantes escondidos: ocho hombres, dos mujeres y cinco niños. Los polizones procedían de la Franja de Gaza y tras una larga travesía por el mar, y una escala en Marsella, en Barcelona, fueron trasladados a varios hospitales para recibir atención médica. Sin embargo, finalmente, fueron deportados.

Según los datos del Ministerio del Interior, a los cuales ha tenido acceso ElNacional.cat, a través de una solicitud de acceso a información pública, entre el 2016 y en el 2024, han llegado al Port de Barcelona un total de 137 polizones: 11 (2016); 20 (2017); 15 (2018); 47 (2019); 15 (2020); 13 (2021); 9 (2022); 3 (2023), i 4 (2024). Las autoridades afirman que se desconoce cuál era su procedencia y lo justifican asegurando que "han embarcado mediante procedimientos no regulados y desconocidos por el capitán del barco". La policía española explica que el control estadístico de los polizones empezó en el 2016.

ElNacional.cat ha pedido al Ministerio del Interior información adicional sobre estas personas para saber si alguna había pedido asilo, si en caso de haberlo pedido había sido denegado y si todas habían recibido protección internacional con acceso a un letrado gratuito e intérprete para conocer sus derechos. Fuentes del gobierno español se han limitado a aclarar que "no existe ninguna solicitud de petición de asilo por parte de estas personas entre 2016 y 2024". Esta falta de peticiones sorprende teniendo en cuenta que la Ley 12/2009 reguladora del derecho de asilo reconoce que "las personas nacionales no comunitarias y las apátridas presentes en territorio español tienen derecho a solicitar protección internacional en España" y "para su ejercicio, los solicitantes de protección internacional tienen derecho a asistencia sanitaria y asistencia jurídica gratis".

Las noticias sobre la llegada de polizones al Puerto de Barcelona son escasas, por no decir que prácticamente inexistentes. Sin embargo, esto no significa en ningún caso que este fenómeno no exista, sino que más bien lo que pasa es que no trasciende: se trata de un fenómeno completamente invisible. Desde la existencia del transporte marítimo ha habido casos de personas que, escapando a situaciones desesperadas en sus países de origen, se han escondido en embarcaciones para introducirse clandestinamente en países donde esperaban tener un mejor futuro. Es un fenómeno que, en pleno siglo XXI, sigue presente en la vida marítima y el puerto de la capital catalana no es una excepción.

 

 

 

Siete años después del caso de los 15 palestinos, en el 2014, nueve hombres procedentes de Marruecos llegaron escondidos en un contenedor. Una vez interceptados, el grupo fue a charlar en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE). La policía nacional española les expulsó. En aquella ocasión la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado (CEAR) levantó la voz, cuestionando si aquellos hombres habían recibido asistencia jurídica, si las autoridades les habían preguntado si querían protección internacional y planteando si se los pensaba deportar de España sin saber antes por qué motivo habían huido de sus países.

En su informe de 2024, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) se subraya la falta de información oficial sobre los polizones. Esta organización sostiene que desconoce las cifras de los polizones legados a puertos españoles y tampoco conoce si tuvieron acceso al procedimiento de protección internacional. Según este informe, la Oficina de Asilo y Refugio del gobierno español no recoge estadísticas sobre solicitudes de personas llegadas a España como polizones, ni desglosa las solicitudes hechas en puertos españoles como solicitudes en frontera o territorio. La organización lamenta que la mayoría de casos los conoce por la prensa.

Como aquellos inmigrantes indocumentados que llegaron hace más de una década, los que han llegado los últimos diez años tampoco han chocado con mejor fortuna cuando han llegado al Port de Barcelona. Todos, sin excepción, han sido deportados, de acuerdo con la información de Interior consultada por ElNacional.cat. Según la policía, a los 137 polizones se les ha aplicado el procedimiento "común" que recoge la "Instrucción conjunta de la Dirección General de Inmigración sobre tratamiento de polizones extranjeros", que fecha del 28 de noviembre de 2007. Ninguno de los polizones desembarcó y todos fueron devueltos a los puertos de procedencia. Los gastos del retorno van a cargo de la casa consignataria del barco y el armador.

¿Todos deportados sin opción de asilo?

¿Y como las autoridades han decidido que los inmigrantes no merecían acogerse a la protección internacional en caso de que en su caso ocurriera reclamarla? José Antonio Domínguez, abogado del despacho AIYON Abogados, especializado en derecho marítimo con experiencia en casos de polizones, explica qué es lo que tendría que pasar una vez un barco con polizones a bordo llega a un puerto. "Las autoridades y la tripulación tienen que extremar las medidas de seguridad". En este sentido, a menudo se contratan servicios de vigilancia privada para abordar esta situación para "reforzar a la tripulación". La policía nacional española tiene que acceder al barco para identificar a los polizones. Esta primera entrevista es "fundamental para definir el estatuto jurídico" de los polizones, subraya el abogado. "Los polizones tienen la oportunidad de manifestar su intención de solicitar la entrada en territorio español o de acogerse a la protección internacional", añade Domínguez.

Esta entrevista es el momento en que se dirime si el polizón será tratado como solicitante de asilo o como inmigrante en situación irregular. En caso de que el polizón exprese su voluntad de solicitar protección internacional, "las autoridades tienen que iniciar inmediatamente el procedimiento de solicitud de asilo en frontera previsto en el artículo 21 de la Ley 12/2009, garantizando en todo momento su derecho a asistencia letrada gratuita y a un intérprete", apunta al abogado del despacho AIYON Abogados. En los últimos diez años, ninguno de los polizones llegados al Port de Barcelona han obtenido protección internacional. El Gobierno admite que ninguno ha llegado a desembarcar y que todos han vuelto por donde han venido.

Domínguez recuerda que "las autoridades competentes están obligadas a respetar escrupulosamente los derechos humanos de los polizones". De hecho, una vez atraca el barco se tiene que elevar un informe sobre las condiciones de habitabilidad y salubridad de los espacios donde están los polizones en barco.

Retos logísticos

El fenómeno de los polizones acostumbra a cambiar bastante los planes|planos de los barcos, supone un tropiezo|obstáculo en las rutas que hacen y unos perjuicios porque es una presencia que no pueden descargar fácilmente los puertos. La realidad es que no hay países que reciban polizones con los brazos abiertos. Cristian Castillo, profesor de Logística y Operaciones en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica que las líneas marítimas más expuestas al fenómeno suelen ser las que conectan con puertos "en zonas con alta presión migratoria o con carencias estructurales con respecto a la seguridad portuaria". Rutas que incluyen escalas en puertos del norte de África como Ceuta o Nador acostumbran a ser las que se encuentran con más casos de polizones, de personas procedentes del Magreb. "El fenómeno de los polizones condiciona de manera directa y significativa la actividad de las navieras, tanto desde el punto de vista operativo como económico", destaca Castillo. Las compañías están obligadas "a gestionar el desembarque de la persona en un puerto seguro, un procedimiento que puede implicar desvíos de ruta, retrasos en la llegada de la carga y un aumento de los costes asociados a la travesía".

Desde un punto de vista logístico, las naves que operan rutas con riesgo de polizones "se han visto obligadas a reforzar sus mecanismos de prevención para evitar el embarque clandestino de personas", afirma el profesor de la UOC. En barcos con diseños de popa abierta, se han implementado elementos físicos como rejillas o barras de acero para bloquear el acceso al compartimento del timón, uno de los puntos más utilizados por los polizones para esconderse, comenta Castillo. Además, se instalan escotillas de inspección que permiten revisar áreas ocultas antes de zarpar, y se llevan a cabo inspecciones externas con la ayuda del bote de rescate cuando el barco se encuentra en condiciones de lastre, momento en que navega sin carga.