La filósofa Martha C. Nussbaum, de 78 años, será integrada este año al temario de selectividad, sustituyendo al padre del liberalismo, el británico John Locke (1632-1704). La inclusión de la pensadora americana responde a una creciente necesidad de visibilizar pensadoras que han aportado perspectivas innovadoras y críticas a la filosofía, tradicionalmente dominada por figuras masculinas. Con este cambio, los estudiantes tendrán acceso a una filosofía que no solo aborda cuestiones clásicas como la justicia, la ética y la política, sino que lo hace desde un prisma humanístico, poniendo énfasis en la vulnerabilidad humana, el papel de las emociones y la importancia de las humanidades en la configuración de ciudadanos democráticos. La presencia de Nussbaum a la selectividad no es solo un reconocimiento a su brillante trayectoria, sino una declaración de principios sobre el tipo de educación y de sociedad que se quiere construir, centrada en la complejidad humana y la diversidad intelectual.
El perfil de Martha Nussbaum revela una trayectoria singular. Licenciada en arte dramático por la Universidad de Nueva York, su pasión la condujo en Harvard, donde forjó su camino en la filosofía y se convirtió en la primera mujer a recibir una beca “fellowship”, cobertura económica que se basa en el reconocimiento de mérito académico o el potencial investigador. Este fue un punto de inflexión que marcó el inicio de una prolífica carrera como investigadora, centrada en las raíces clásicas de la ética y la justicia. Actualmente, desde su cátedra en la Universidad de Chicago, Nussbaum imparte clases de Ética y Filosofía del Derecho y trasciende las aulas con una presencia activa en debates morales públicos y académicos. En el 2012, su compromiso con la justicia y el conocimiento fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales, en una distinción que enaltecía su “profundo conocimiento del pensamiento griego, su contribución a las humanidades, la filosofía del derecho y de la política y su concepción ética del desarrollo económico”.

Resumen de una obra: virtud, emociones y capacidades del ciudadano en democracia
Las ideas de Martha Nussbaum se alimentan de muchas áreas, desde la filosofía antigua hasta las ciencias sociales. Su objetivo es encontrar respuestas a los grandes retos que afrontan nuestras sociedades de hoy, como la justicia, como educar ciudadanos activos y como entender el papel de las emociones en la vida pública. Nussbaum se zambulle en el pensamiento clásico, especialmente de la antigua Grecia, y nos habla de cómo somos de vulnerables los humanos, de cómo la suerte (tychē) puede cambiarlo todo en un instante. A través de las tragedias griegas y de las ideas de filósofos como Sócrates y Aristóteles, explora como la visión de los antiguos sobre la relación entre nuestra esencia y las cosas que no podemos controlar; sobre el equilibrio entre la bondad y la imprevisibilidad del destino. Su obra clave, ‘La fragilidad del bien: Fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega’, lo expone con detalle. Allí, el concepto de eudemonía de Aristóteles —que significa felicidad en el sentido de vivir bien y desarrollarse como persona— nos recuerda que el verdadero éxito está en el ser bueno y justo a pesar de las incertidumbres.
Entre los hombres buenos y decentes, algunos no están preparados para las sorpresas de la vida, y sus buenas intenciones fracasan cuando se enfrentan a cuestiones como el cuidado de los hijos"
La defensa apasionada por las humanidades y la imaginación literaria es otro pilar de su filosofía. Nussbaum sube la voz contra el abandono de las artes y las humanidades en los currículums educativos, una tendencia global que, según ella, prioriza el lucro por encima de la formación de ciudadanos íntegros. Para la filósofa, esta “crisis silenciosa” de la educación es más grave que cualquier crisis económica, ya que amenaza con crear “generaciones enteras de máquinas útiles” en lugar de individuos capaces de pensar críticamente, de comprender el sufrimiento ajeno y de cuestionar las tradiciones. En obras como ‘Justicia poética’ y ‘El conocimiento del amor’, Nussbaum teje la idea de que la literatura, especialmente la novela, es una herramienta poderosa para el desarrollo de la razón, capaz de fomentar una comprensión ética que trasciende el intelecto para abrazar también la emoción. La imaginación narrativa es, por lo tanto, una puerta a la compasión y a la ciudadanía global que nos permite habitar la piel de otros y percibir la complejidad de la vida humana en todas sus facetas.
Los cursos de humanidades, en particular, a menudo parecen poco prácticos, pero son vitales, porque hacen crecer la imaginación y desafían la mente a ser más receptiva, más crítica, más amplia"

En el ámbito de la filosofía política, Nussbaum se adentra en cuestiones como la libertad de conciencia y los derechos de las minorías, defendiendo un feminismo universalista que sitúa la dignidad humana como valor innegociable. Su contribución más influyente es, quizás, el enfoque de las capacidades, desarrollado conjuntamente con Amartya Sen. Esta propuesta ética se centra en las “oportunidades” o “capacidades” esenciales que todo ser humano tendría que poseer para alcanzar una vida digna y llena, desde la salud y la integridad física hasta la libertad política y el acceso a la educación. Este modelo reconoce la dignidad inalienable de cada persona y propone estrategias concretas para asegurar que todos los ciudadanos puedan superar un umbral mínimo de oportunidades, un ideal que Nussbaum ilustra con casos reales de mujeres marginadas en la India.
Todo estudiante universitario tendría que estudiar filosofía. Hace falta llevar una vida reflexiva y cuestionar las propias creencias. Si se aprende el pensamiento crítico, el debate político degenera en un concurso de eslóganes"
Las emociones, lejos de ser un obstáculo para la razón, son para Nussbaum una fuente de inteligencia y discernimiento. Desafía la dicotomía tradicional entre razón y emoción, argumentando que las emociones son, en esencia, juicios de valor que revelan aquello que consideramos significativo en nuestras vidas. La compasión, por ejemplo, no es solo un sentimiento, sino una emoción moral fundamental que impulsa a los ciudadanos a preocuparse por el bienestar de los otros, especialmente de los más vulnerables. Su teoría de las emociones busca integrarlas en una teoría de la justicia, tradicionalmente muy racional y alejada de las pasiones.
Las emociones no son solo impulsos sin sentido; contienen pensamientos sobre asuntos importantes"
Finalmente, su apuesta por la educación de la ciudadanía democrática es un clamor persistente. Nussbaum aboga por una formación que capacite a los jóvenes para pensar críticamente, para deliberar sobre cuestiones políticas, para transcurrir sus lealtades locales y para comprender la realidad de los otros. El método socrático (mayéutica) —basado en el descubrimiento de la verdad a través de preguntas y respuestas— y el poder de la imaginación narrativa son, para ella, herramientas indispensables para cultivar la empatía y el respeto mutuo, elementos clave para la resolución pacífica de los conflictos en un mundo cada vez más fragmentado. Su propuesta educativa es un contrapunto a las tendencias que promueven la docilidad y la sumisión a la autoridad, fomentando una cultura de disidencia y de cuestionamiento individual, que considera la base de una democracia viva y reflexiva. ¿Qué nos queda si ni tan solo hay voluntad de entender?
El miedo y la monarquía hacen buena pareja. Pero la democracia implica tener que trabajar con gente que quizás no te gusta, pero a los que tienes que considerar los tuyos iguales. Un pueblo temeroso nunca confía en el otro bando.
Mis propios estudiantes dicen que no confían en nadie que haya votado a Trump. Como podemos tener una democracia así?"