A tan sólo 2,2 kilómetros del radio municipal de Barcelona, encontramos El Papiol, un pequeño pueblo del Baix Llobregat donde sus 4.145 habitantes (según fuentes del Idescat a fecha 1 de enero del 2019) han vivido su primera semana de desconfinamiento sin restricciones horarias para salir a la calle a hacer deporte o pasear, tal como decretó el Gobierno para todos aquellos municipios con menos de 5.000 habitantes.

Para llegar desde Barcelona por carretera, sin embargo, tenemos que hacer unos cuantos kilómetros de más, no podemos cruzar en línea recta por el parque de Collserola. Así que cogemos libreta y bolígrafo, nos ponemos la mascarilla y nos vamos a convivir una tarde con vecinos y vecinas de El Papiol, para conocer cómo llevan este desconfinamiento que, para la gran mayoría, supone un retorno a una "semilibertad".

El Papiol

Aparcamos delante del Ayuntamiento, en la misma avenida de la Generalitat de Catalunya, el único acceso del pueblo por carretera, y nos cruzamos con una pareja de mediana edad, Ximo y Eloise, que, por el estilo deportivo que visten, tienen toda la pinta que van a hacer ejercicio. "Son las cinco de la tarde y vosotros podéis salir legalmente a la calle, qué suerte, ¿no?" "Sí, la verdad es que ya vemos la luz al final del túnel y eso nos ayuda. Cada día después de trabajar salimos una hora a tomar el aire y a tomar un poco el sol", dice Ximo. "Y respecto a la medida de no tener restricciones horarias, ¿qué pensáis?" "Sin horarios para salir la gente se dispersa más; con las restricciones horarias todo el mundo sale a la hora que le ordenan y eso hace que se acumule mucha más gente en las calles, así que tal y como estamos nosotros lo veo más cómodo", comenta Eloise, y añade Ximo: "Somos menos habitantes y al final eso se nota".

"Sin horarios para salir, la gente se dispersa más; con restricciones horarias, todo el mundo sale a la hora que le toca y eso genera más acumulaciones"

Ximo y Eloise - El Papiol

Siguiendo andando por la misma avenida, nos cruzamos con Maria Carme y Joan, que van a abrir la Pastisseria – bomboneria Joan, que tienen desde el año 1983 y que a lo largo de estos meses han mantenido abierta cada día, eso sí, con un horario reducido. "Aquí lo vivimos como una semilibertad, al no tener restricciones horarias ves a la gente que sale por la mañana, por la tarde y por la noche, hay más libertad", dice Joan, y añade Maria Carme: "Desde el pasado dos de mayo se ve bastante más movimiento. El sábado la gente se lo cogió como si aquí no pasara nada, como nos dejan salir... Nosotros le tenemos mucho respeto a poder contagiarnos". Por eso extreman todas las medidas pertinentes, sin embargo, ¿cómo ven la medida? "¿Estáis a favor?" "Yo lo habría restringido más tiempo, porque vas a la plaza y ves a la gente reunida, con los niños, y piensas que quizás nos hemos adelantado un poco", considera Maria Carme. "¿Y tú, Joan, estás de acuerdo?" "Sí, el problema es que vivimos en un pueblo pequeño y nos conocemos todos, eso hace que si sales y conoces a los demás, al final es inevitable hablar y agruparse".

"Vivimos en un pueblo pequeño donde nos conocemos todos, eso hace que si sales sea más fácil hablar y agruparse"

Maria Carme i Joan - El Papiol

Justo al salir de la pastelería, nos encontramos con Bernat, un joven de 19 años que va a correr a media tarde, sin la obligatoriedad de tener que esperarse a que sean las ocho de la noche. "Desde el sábado pasado la cosa ha mejorado mucho, ahora puedo salir por las tardes a hacer deporte por la montaña y lo aprovecho, cada dos días salgo a correr". A pesar de que el joven reconoce que tiene miedo de contagiarse del virus, su día a día, dice, no ha cambiado excesivamente. "Podríamos decir que hago lo mismo que antes pero sin ir al instituto, estudio desde casa". Con respecto a las restricciones horarias, el joven considera: "Al ser menos personas hace que se puedan agrupar menos gente, cosa que veo bien porque así la multitud es menor".

Bernat - El Papiol

Subimos por la calle Major y, justo a la derecha, encontramos a la peluquería L'essència, donde Noèlia —que levantó la persiana el pasado martes— está peinando a Teresa. "Es la tercera vez que salgo de casa a lo largo de este confinamiento", exclama Teresa, de 72 años, toda orgullosa, aunque reconoce que tiene suerte de tener una casa con jardín, un hecho que la ha ayudado a pasar mejor el tiempo, cuidando sus plantas y flores.

"Que podamos salir a la calle sin tener unas horas marcadas lo veo bien, porque con restricciones al final la gente se acumula mucho más, y así todo el mundo está más disperso", dice Teresa. Y añade: "Pero el otro día no me gustó, vi a mucha gente por la calle sin mascarilla y sin ningún tipo de protección o medida de seguridad. Yo no salgo de casa nunca sin mi mascarilla". Noèlia apunta: "Con mesura y con conciencia individual, es una buena práctica a aplicar en pequeños municipios".

Saliendo de la peluquería nos cruzamos con Eric, un joven de 21 años que durante el confinamiento no dejó de trabajar, hecho que no le ha comportado un gran cambio respecto de la situación actual. A pesar de todo, se muestra crítico con respecto a la normativa de la que puede disfrutar en su pueblo. "Cuando salimos todos a la vez, al final el riesgo de contagio sigue estando presente. Yo lo restringiría más para no encontrarnos todos en la calle a cualquier hora, ¡al final somos 4.000 personas!".

Eric - El Papiol

Con una bolsa en mano y con una mascarilla, paramos a Lucas. Él es otro habitante de El Papiol, que asegura no haber notado ningún cambio con respecto a la fase anterior del confinamiento total. "Trabajo en la industria y sólo paramos del todo dos semanas, así que la verdad es que he notado poco la diferencia". "Y con respecto a la medida de no tener restricciones horarias en pueblos de menos de 5.000 habitantes, ¿cómo lo ves?" "Por lo que veo en El Papiol, lo veo bien, se ve que la gente respeta las medidas de seguridad".

A su lado, pasan Pedro y Beatriz, que van acompañados del perro. Desde el pasado dos de mayo, ahora hace una semana, Beatriz nos comenta que a ella le ha cambiado mucho su día a día. "Salgo a andar un rato cada día y doy una vuelta al pueblo. Antes sólo salía para ir a trabajar". Por otra parte, Pedro exclama: "Teníamos muchas ganas de salir, pero damos una vuelta y volvemos a casa, tampoco damos paseos innecesarios". Una situación sin restricciones, la suya, con la que están a favor, teniendo presente que "la gente tiene que ser responsable de uno mismo y se tienen que preservar las medidas de seguridad para evitar los contactos sociales y poder protegernos".

"Teníamos muchas ganas de salir, pero damos una vuelta y volvemos casa, tampoco damos paseos innecesarios"

Acabamos la ruta por El Papiol conociendo a Maria Rosa, que tiene 70 años y que vuelve de la peluquería. "Desde que podemos salir a todas horas, ahora hace una semana, que no he notado ningún cambio". Maria Rosa, que vive con su marido, asegura que el hecho de vivir en una casa grande la ha ayudado mucho, aunque mientras duraba el confinamiento total, "sólo salía a buscar el pan y la fruta, eso sí, siempre bien equiparada".

Maria Rosa - El Papiol

Nos marchamos de El Papiol por la misma avenida por la que hemos entrado, dejando atrás el municipio más próximo de Barcelona con menos de 5.000 habitantes. Un pueblo con opiniones diversas, en el que la gran mayoría coincide a favor de la medida de no tener ninguna restricción horaria a la hora de salir a la calle para pasear o hacer deporte. Un hecho que nos ha permitido conocer papiolencs y papiolenques que se encontraban legalmente en sus calles y plazas a media tarde, sin tener en cuenta ninguna franja horaria como las que tienen impuestas el resto de habitantes de municipios y ciudades superiores a las 5.000 personas para salir hacer deporte o pasear.