Esta es, seguramente, una de las visitas más chocantes para el papa Francisco desde que accedió al papado en el año 2013. En su estancia en Polonia, Bergoglio ha accedido este viernes al campo de concentración nazi de Auschwitz, donde fueron exterminadas más de un millón de personas.

El Papa ha entrado a pie en el campo, en una visita que ha sido en estricto silencio. Las únicas palabras que ha discho el pontífice en Auschwitz las ha dejado por escrito en el libro de honor.

Más tarde, se ha trasladado en coche eléctrico hasta el bloque 11, donde se encuentran las celas subterráneas en las que se cerraban a los prisioneros para que murieran de hambre y sed. Allí ha rogado por los condenados, además de por el sacerdote polaco Maximiliano Kolbe, que murió a cambio de un padre de familia. El papa ha bajado también a la celda donde murió el sacerdote, el día en que se recuerda el 75 aniversario del gesto.

En el muro de la muerte, donde fueron ejecutadas las personas condenadas, Francisco ha encendido una lámpara de aceite en conmemoración de las víctimas, que quedará como regalo del pontífice al lugar.

El papa también se ha trasladado unos tres kilómetros hasta el campo de Birkenau, conocido como "Auschwitz 2", donde Hitler quería consumar la "solución final", que significaba exterminar a todos los judíos. Allí ha colocado una vela encendida y se ha reunido con 25 'Justos de las Naciones', como se conocen los que quisieron salvar a los judíos y detener el Holocausto.

En la visita de este viernes, además, el Papa también ha recibido a 10 supervivientes de Auschwitz, entre ellos, una mujer de 101 años que estos días acoge a un joven llegado a Polonia para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).