Aquella sensación agradable cuando alguien te corrige algo. O cuándo alguien está siendo tiquismiquis en una conversación o en una discusión. Y la sensación ya no es tan agradable. Pues bien, es entonces que me viene en la cabeza el "nyinyinyi" de Hatori, el ninja, unos dibujos que hacían por el K3 cuando todavía se llamaba K3. Dibujos que acompañaban a Azuki, Detective Conan, Inuyasha, Kochikame, Ranma, Doraemon o Shin Chan.

Otras épocas, sí. Pero todavía me sigue viniendo en la cabeza cuando alguien se enquista en una idea y la aferra tan fuerte que no la suelta. Se le ha dicho centenares de miles a veces que eso no es como lo está entendiendo pero las personas tercas ya se sabe. Hay que decir que la palabra tiquismiquis, la versión castellana de tiquismiquis, es la que más rápido me viene a la cabeza cuando pienso en el "nyinyinyi" que le diría a la persona que tengo en frente.

"Nyinyinyi" es la típica expresión para terminar definiendo la palabra tiquismiquis cuando no te viene a la cabeza la palabra correcta o cuando no le quieres decir a alguien que es un pedante, un sabio o maestrillos. O quizás es por falta de léxico. O de definición.

Es posible que en todo eso tenga que ver el hecho de no saber identificar correctamente las emociones en cada momento. Igual son muchos deberes pendientes, quien sabe. Poner etiquetas a lo que nos pasa a cada momento no es tan fácil. Y verbalizarlo, menos. Arreglar los muebles del pisito, que nadie ha dicho nunca que fuera chupado.

Pero también es posible que no todo sea culpa de saber o no identificar la que nos pasa por la cabeza. Cuando hablamos en otros idiomas, ¿cómo traducimos las palabras? Otra palabra que me genera la misma dificultad que "tiquismiquis" a la hora de traducir es la de "embrollo", "susurrar", "mimo", "acariciar" o "cobijo".

Aparte de ser palabras bonitas, recogen la mar de bien todo aquello que se quiere transmitir. Lo que me gusta definir como "palabras que abrazan", vaya. Ya no se emperifollará más que todavía nos tendríamos que pinchar insulina. Está claro, sin embargo, que primero se tiene que saber qué se quiere decir o hacer sentir. Si no, siempre se puede acabar todo con un "nyinyinyi" del Hatori.