El mundo del coleccionismo de arte llora hoy la muerte de Antoni Vila Casas (1930-2023). El empresario farmacéutico, más conocido por su vertiente cultural, murió este jueves a los 92 años, según ha informado a su fundación este sábado de madrugada. Su larga trayectoria había convertido Vila Casas en una figura de prestigio por todo el territorio, reconocido como uno de los grandes mecenas del arte catalán, una expresión que a él nunca le gustó. Se utilice la expresión que se utilice, sin embargo, el cierto es que será recordado indudablemente por la extensa colección artística que consiguió recopilar a lo largo de su vida y compartir con el mundo a través de los cuatro museos que abrió a Catalunya.

Su empuje cultural tiene como punto de partida en 1986, cuando creó la Fundación Vila Casas, que impulsó el Espacio Volart y el Museo Can Framis en Barcelona, el Museo Palau Solterra en Torroella de Montgrí, y el Museo Can Mario en Palafrugell. Solo exponía arte de su país. A pesar de las dificultades económicas por las que pasaba la fundación, Vila Casas tenía el objetivo de seguir ampliando su colección hasta el 2030. Nacido en 1930, el filántropo quería asegurarse que sus esfuerzos sirvieran para compilar un siglo de arte catalán contemporáneo. Ávido defensor de la cultura nacional, Vila Casas fue un activista del catalanismo y el soberanismo. Una de sus facetas más conocidas fue también la de taurino, afición que vivía con intensidad y que entendía como propia de la cultura catalana.

La vida de Vila Casas también siguió otro camino: el de farmacéutico. En 1956, se licenció en farmacia por la Universidad de Barcelona, y cuatro años después fundó los Laboratorios Prodes, que se fusionaron en 1995 con los Laboratorios Almirante. Aunque esta faceta suya era menos conocida, no por eso la relegó a segundo término. Él había llegado a declarar que "nunca" dejaba de estar ligado a la investigación científica. De hecho, la salud fue el primer objetivo de su fundación. Preocupado por los efectos de la pandemia, en los últimos años había realizado grandes donaciones al mundo sanitario, como dos millones de euros en el Hospital de la Vall d'Hebron.

Sus méritos lo llevaron a ser nombrado miembro del Consejo Social de la Universidad de Barcelona, de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi y de la Real Academia de Farmacia de Catalunya. En 1996 recibió la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil y el 2004 el premio Montblanc al mecenazgo, que concede la Fundación Montblanc. Las máximas distinciones llegaron en 1999, cuando le fue otorgada la Cruz de Sant Jordi, y el 2022, cuando se le entregó la Medalla de Oro de la Generalitat de Catalunya.