Llevaban 58 años de casados y su amor los unió hasta el final de sus vidas. George y Ora Lee Rodríguez murieron juntos casi al mismo tiempo y cogidos de la mano en San Antonio, Tejas. Los dos tenían 78 años y llevaban toda una vida juntos. Se conocieron cuando eran adolescentes, pero ahora la demencia senil les había cambiado su manera de vivir.

George fue hospitalizado por una embolia y su mujer decidió no separarse de él mientras estaba en el hospital. Dormían en la misma habitación del centro, cada uno en su cama, pero cuando él murió, ella le cogía la mano. Tres horas más tarde, Ora también moría.

El matrimonio estaba rodeado de sus hijos y nietos. Una de sus hijas, Corina Martínez, perpleja y sorpresa, describía la imagen como una situación "difícil de creerse" porque "es algo que sólo voces en las películas". Otra de sus hijas añadía un toque todavía más romántico a la historia: su madre siempre les decía que "se llevaría al padre por delante el día en que muriera o viceversa".

Los vínculos afectivos y emocionales son, a veces, "tanto fuertes" que pueden provocar situaciones como estas. La psicóloga Alicia Lareu explica a EFE que "también es posible morir de amor".

"No es una cosa que vemos todos los días y depende mucho de cómo reaccione la persona ante la muerte de un ser amado, no todos viven el luto de la misma manera", relata Lareu, que añade que "todos los seres humanos merecemos y deseamos en nuestro interior que alguien nos ame de esta manera hasta el final".