Hacía semanas que el mosén echaba de menos el dinero que recogía a la misa de los domingos. Los guardaba en la sacristía. Cerrados bajo llave. Pero nunca escuchó ni vio a nadie ni encontró la cerradura forzada. Y llamó a los Mossos d'Esquadra.

El ladrón no había dejado ni una pista. Por eso se decidió enviar a un mosso a la misa del domingo pasado. Una vez acabado el oficio, el agente vio cómo un hombre de mediana edad entraba en la iglesia e iba de derecho a la sacristía. Era el ladrón. Abrió la sacristía con unas llaves, entró y al cabo de un rato salió con los 37 euros que se habían recogido durante la misa.

En el momento que salió, el agente infiltrado lo paró y pidió que se identificara. El ladrón lo confesó todo: que había robado él el dinero y que el mes de mayo pasado consiguió un juego de llaves de la iglesia y que desde hacía dos meses, algunos domingos, iba a misa para robar las limosnas.

No se sabe cuánto dinero se ha llegado a llevar, porque el rector de la parroquia no tenía contadas las limosnas. El hombre es un vecino de Vic de 52 años.

El ladrón acabó detenido, a los juzgados y con la limosna requisada. Pero el juez lo dejó en libertad con cargos por robo con fuerza y hurto.