El jurado popular ha declarado culpable al hombre que gravó con vídeo a su pareja mientras agonizaba durante horas por un ataque diabético en junio del 2019 en Viladecans (Baix Llobregat). Los jurados, por 7 votos en 2, consideran que el hombre, conscientemente, no hizo nada mientras ella se estaba muriendo. El tribunal popular, además, considera que el hombre la dejó morir a pesar de conocer su vulnerabilidad y que su actitud le provocó grandes sufrimientos a la víctima. No obstante, no consideran probado que actuara por machismo o considerando que la víctima era inferior por ser mujer. La mujer sufrió una subida de azúcar y pidió ayuda al hombre, también diabético, que fue hasta su piso pero no le dio nada ni llamó a emergencias. Ahora, el magistrado que ha presidido el jurado tendrá que dictar la sentencia.

El jurado se opone a la posible suspensión de la pena o el indulto. La fiscalía pedía inicialmente prisión permanente revisable para el hombre, que también está acusado de maltratar previamente a la víctima con varias agresiones. La defensa alega que el hombre pensaba que era un ataque debido a las drogas y el alcohol, como otras veces, y que fue la mujer quien le dijo que no llamara a nadie. En su veredicto, hecho público este viernes por la tarde, el jurado considera probado por unanimidad que el acusado maltrataba y agredía su pareja tanto física como psicológicamente. También admiten que la víctima era consumidora ocasional o habitual de cocaína, pero no abusaba, y menos todavía la noche de los hechos.

Basándose sobre todo en los audios que la víctima enviaba al acusado, a grabaciones de las conversaciones que tuvieron por teléfono y, sobre todo, a los 15 vídeos que el hombre grabó durante horas la noche de la muerte, el veredicto considera demostrado que el acusado era consciente del gran deterioro físico que tenía la víctima aquella noche y cómo iba empeorando. Según el jurado, cualquier persona con sentido común se daría cuenta de las dificultades de la mujer, que fue grabada desnuda y con graves dificultades para hablar y respirado mientras le pedía ayuda, que le diera medicamentos, que le abriera una botella o trucara una ambulancia. "Me muero", le llegó a decir. Como respuesta, el acusado la contempló, mantuvo una actitud "pasiva" y "desviaba la conversación" o incluso parece que se "mofara" y "fingía que lo ayudaba". Además, considera que la muerte no se habría producido si el acusado hubiera actuado ayudándola o llamando a emergencias.

Los hechos probados

Según se ha considerado probado, el acusado y la víctima empezaron una relación sentimental sin convivencia en febrero del 2019, y a menudo dormían juntos en el domicilio de la mujer, en Viladecans. Ya desde el inicio de la relación, y con una frecuencia que fue aumentando con el tiempo, el acusado, con el fin de afirmar su supuesta superioridad, controlaba todo lo que hacía la mujer, le recriminaba públicamente que hablara con otros hombres, se mostraba celoso y posesivo, la insultaba y agredía y a menudo generaba grandes escándalos en público y en privado.

Todo eso generó en la víctima un creciente sentimiento de inferioridad y ambivalencia emocional respecto del acusado, y la aisló, cosa que le impedía afrontar lo que le pasaba ni pedir ayuda a nadie. También le hizo temer por su propia integridad física y la de su hijo menor de edad. Eso hizo que pocas semanas antes de su muerte, pidiera al padre del niño que se lo llevara a vivir con él en Ciudad Real. También se bajó una aplicación en su teléfono móvil para grabar las llamadas telefónicas.

La reconstrucción

Así, el 19 de abril, durante una discusión, el hombre la agredió en las costillas. La mujer fue al médico pero ocultó el origen de las lesiones, y, en un mensaje de voz enviado por WhatsApp al acusado, le reprochó de forma muy emotiva. La noche del 14 al 15 de junio se discutieron en el exterior de un bar y el hombre empujó e insultó a la mujer. Poco rato después el hombre pegó en la cara a la mujer y en la parte de encima del cuerpo, cosa que le provocó una inflamación de cara y ojos al día siguiente. Estas lesiones y la vergüenza de saber que la mayoría de su entorno sospechaba de las agresiones, se hundió física y emocionalmente a partir del 16 de junio. Dejó de ir a trabajar al bar que regentaba, se encerró en casa sin casi hablar con nadie y se despreocupó de su alimentación y de la diabetes tipo 1 que sufría desde hacía tiempo por el consumo abusivo de cocaína. Todo eso provocó que la tarde noche del 17 de junio empeoró progresivamente su estado físico. Cuando se dio cuenta de la situación de creciente debilidad, tenía vergüenza de avisar a sus familiares para que no se dieran cuenta de que había sido agredida.

Por eso, intentó contactar varias veces con el acusado para pedirle ayuda. Pudo hablar varias veces entre las 21.30 y las 22.45 horas de aquella noche. El acusado fue al domicilio de la víctima voluntariamente para ayudarla, y llegó a las 22.50 horas. Una vez allí, y sabiendo la enfermedad que sufría la mujer y el sufrimiento que tenía, ya que él también es diabético y tiene estudios en odontología, se dio cuenta de que la víctima estaba mareada, respiraba de forma agitada, estaba cansada, sudaba, no controlaba los esfínteres, tenía dificultades por|para moverse y hablar, y tenía mucha sed. Viendo que era la única persona que podía ayudar a la víctima, y sabiendo del riesgo que sufría la mujer, contempló "impasible" y hasta las 3.39 horas el deterioro físico de la víctima, que quedó semiinconsciente. Ni tan sólo le controló el nivel de azúcar con un glucómetro y tampoco llamó a emergencias. La hiperglucemia que tenía la mujer le provocó un fallo multiorgánico y la muerte.

Durante aquellas cinco horas, la mujer le suplicó ayuda, pero el hombre se mostró impasible. Durante aquellos ratos, la grabó en vídeo hasta 15 veces con su teléfono móvil donde aparentemente se le veía ayudando a la mujer, aunque en realidad no hacía nada para salvarla ni llamó a emergencias. La grabó mientras se deterioraba, desnuda y desfallecida, intentando pedir ayuda sin obtener respuesta. El acusado, que tiene antecedentes penales susceptibles de cancelación, se levantó por la mañana y primero fue al taller de coches y después fue a la policía a explicar los hechos. Fue arrestado tres meses después, el 19 de septiembre.

Los argumentos de la defensa

Por su parte, la defensa alega que los dos mantenían una relación sentimental abierta y que a menudo abusaban del alcohol y las drogas. De hecho, asegura que el abuso de drogas y las deudas con el bar que regentaba la hicieron caer en una depresión. El consumo de drogas y medicamentos le habría causado, en más de una ocasión, que se diera golpes involuntarios que después no recordaba, y también ataques que la dejaban semiinconsciente. Por eso aquel día el acusado habría pensado que era un ataque más y la gravó con vídeo para enseñarle al día siguiente y hacerla reflexionar.

No obstante, los peritos aseguraron que la mujer no ingirió alcohol ni ansiolíticos en las horas previas a su muerte. Por el contrario, sí que consumió cocaína, ya que se encontraron restos en un frotis nasal y presencia en sangre y orina, todo y que en unos niveles bastante bajos. Los forenses también apuntaron que en el momento de la muerte la víctima tenía un nivel de glucosa de casi 600 mg/dl, seis veces por encima del normal. Una hiperglucemia que requería, en caso de no disponer de insulina, hidratarla y trasladarla a un hospital. El forense que reconoció a la víctima confirmó que la causa de la muerte fue una hiperglucemia aguda. Recordó que en el momento de la muerte su nivel de glucosa era superior a 1.000, cuando un nivel normal superaría de poco los 100, y descartó que el consumo de cocaína se pueda relacionar con la muerte. "Lo que tiene incidencia es que no se le diera insulina. La presencia de cocaína es intranscendente", añadió. El médico también ha asegurado que el problema que presentaba la víctima se hubiera solucionado con pocos minutos si el acusado hubiera llamado a una ambulancia y, mientras tanto, lo hubiera hidratado.

Durante su declaración, el hombre también quiso negar todas las acusaciones de agresiones físicas a la mujer, que ha puesto sobre la mesa la fiscalía. En alguno de los audios escuchados, extraídos de sus teléfonos móviles, la víctima reprochaba al acusado que la maltratara física y psicológicamente y lo amenazaba con dejarlo. En otros, sin embargo, le expresaba que lo necesitaba y le pedía que estuviera por ella. Por último, los psicólogos concluyeron que el acusado no presentaba ningún tipo de alteración psíquica y que por lo tanto sabía perfectamente lo que hacía y era libre para hacer lo que quería hacer.