"Cuando vinimos aquí teníamos ganas de tener un hijo, y de lo que teníamos muchas ganas, realmente, era de que creciera aquí". Núria Fàbregas, madre de Lluc Armengol y Rosa Lugo, llegó a Tiana el año 1977, y hace unos 40 años que vive en comunidad en una masía del siglo XV en un pueblo del Maresme a 20 minutos de Barcelona. Las declaraciones de Anna Gabriel de la CUP sobre tener hijos y educarlos en común, son el día a día de Núria y Lluc, madre e hijo que han convivido a lo largo de estos años en can Boter, la masía que dio nombre a la comunidad de artistas, que todavía hoy es casa de acogida. 

En la cocina de la masía, donde está la mesa donde se hacen las grandes comidas y el desayuno de cada día antes de ir a trabajar, están Núria y Lluc. Lluc ya tiene 38 años y vive entre su casa y la masía que lo vio crecer. Tiene tres hijos que van a comer cada día, como hacen a todos los niños que comen en casa los abuelos cuando salen al mediodía de la escuela. Y está a punto de ser tío de una niña que, como él y su hermana, crecerá en can Boter.

Haciendo el café les insisto sobre las declaraciones de Anna Gabriel y madre e hijo se animan:

Lluc: La polémica absurda se ha levantado porque es Anna Gabriel, porque es mujer, porque es de la CUP y porque se le tiene ganas. Yo creo que estas declaraciones en boca de David Fernàndez, por ejemplo, hubieran levantado la mitad de polvareda. Lo que nos tendría que hacer reflexionar es que se haga este alboroto por estas declaraciones. A mí lo que me preocupa, si me preocupa algo, es ver que no ha dicho nada de nuevo. Que ha dicho cosas que se hacen desde los años de los años, que mal no tienen por qué ir, porque, que yo sepa no soy ningún bicho raro y me han criado aquí...

Núria: En los pueblos pequeños, los niños ya crecían en comunidad

Lluc: Hablar de tribu como alguna cosa peyorativa, es extraño. ¿Qué es una tribu? ¿Alguien que trabaja en comunidad, que se ayudan los unos a los otros y que quieren un bien común? Pues ojalá todos fuéramos un poco más tribu. Quizás después dejan al hijo con una nani adicta al Whatsapp. Eso lo he leído por Twitter y me hizo gracia... 

Núria: O los que los tienen todo el día con los abuelos porque ellos no pueden, porque trabajan los dos y que tienen la abuela de ochenta y pico de años...

Lluc: ...empujando el cochecito por la subida, recogiendo a los niños del jardín de infancia... 

La educación por encima de todo

La primavera de 1977 los padres de Lluc, Núria Fàbregas y Joan Armengol i Moliner, pedagogo, payaso y fundador de Los Comediantes, llegan a Tiana y se instalan en la masía de can Boter. Fundan la compañía teatral "La Trágica". Trabajaban con Lluís Pasqual. Llegan con otros artistas como el actor Miquel Gelabert, que todavía hoy vive en la masía. Crean el primer programa infantil de TV en catalán, Terra d'Escudella y empiezan a forjar un sello propio como taller dando forma a gigantes y caps grossos de pueblos de toda Catalunya. Todavía ahora, para ir de un lado a otro de la masía, cruzas los almacenes y talleres de vestuario que se siguen reciclando para diferentes proyectos e historias artísticas. En can Boter todavía está el piano de Eliseo Parra que dejó después de vivir allí unos años.

En medio de todo este vivero de creatividad nace Lluc y unos años más tarde, Rosa. "Yo no quería ni que fueran a la escuela –dice Núria–. I el primer día que Lluc fue a la escuela dijo: 'Ui, qué bien que voy a la escuela'. Y al cabo de una hora dijo: 'Ahora ya me voy a casa'. ¿Fue el único pequeño trauma que tuviste verdad?", dice Núria a su hijo mientras él ríe. 

"Mirándomelo de lejos, era diferente seguro –relata Lluc–. Pero aquí en Tiana había otros. Algún hijo de Pau Riba... No me gustaba sentirme diferente, pero lo era, supongo". 

Su madre recuerda una de las reuniones con la escuela: "Una de las veces que nos llamaron en la escuela era porque Lluc no sabía pegar, no le interesaba nada. Nos dijeron que no discutía con la gente. Pero entonces cogió a dos amigos que ya lo hacían por él". "De Rosa también hay una anécdota muy divertida –dice Núria– cuando le decían 'ahora dibuja a tu familia' y ella decía: '¿toda?'". 

Lluc empezó a ir a la escuela en primero de EGB. Pocos niños en aquella época iban al jardín de infancia y Lluc sólo se perdió los dos años de párvulos. La educación de los hijos de can Boter, iba más allá de tenerlos en la comuna y convivir con el resto de la compañía teatral. Después de la muerte de Franco y con la transición coleando, los padres de Lluc buscaban otro sistema educativo que en aquellos tiempos todavía no existía o que no estaba lo bastante desarrollado... "Estuve mirando de juntarnos unos cuantos padres de aquí de Tiana. Queríamos montar una escuela sólo para un tipo de niños de familias que teníamos otras creencias, pero claro, nos dimos cuenta que después todo eso no se convalidaría. Ahora sí que es más fácil de hacerlo. Pero lo intentamos realmente", explica Núria. Ahora Lluc es el presidente del AMPA de una de las escuelas del pueblo, la escuela Tiziana, con un proyecto educativo que se acerca a lo que quería a su madre para él a finales de los años setenta: una escuela que promueve el desarrollo integral de los alumnos creando espacios para desarrollar sus emociones y pensamientos.

"Para mí lo normal era ir a la escuela y en verano hacer una gira –dice Lluc–. El año que descubrí que los otros niños en verano no iban de gira a hacer espectáculos, entonces sí que tuve un trauma. Dije: 'qué aburrida que es vuestra vida. ¿No vais a actuar todo el verano?'".

Sus padres diseñaron un número teatral para el niño. Era uno más de la compañía: "El famoso número que hacía de pequeño que a la gente les encantaba... Hacía de forzudo, y estirando un hilo, salían dos palomas de las bolas", explica Núria. Lluc remata la explicación: "Daban una vuelta por el público y se me ponían aquí" y señala el hombro izquierdo. "Triunfaba mucho", dice su madre.

Foto: Lluc Armengol

Lluch tenía que nacer en la masía, pero dos vueltas del cordón restañaron los planes de sus padres y les hicieron salir corriendo hacia el hospital. "Habría sido el primer niño nacido en una casa en Tiana de los últimos 17 años", dice Núria orgullosa. La segunda hija de Núria sí que nació en can Boter. "Rosa nació aquí arriba, en mi habitación", explica. El padre de la niña, médico de profesión, no tuvo tiempo ni de asistir el parto, porque Rosa salió con la ayuda sólo de Montse, una de las chicas que vivió en can Boter hasta hace poco y que cuidó de los dos niños.

Montse Xuclà, hermana del guitarrista Toni Xuclà, llega a can Boter cuando Lluc tiene sólo 8 días y su madre tiene que volver a trabajar. "Trabajaba en la cúpula Venus de Barcelona y le pedí si podía venir las horas aquellas y se quedó a vivir aquí para siempre", explica Núria que para que ella pudiera seguir trabajando, siempre estuvo Montse cuidando de los niños. 

Una familia tradicional

Can Boter ha sido a lo largo de los años una gran familia. La gran familia que a Rosa se le hacía pesado dibujar en la escuela. Y las tradiciones se han seguido a rajatabla. Los niños no están bautizados pero las campanas de la iglesia repicaron cuando nació Lluc. "Dimos un bautizo por todo lo alto, y nos tocaron las campanas. Pagué para que nos tocaran las campanas", dice su madre.

"Tengo dos padrinos y dos madrinas", explica Lluc, "no somos religiosos pero celebramos todas las fiestas". Porque "en la historia de can Boter, los espectáculos se han trabajado a partir de las tradiciones, las leyendas populares... La celebración de la Navidad o la primavera no dejan de ser fiestas asociadas al catolicismo, sin embargo, también son los solsticios".

Entre las fiestas que no se han dejado pasar nunca está el domingo de Ramos. "Yo creo que tenemos las fotos de los 39 años de la palma", dice Núria. "Era el vermú del año. Era muy divertido", añade Lluc.

Cuando nacieron los niños de can Boter en el pueblo no se celebraba ni el carnaval. Era el momento de canvio justo que vivía la transición y el grupo de artistas se implicó en una comunidad mayor, se implicó con el pueblo, para que se hicieran las fiestas más tradiciones ayudando a organizar el carnaval o las cabalgatas de Reyes. Núria explica que, cuando llegaron a Tiana, el pueblo "estaba absolutamente parado. No estaba el casal del pueblo. Aquí no había ni el carnaval, ni teatro de aficionados.... Can Boter se implicó con el Ayuntamiento del pueblo porque, explica, que siempre pensó que mientras tuviera los hijos pequeños, si no pasaba nada en el pueblo, ella miraría que hicieran cosas. 

Pero los niños también seguían unas rutinas. "Siempre ha habido una rutina aquí en casa, y todavía la hay. Siempre está el que cocina. Como una casa normal, pero más repartido". Admiten, sin embargo, que de alguna manera son unos privilegiados: "Sin esta casa, sin este entorno, en un piso es más difícil vivir en comunidad. Aquí tenemos unos espacios que favorecen esta manera de vivir". 

La casa permite tener la intimidad que quieren cuando quieren. La masía es lo bastante grande como para que las nueve personas que actualmente viven allí tengan su habitación y su espacio de trabajo. La gran cocina-comedor de la masía, la sala y el espacio de los niños, son las zonas comunes que se llenan de vida cada día, con los que viven en la masía y los transeúntes que siempre se dejan caer, por lo que fue una comuna hippy genuina de los años setenta. 

La tercera generación

La tercera generación en can Boter son cuatro nietos, la última a punto de llegar, Pepa, que se quedará en vivir en la masía. Los tres hijos de Lluc viven en casa con los padres, pero tienen una habitación para ellos en la masía familiar. "Cuando están aquí tienen que hacer caso a quien esté aquí. Tienes que aplicar el sentido común", dice Lluc. "Vivimos bastante a medias. Aquí tenemos dos habitaciones y pasamos la mitad del tiempo aquí. Los niños al mediodía vienen a comer aquí", explica.

La educación de los niños la hace con sentido común: "Si lo haces con el corazón, lo haces bien", dice Lluc haciendo referencia al libro de educación infantil que tiene como referente. El otro referente es su padre, Joan Armengol y Moliner, muerto hace 10 años, que definió muy bien lo que era can Boter: "Joan siempre decía que éramos una comunidad de trabajo". "Se tiene que tener mucho sentido común y ser respetuoso los unos con los otros. Es lo único realmente importante para poder vivir en convivencia", explica Núria. "Si quieres organizarte mucho, es cuando la lias", dice. Mientras Lluc puntualiza "nunca se ha hecho una lista, casi, ni se ha dejado un cartel", porque sino "acaba siendo un campamento militar, ¿no? Si vas por horarios...". "Sería un colegio mayor", añade su madre.

Para Lluc vivir en comunidad es "mirar, respetar y ayudarse el uno al otro". "De hecho, no deja de ser igual a una casa con menos gente, imagino. En casa cuando llegas y hay platos para lavar, si puedes los lavas. No los lavas porque te toca lavar los platos los martes a las siete de la tarde. Los lavas cuando puedes o cuando están sucios", argumenta. Sin embargo, puntualiza Núria, "aquí se tiene que tener más orden, al ser más".

Para ellos lo que realmente es excepcional es vivir en una masía del siglo XV, en plena naturaleza, a sólo 20 minutos de Barcelona: "Lo excepcional es el lugar", dice Lluc. "Y que hace case 40 años" que comparten vida en común, dice Núria.