Marta Rovira es la Catalunya que vuelve de Siberia después de muchos años de represión, comedia y pedantería. Cuando la secretaria general de ERC saltó a la primera línea política, las bromas sobre su acento y su ascendencia vigatana eran habituales en los círculos provincianos que enseguida se sienten ofendidos -y secretamente señalados- ante las expresiones de indigenismo demasiado crudas y sinceras.

Nacida en 1977, Rovira creció en una familia típica del país comprometida con la educación de los hijos y la libertad de Catalunya, exactamente por este orden. Su padre es socio de Òmnium Cultural desde los 18 años, mientras que su madre, que es hija de un alcalde de Sant Pere de Torelló de la dictadura, daba clases de catalán en la clandestinidad y se educó con el Patufet y Serra d'Or.

Cuando Rovira se afilió a ERC en 2005, tuvo que hacer pedagogía en casa de los abuelos, que habían escondido curas y vivido barbaridades durante la guerra. Estudiosa, idealista y responsable, Rovira tiene un aire de profesora de instituto que me hace pensar que se siente más cómoda batallando en los selváticos ambientes de la política, que dentro de la familia, que probablemente la ha protegido de manera exagerada.

Marta Rovira - Sergi Alcàzar

El abuelo paterno nació en una colonia industrial, dentro de una familia obrera, y acabó teniendo su propia fábrica textil. Una de las historias que ha marcado Rovira es que su padre llegó a escupir sangre durante las jornadas de 16 horas que tuvo que hacer en esta fábrica para contribuir a hacerla rentable. No hace mucho, Rovira se enteró, leyendo una historiadora de Prats del Lluçanès, que el abuelo materno se emboscó para no ir al frente durante la guerra.

Disciplinada y obediente, la dirigente republicana es hija del silencio y del esfuerzo que costó enderezar el país durante la dictadura y los primeros años del pujolismo. Su carácter no se explica sin los sacrificios que los hombres derrotados más resistentes suelen hacer para proteger y alimentar la esperanza de sus hijos. Rovira creció leyendo a Milan Kundera y a Bohumil Hrabal, dos grandes supervivientes del comunismo, y desarrolló su sentido de la justicia mirando aquellas series americanas de TV3 que siempre acababan bien, como Magnum y Perry Mason.

Aunque la timidez le da una apariencia de mujer débil y delicada, la dirigente republicana tiene más dotes de liderazgo de lo que parece. Su timidez es fruto de unas antenas sensitivas bastante finas que la mantienen siempre alerta, y también de las matrículas de honor de su expediente académico, que le dan una idea clara de las cosas que tiene que aprender. Consciente de que no ha sido educada para mandar, y de que nadie nace enseñado, Rovira parece que se contenga por prudencia, mientras trata de adquirir los esquemas interpretativos que necesita para moverse con efectividad.

Igual que Junqueras predica el amor para esconder una voluntad de poder que cree que sería mal vista por el país y, por lo tanto, aprovechada por España, Rovira esconde detrás de su rigidez de mujer virtuosa una señora con puntas de visceralidad y muchas ganas de cambiar su mundo para ganar espacios de libertad. Igual que Anna Gabriel o que Anna Arqué, el papel de Rovira en el proceso ha consistido hasta ahora en hacer el trabajo sucio, es decir, en defender las posiciones más duras y menos lucidas para evitar que los hombres retrocedieran o se perdieran en posturas estéticas.

Marta Rovira - Sergi Alcàzar

Rovira ha sido una de las figuras que ha presionado más para situar la autodeterminación en el centro del debate político, que ya había trabajado cuando era secretaria general de la Alianza Libre Europea (ALE). Licenciada en Derecho, los últimos meses ha trabajado para sacar el proceso del callejón sin salida donde lo había llevado la falsa retórica legalista. Sin su silencioso trabajo previo, Junqueras no habría podido responder con tanta libertad a las preguntas sobre la cobertura jurídica del referéndum, en la entrevista de El Periódico del sábado.

La vida de Rovira dio un vuelco en el congreso de ERC de 2008, en el cual Carretero, Uriel Bertran y Carod-Rovira se disputaban el control del partido con Puigcercós. Hasta entonces, la dirigente republicana se limitaba a participar en la sectorial de Justicia, que llevaba Joan Ridao, mientras ejercía de abogada en Vic. Hacia el final del congres Puigcercós la llamó y le pidió, sin conocerla, entrar en la nueva ejecutiva como responsable de política internacional.

Después de resistirse un poco, Rovira entró sustituyendo a Bernat Joan con el argumento de que tenía un currículum "interesante" y que el partido necesitaba caras nuevas. Los primeros meses fueron duros, pero se ganó una cierta autoridad a base de demostrar que, replantear los problemas desde la ingenuidad, podía ayudar a mejorar situaciones que se daban por descontadas. Así consiguió que el BNG y ERC volvieran a ir juntos a Bruselas, después de muchos años.

Cuando Oriol Junqueras fue designado candidato en las elecciones europeas de 2009, Rovira participó en la preparación de la campaña como responsable de politica internacional del partido. El acuerdo fue tan hondo que todavía hoy los jefes de gabinete de los dos dirigentes republicanos vienen del equipo que crearon en aquella época. La relación se siguió fortaleciendo con Junqueras de eurodiputado, porque Rovira era la secretaria general del ALE y subía regularmente a Bruselas.

Marta Rovira - Sergi Alcàzar

Cuando Puigcercós hizo terminar a sus hombres para evitar una carnicería interna, Rovira volvió a ascender. Junqueras venía de fuera del partido y, a la hora de diseñar su equipo, priorizó la confianza por encima de cualquier otro valor. Rovira se encontró de nuevo teniendo que aceptar una posición de poder, no diré que de mala gana, pero sí con esta angustia  que la inexperiencia produce en los espíritus sensibles y perfeccionistas.

Desde entonces, Rovira ha ido ganando seguridad, mientras que Inés Arrimadas se ha ido catalanizando hasta un punto que pronto no se la va a creer nadie, como le pasó a Montilla. Discreta y leal, la secretaria general de ERC se ha dedicado a allanar el camino de obstáculos para que Junqueras pudiera brillar alegre y tranquilo como un emperador romano. En un país donde las políticas que llevan ropas caras y ajustadas acostumbran a ser frívolas y provincianas, la imagen de Rovira da una idea de la precariedad institucional del país y la naturaleza de las relaciones entre Cataluña y España.

Aunque ya no transmite aquel aire de antes, de Maria a Teresa de Calcuta con rebeca, se nota que todavía no se siente bastante protegida para querer o saber sacar partido de sus encantos. En su imagen todavía resuenan ecos del estilo de pastorcilla que tan bien ha expresado el rechazo visceral de muchas mujeres catalanas a la autoridad española. Si yo soy independentista tambien es para que las señoras como Rovira se sientan reinas en su casa, y puedan ir tranquilas en zapato alto o mini falda sin dejar de pensar que defienden el honor y la justicia

Hasta ahora, Rovira ha ido prosperando porque parecía dominable y porque, desde pequeña, ha tenido la suerte de tener aficiones que no contravenían las normas generales y los gustos del entorno. Los próximos meses podrá ver de qué pasta está hecha y espero que, como pasó con Gabriel, nos dé una sorpresa. Independentista de toda la vida, no se hizo convergente porque le parecía que el pujolismo era hortera. La mujer catalana no había tenido nunca una oportunidad tan grande de llamar a la orden a sus machos y enviar a la papelera de la historia la cursilería de tantos siglos.