A mitad de abril y los Bomberos en plena alerta por unos incendios, como el de este fin de semana en la Catalunya Nord, que no eran, hasta ahora, de esta época. Había incendios, pero se podían detener a tiempo, antes de que, como este domingo al mediodía, corriera empujado por la tramontana. Los vecinos de Portbou, en la frontera administrativa con Francia, donde arrancó el incendio, entre Cervera y Banyuls de la Marenda, respiran este lunes más tranquilos. El cielo rojo y las columnas de humo ya han desaparecido y ahora, más allá de un paisaje ennegrecido y un olor de fondo de quemado, ya no hay rastro de las llamas que ayer encogieron el corazón a todo el mundo. Y no es para menos.

 

A las cuatro de la tarde, las llamas saltaron la frontera que separa la Catalunya Nord y la comarca del Rosselló de la Catalunya Sud y la comarca del Alt Empordà. Ya había quemado centenares de hectáreas y entraba con la tramontana soplando muy fuerte. Además, los bomberos se quedaron sin uno de los apoyos más importantes que se puede tener en incendios forestales, los medios aéreos. Aunque lo probaron, el viento hizo imposible poder tirar agua y retardante desde el cielo.

Cuando las llamas cruzaron del Rosselló al Alt Empordà, los Bombers de la Generalitat ya lo esperaban, sabían por dónde venía y sabían por dónde podía ir y por dónde era importante evitar que fuera. Algunos vecinos lo recuerdan hoy, más tranquilos, en la playa de Portbou: los Mossos d'Esquadra les despertaron de la siesta para hacerles salir de su casa. Por la noche, cuando se pudo controlar la zona más próxima al municipio, pudieron volver, pero los Bomberos les avisaron de que tendrían que estar pendientes del teléfono; si se hubiera complicado durante la madrugada, les hubieran vuelto a sacar. No ha hecho falta.

incendio portbou
Imagen del incendio de la Catalunya Nord, desde una playa de Colera | Cedida.

La noche ha salvado a los bomberos

El trabajo durante toda la noche, con esfuerzos titánicos a primera línea de fuego, han surtido efecto. Esta mañana, cuando ha salido el sol, los mandos de los Bombers han podido ver cómo no quedaban llamas ya casi ni en la descendiente de la montaña. El fuego se ha podido detener antes de cruzar el barranco. Si lo hubiera hecho, puesto que es la zona con más vegetación, y con el viento a favor, habría podido coger miles de hectáreas y abrirse hacia todo el Baix Empordà. El trabajo ha hecho efecto y se ha podido detener. Las llamas han llegado casi hasta el pantano, a la parte de abajo, junto al barranco. Ha ido prácticamente de metros. A las siete de la mañana, el jefe de los Bombers en Girona, el inspector Jordi Martín, lo ha podido dar por estabilizado.

 

Si la tramontana no se complica, el incendio, en la parte del Alt Empordà, podría quedar controlado por la tarde. En el Principado han quemado unas 100 hectáreas, en un perímetro de unos ocho kilómetros, que se han llenado con líneas de agua de los Bomberos. En la parte norcatalana se han quemado unas 700 hectáreas. Durante la noche, tres bomberos han resultado heridos y han tenido que ser trasladados, pero leves.

Un ensayo general de una campaña dura

El incendio de la Catalunya Nord, que ha obligado a activar decenas de dotaciones, como también el incendio de la Franja, entre Mequinenza y la Granja d'Escarp, han servido, este fin de semana de viento y temperaturas más altas de lo que tocaría, para confirmar el estrés hídrico que tiene Catalunya. Por suerte, a pesar del altibajo ambiental, no se tienen que lamentar heridos ni daños materiales graves. Un ensayo general, aseguran los Bombers de la Generalitat, de lo que será una campaña de verano que puede ser muy dura. Catalunya, por culpa de la sequía, se ha convertido en un polvorín.