La virulencia con la que se están produciendo este año los primeros incendios en Catalunya, en una época como el mes de abril en que el fuego si hacía su aparición era meramente testimonial, no es ni más ni menos que la constatación de las peores previsiones de lo que nos espera en las próximas semanas si no se produce una tregua con la excepcional sequía que asola el país. Dicen los responsables del cuerpo de bomberos que si no llueve se entrará en una situación que nunca se ha visto hasta la fecha, en la que la coincidencia de incendios simultáneos obligará, a lo mejor, a priorizar dónde deben ir y a adoptar decisiones difíciles.

Este fin de semana hemos tenido la antesala de lo que es un mes de abril atípico: un primer fuego entre la zona boscosa entre Mequinensa, en la Franja de Aragón, y la Granja d'Escarp y Seròs, en el Segrià, llevó durante todo el sábado de cabeza a los bomberos y a los Agents Rurals debido al fuerte viento reinante. En total, el número de hectáreas afectadas por el fuego se ha acercado a las 500, mayoritariamente de matorral. Este domingo, otro incendio originado en una zona boscosa del Cap de Perafita, entre las localidades de Cervera y Banyuls de la Marenda, en la Catalunya Nord, cruzó a mediodía hasta el Alt Empordà empujado por la tramontana hasta las puertas de Portbou sin que haya podido quedar estabilizado.

Aunque es muy posible que esta semana sí que se produzcan las primeras lluvias en amplias zonas de Catalunya, lo mejor a estas alturas, con los precedentes de los últimos meses y las previsiones de los diferentes servicios meteorológicos que hay para este verano, es no engañarse. Un total de 224 municipios catalanes están ya con restricciones por la alerta de la sequía decretada por el Govern y ello afecta a un total de hasta seis millones de personas.

Estamos al principio y pasadas las municipales —ahora nadie está para dar malas noticias que acaben teniendo consecuencias en las próximas municipales del 28 de mayo— sabremos el alcance real de las medidas para el verano y el otoño próximo. No es nada difícil oír hablar en los despachos oficiales de cortes de agua, una medida que despierta pánico si alcanza a municipios fuertemente dependientes del turismo y con la campaña de agosto ya vendida, y la de julio y septiembre mejor orientada que en años anteriores.

Se han cumplido ya más de dos semanas del fracaso de la cumbre contra la sequía convocada por el president Aragonès y los partidos el pasado 31 de marzo. El principal motivo de discrepancia público fueron las sanciones a los ayuntamientos, una cuestión, sin duda, importante, pero insuficiente para no seguir acercando posiciones ante la escasez de lluvias y la minoría parlamentaria del Ejecutivo catalán. Sentarse de nuevo en una mesa sería la mejor noticia frente a las acusaciones cruzadas de partidismo.