Investigadores de la Universidad de Arizona (Estados Unidos) han descubierto una nueva especie de ancestro humano, de hace entre 2,6 y 2,8 millones de años. Hace falta saber que el intervalo de tiempo comprendido entre hace tres y dos millones de años es un periodo crítico en la evolución humana, ya que aparecen dos nuevos géneros —Paranthropus y Homo— y desaparece un antepasado de los dos —el Australopithecus afarensis, el de la famosa Lucy—. Pero el hallazgo de este miércoles revela que el Australopithecus y los primeros especímenes del género Homo coexistieron en el mismo lugar del África oriental. "Esta nueva investigación demuestra que la imagen que muchos tenemos en nuestra mente de un simio pasando por un neandertal hasta llegar al ser humano moderno no es correcta. La evolución no funciona así", ha explicado Kaye Reed, paleoecóloga y profesora emérita de la Facultad de Evolución Humana de Arizona. Este año, los arqueólogos de Atapuerca ya habían encontrado otra nueva especie que reescribe la historia de los homínidos en la Europa occidental.
Es un hecho que conocer bien el complejo entramado de la evolución humana en este periodo de tiempo es una tarea extremadamente difícil por mor de la escasez de restos, pero los investigadores han encontrado nuevos fósiles —trece dientes— excavados en el yacimiento de Ledi-Geraru, en la región de Afar (Etiopía). La Universidad de Arizona dirige desde 2002 el Proyecto de Investigación Ledi-Geraru, un yacimiento que ya era famoso por sus hallazgos anteriores: las primeras herramientas olduvaianas del planeta, de hace 2,6 millones de años: y el fósil de Homo más antiguo encontrado hasta la fecha, una mandíbula de 2,8 millones de años. El año 1974, un equipo de paleontólogos formado por el estadounidense Donald Johanson y los franceses Yves Copoens y Maurice Taieb encontraron los restos de Lucy, la primera Australopithecus afarensis descubierta en la historia —bautizada como la canción de The Beatles que sonaba aquel verano en la radio, "Lucy in the Sky with Diamonds"—.

La evolución humana no es lineal
En un artículo publicado en la revista Nature este miércoles, el equipo apunta que los trece dientes son de Australopithecus (de unos 2,63 millones de años) y de Homo (de hace entre 2,78 y 2,59 millones de años). Tal cosa demuestra que los dos linajes coexistieron en la región de Afar hace más de 2,5 millones de años, pero eso no es todo: el estudio precisa que los restos pertenecen a una nueva especie de Australopithecus, aunque no se ha podido bautizar por la cantidad de fósiles insuficientes. Del que están seguros los investigadores es del hecho de que los restos no son ni del género A. garhi ni de A. afarensis. Es decir, que el registro fósil de homínidos es más diverso de lo que se conocía hasta ahora, de la misma manera que seguimos sin pruebas que la especie de Lucy sea más reciente de hace 2,95 millones de años.
Bryan Villmoare, investigador del Departamento de Antropología de la Universidad de Nevada, ha subrayado que el hallazgo de los dientes de Homo en sedimentos de entre 2,6 y 2,8 millones de años de antigüedad "confirman la antigüedad de nuestro linaje". Es por eso que Reed ha dicho que la concepción que tenemos de la evolución no es correcta: "Aquí tenemos dos especies de homínidos que están juntas. Y la evolución humana no es lineal, es un árbol frondoso, hay formas de vida que se extinguen".

Saber más sobre la nueva especie
Sabemos que encontrar fósiles y fechar el paisaje no solo ayuda a los científicos a comprender las especies, sino que también los ayuda a recrear el entorno de hace millones de años. Las ahora tierras yermas de Ledi-Geraru donde se encontraron los fósiles contrastan radicalmente con el paisaje que atravesaron estos homínidos hace entre 2,6 y 2,8 millones de años, cuando los ríos fluían por un paisaje de frondosa vegetación hacia lagos poco profundos que se expandían y contraían con el tiempo.
Actualmente, el equipo de Reed examina el esmalte dental para averiguar qué comían estas especies e intentar revelar cómo era su existencia, si luchaban por los recursos o los compartían, y cuáles fueron sus antepasados. "Cuando se produce un hallazgo emocionante, si eres paleontólogo, siempre sabes que necesitas más información", comenta la paleoecóloga, aunque para eso hacen falta más fósiles: "Por eso es importante formar personas en este campo y que salgan a buscar sus propios yacimientos y encuentren lugares en los cuales todavía no hemos encontrado fósiles". Encontrar estos fósiles "ayudará a contar la historia de lo que los pasó a nuestros antepasados hace mucho tiempo", concluye.
Imagen principal: comparan los fósiles encontrados con dientes de Australopithecus / Virginia Commonwealth University