La vida continúa como si nada en los dos hoteles de Lloret de Mar que tienen que cerrar mañana porque habían pinchado el servicio de la luz y tenían una deuda con el Ayuntamiento de 450.000 euros. Antes de las 8 de mañana se tendrán que recolocar 680 personas y la mayoría ni saben que tienen que cambiar de hotel.

Dentro del hotel Marina Sand, el que ni pagaba agua y tenía pinchada la luz y el gas, turistas alemanes, franceses e italianos pasan el día tranquilos en la piscina con una copa y tomando el sol. Como si no pasara nada. Aquí hay 460 personas alojadas.

Una pareja de alemanes esperan la llamada de la agencia para saber donde tendrán que dormir esta noche mientras toman el sol en la zona de la piscina, pero la mayoría no saben nada de lo sucedido. De hecho se enteran cuando los periodistas les preguntamos cómo están y si saben donde dormirán, porque el hotel cierra.

"Vaya. ¿Por qué?", preguntan algunos, incrédulos. A otros les da igual. "Tenemos el avión mañana. Marchamos a las cinco de la mañana. Ahora sólo tenemos ganas de estirarnos en la gandula y tomar el sol", explican dos inglesas a El Nacional mientras van tomando posiciones.

El turismo familiar está dejando paso estos días al de la tercera edad. Y muchos de los huéspedes que se alojan en Marina Sand son jubilados que repiten destino año tras año. "Hace 20 años que veraneamos en Lloret de Mar. En diferentes hoteles. Y siempre muy bien, pero estos últimos dos años no ha ido tan bien", explica un matrimonio que viene de Francia. Y es que los últimos dos años se han alojado en el hotel que mañana tiene que cerrar ante el ultimátum del Ayuntamiento.

"Estamos tranquilos, estamos de vacaciones", dice una italiana jubilada con un refresco en la mano sentada en la terraza donde toca más la sombra. "Ya tenemos hotel para esta noche", añade, mientras explica que la situación varía si estás de vacaciones. La agencia de viajes ha sido eficiente y les ha encontrado rápidamente otro lugar donde dormir.

Quien no está tan tranquilo es un huésped francés que ha entrado alterado al bar del lado del hotel: "Pagar, pagar, pagar y fuera! Hace sólo dos días que estamos aquí y ya tenemos que marchar". Su familia le dice que se calme y las camareras hacen el papel que a veces tienen que hacer los camareros: darle en todo momento la razón. Y le sirven una cerveza muy fresca.

Entre domingo y hoy se habrán tenido que realojar 1.300 personas. La mayoría están en Lloret pero ahora empiezan ya a instalarlos en Blanes, Platja d'Aro y otras poblaciones cercanas.

Salchichas y bistecs con patatas fritas

"No sé qué comeremos hoy", dice un hombre mientras ríe. "Los trabajadores nos dicen cada día después de cada comida que no saben si podrán servir la siguiente", explica, mientras fuma un cigarro y se espera para comer con toda la familia.

En el momento en que el Ayuntamiento detectó el fraude ordenó cerrar el hotel y la compañía cortó el gas. Y esto ha provocado que la cocina tenga que improvisar. Algunos clientes explican que martes hubo un corte de luz y que desde lunes comen lo mismo: "Bistec, salchichas con patatas, todo recalentado", dice uno de los huéspedes mientras la hija lo corta y añade: "y alguna ensalada...".

A ellos tampoco les ha explicado nadie nada. Saben que el hotel cierra y todo lo que hay detrás por lo que les explican los trabajadores, que mantienen los servicios del hotel como si no sucediera nada:

El socorrista está apilando gandulas. El bárman, sirviendo cervezas. La cocinera, entrando frutas y verduras. Y el recepcionista, despidiendo a los primeros huéspedes que marchan.


Trabajadores al pie del cañón


"Faltan muchos para marchar todavía", explica el recepcionista a El Nacional. "Tendrían que estar todos fuera hoy pero tienen tiempo hasta mañana a las nueve de la mañana". Como el resto de sus compañeros no sabe mañana qué sucederá. "Nos quedamos sin trabajo", dice resignado. "No sabemos nada más", añade.

El socorrista y el bárman han hecho un pacto de silencio. Dicen que no saben nada y se niegan a dar más explicaciones. "Hagamos nuestro trabajo, si tenemos que marchar mañana, ya nos lo dirán. De momento hoy yo voy sirviendo. Hay gente que está en el hotel y hay gente que viene a comer".

Por la puerta trasera descargan cebollas y naranjas. El proveedor de siempre hace el trabajo de siempre. Lo recibe una de las encargadas de la cocina. "Siempre recibimos a los trabajadores", dice. Trabaja en verano haciendo el refuerzo y asegura que el hotel va a solas. "Siempre está lleno y funciona por el trabajo que hacemos los trabajadores", y explica que con la gente que se aloja cada año no debería tener problemas económicos para pagar.

"Que pongan un gerente y que lo haga funcionar, y que pague lo que se debe, pero que no cierren el hotel", expone como solución para evitar que los 132 trabajadores de los 4 hoteles del grupo Savoy se queden en el paro de un día por otro.

Hoy se han reunido los representantes de los trabajadores y la gerencia con el Departament de Treball para encontrar una solución laboral. Y esta tarde se tratará la posible solución en una asamblea de trabajadores. 

De momento, pero, la cuenta atrás está en marcha y acaba este viernes a las 9 de la mañana.