"Aquel día estaba trabajando y a las 17 horas recuerdo que la sala informó de que había una furgoneta atropellando a personas en la Rambla. Estábamos en la calle Urgell y fuimos corriendo hacia allí. Llegué a la esquina de la Rambla con la calle Pelai, que es donde subió la furgoneta a la acera y empezó a ir hacia abajo. Yo no la vi. Ya debía de estar bastante abajo. No sé si estaba en marcha o no".

Es el recuerdo de los primeros minutos después del atentado en la Rambla de Barcelona de uno de los primeros agentes de Mossos d'Esquadra que llegó a la zona cero. Un agente de seguridad ciudadana, destinado al Eixample, que por seguridad se mantiene en el anonimato y llamaremos Carles. Es mosso desde el 2009 y patrulla por el centro de la ciudad desde el 2010. Empezaba el turno a las 14h, tenía que acabar a las 22h: "Era un turno normal y corriente. Era un día normal, sin mucho trabajo", explica.

Pero, de golpe el día dio un giro.

"Sabes que pasará, no sabes cuándo, ni cómo... Nadie está preparado para eso. Es una situación que por mucho que te digan, no estás preparado. Tienes conocimientos y herramientas para poner en práctica, pero la situación, por muchas herramientas que tengas... hay una cosa para la que no estás preparado. Realmente no sabes nada".

El ataque se produce a las 17 horas, y hasta las 18.50 los Mossos no confirman públicamente que se trata de un atentado terrorista. Pero hacía dos horas que la policía trabajaba ya con los protocolos. "Era un atentado. Lo tuve claro enseguida. Es lo primero que piensas. Ha llegado el día".

Con la poca información que había, la leve descripción que oyó por la emisora y las primeras imágenes que pudo ver en persona, a pesar de la incertidumbre del momento y el caos, tuvo muy claro qué estaba pasando: "Al llegar encontramos a personas en el suelo atropelladas, intentamos asistir en un primer momento a alguna persona, pero fue poco rato porque enseguida llegó el SEM y nosotros empezamos a controlar el entorno. No sabías quién podía salir, cómo y qué llevaría", dice con la mirada perdida mientras hace memoria.

Los primeros minutos son ruidosos. El caos y el pánico se mezclan con los equipos de emergencias que tratan de tomar posiciones y poner orden. "Actúas pensando que seguramente hay terroristas en la zona. Y sabes lo que te explican y lo que has visto en otros países, y tienes que esperar que pase cualquier cosa. Son momentos de mucha tensión, nervios, miedo. Haces lo que puedes realmente".

Dentro de la zona cero

Carles admite que entrar en la zona cero es entrar en la boca del lobo: "Por la emisora te han dicho que hay un atropello masivo en la Rambla, me encuentro gente en el suelo, pero no veo la furgoneta, no veo si es un camión, no veo si ya se parado, si ha dado una vuelta, si subirá o bajará, si hay otra. No sabes si es un terrorista, dos, tres, cuatro... no sabes si van armados... si dispararán... no sabes nada. Yo estaba allí y mi sensación era de perdido".

A pesar del choque, un atentado en Barcelona era probable. Fue un impacto, pero no cogió por sorpresa a los cuerpos de seguridad y emergencias. Se habían preparado protocolos y planes de actuación pero, sobre el terreno, cada una de las piezas lo vivió como pudo y puso en práctica todo aquello que pudo: "Te imaginas que puede pasar, ya lo ves por otros países y hacia donde iba el tema. Vas a un robo con fuerza y vas seguro porque sabes lo que tienes que hacer. Allí es una actuación que no sabes lo que pasará, lo que vendrá por detrás, no sabes nada. Y solucionar aquello es un desbordamiento muy grande".

El enemigo: el terrorista y el rumor

"Recuerdo que estábamos allí y, de repente, la gente empieza a salir del metro y te llega información de que hay personas en el metro con armas, que había gente armada en el Corte Inglés, y tú estás desbordado, sinceramente, tu capacidad es poca", explica mientras intenta hacer toda la cronología de los hechos. "Después fueron todo rumores y falsas alarmas que crea la gente".

El ataque a Barcelona tenía un enemigo claro: los terroristas. El otro era la lucha contra las falsas noticias que podían correr por las redes sociales, creando pánico y dificultando las primeras horas de la investigación, a la vez claves. Por eso uno de los mensajes en el Twitter de Mossos, que se volvió referente y que ocupó el espacio en Twitter que miles de personas utilizaban para saber qué estaba pasando, fue el de no difundir rumores ni informaciones no confirmadas, y a la vez explicar todo lo que se podía explicar para que la ciudadanía se sintiera segura e informada.

Los rumores se acabaron en seco. Pero hubo un episodio complejo de resolver, el del bar Luna de Istambul.

Tensión y nervios en el bar Luna de Istambul

"Salió un chico joven gritando del bar Luna de Istambul: 'Están aquí dentro. ¡Hay gente armada aquí dentro!'".

Y así empezó uno de los momentos tensos en la Rambla que se vivieron en paralelo al cierre de la ciudad para evitar la huida del terrorista.

"La persiana estaba bajada. Él la levantó, salió y la volvió a cerrar", explica Carles que vivió tres cuartos de hora angustiantes. "Recuerdo que yo estaba en la esquina con mis compañeros parapetados, todos con el arma reglamentaría en la mano esperando a ver qué pasaba. Hasta que llegó el GEI (Grupo Especial de Intervención) y la Brigada Móvil. La BRIMO formó con los escudos y nos focalizamos en el bar Istambul".

Durante tres cuartos de hora se repitió un mismo movimiento: "La persiana se levantaba, no veías nada y volvía a bajar. Y así estuvimos tres cuartos de hora. Levantaban la persiana, miraban, y la volvían a bajar".

Los Mossos pudieron hablar con el propietario del local, que les aseguró que no había nadie y que toda la gente que había dentro estaba bien. "El chico que salió asustado no sé qué vio ni qué se imaginó", dice Carles.

"Yo recuerdo aquel tiempo con una tensión increíble. Duró mucho. Mínimo tres cuartos de hora. Es mucho rato. Veías a los compañeros parapetados detrás de los coches, detrás de los árboles... cubiertos para que si salía alguien con un arma larga, nos cogiera preparados. Fueron 45 minutos larguísimos. El corazón iba a mil todo el rato porque no sabías qué pasaría. Finalmente, por suerte, no pasó nada".

Por seguridad se levantaron las persianas y se hizo salir a toda la gente que había dentro de dos en dos o de tres en tres. Carles recuerda que "salían llorando. Había niños, familias, turistas". 

Después empezó la segunda parte de la operación en el Istambul. La comprobación de que realmente todo estaba en orden, que nadie hubiera coaccionado al propietario del bar, que no hubiera terroristas escondidos entre los ciudadanos ni dentro del local. Por este motivo, "se registraron e identificaron todas las personas que salieron del bar en el McDonalds que hay en la calle Pelai. Y cuando el bar estuvo vacío, el GEI entró con los planos que facilitó el propietario. Se hizo un registro y se determinó que realmente no había nadie".

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Foto: Efe

Las primeras horas de la investigación

Después de los momentos iniciales, del caos, de los gritos y las sirenas, el silencio se apoderó de la Rambla. Todo el mundo estaba confinado en las tiendas.

"Al final del día, bajé hasta donde estaba la furgoneta". Había que asegurar toda la zona cero. Las primeras horas de la investigación son claves y por eso "hicimos un cordón en la Rambla para que nadie pisara la zona". "Estuve donde había la furgoneta un par de horas. Allí ya no había nada. Nadie. Cadáveres, destrozos de los quioscos y las terrazas de los bares...".atentado rambla sergi alcazar

Foto: Sergi Alcàzar

Los Mossos hicieron volar un dron sobre la zona cero, donde había la furgoneta en el mosaico de Miró. De hecho, el dron hizo el mismo recorrido que hizo la furgoneta desde arriba del todo de la Rambla hasta delante el mercado de la Boqueria.

Y mientras se recogían pruebas en la furgoneta, se empieza la búsqueda de testigos e imágenes: "Había compañeros que identificaban a la gente que había en las tiendas por si habían visto alguna cosa o podían aportar algún tipo de información. Otros registrábamos, acordonábamos la zona para que nadie saliera de las tiendas, grabara o pisara la zona. De allí teníamos que sacar pruebas y cualquier cosa era importante".

La explosión de gratitud y emociones

"Al final fuimos al hotel donde estaban los familiares de las víctimas. Había el equipo de psicólogos y ayudamos a darles de comer". Fue el final de un día que acabó a las 23.30 horas para Carles. "Quería llegar a casa a ver a mi mujer ―dice con la voz medio entrecortada y los ojos llorosos―. Todavía me emociono, es normal".

"Los días siguientes tenías los nervios y los sentimientos a flor de piel. La gente venía, te abrazaba, te daba las gracias, era heavy todo eso. Un servicio así cuesta de digerir. Es el servicio más duro que he tenido en mi carrera, sin duda", explica Carles. "Estás días tocado, lloras...", recuerda mientras intenta explicar una mezcla de emociones y responsabilidad que vivió aquel 17 de agosto. "Mis padres estaban de vacaciones, no los tenía allí, mi mujer estaba embarazada...", recuerda.

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Foto: Efe

Carles no pudo ponerse en contacto con ellos hasta al cabo de muchas horas: "Estaba trabajando. No podía ponerme a hablar por teléfono. El móvil no paraba de sonar. Y cuando pude envié un mensaje diciendo que estaba bien y ya está. Cuando pude llamé a mi padre y mi madre, y a mi mujer".

Y al día siguiente empezaron a surgir de los mismos puntos de la Rambla donde horas antes se había vivido el pánico, el miedo y la responsabilidad para restablecer el orden, los aplausos, los abrazos y las flores. Los Mossos pasaban a ser héroes de la ciudadanía: "Fue un cambio muy bestia. Normalmente siempre recibimos críticas en nuestro trabajo y recuerdo que el día siguiente al atentado... todo el mundo te paraba, te felicitaba, te abrazaba, te daba las gracias. En la plaza de Catalunya hubo un minuto de silencio. Yo estaba allí y la gente te aplaudía. Aquel momento de aplausos que fue largo, tenía la carne de gallina. Era brutal el cambio que se notaba de la gente".

"Salió todo bien. Tuvimos la suerte de que salió todo bien. Si trabajas bien... aunque a veces han salido actuaciones mal, esta y la de Cambrils salió muy bien. Por suerte".