Una de las preguntas que más se repiten aquellos que hacen ejercicio por la mañana es si es bueno desayunar o no antes de ponerse a realizar la actividad. Y lo mismo podría decirse de otras horas del día. Cuando una persona no ha comido, los niveles de glucógeno son bajos –el glucógeno es la forma de almacenamiento de carbohidratos y es lo que principalmente utiliza el cuerpo para obtener energía.

Entre los principales beneficios de hacer ejercicio en ayunas está la del aumento de la quema de grasa. Al estar las reservas de carbohidratos más baja, el cuerpo utiliza la grasa, por lo que se quema en mayor cantidad. La falta de carbohidratos estimula los genes que controlan la oxidación de las grasas.

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Otra buena razón es el consumo reducido de energía. Si se está tratando de perder peso, el ejercicio en ayunas puede ayudar a controlar el gasto energético debido al hígado, que también almacena glucógeno. El cuerpo aprovecha las reservas de glucógeno del hígado cuando sus niveles de glucógeno en sangre y músculos se agotan. Esto afecta su consumo de energía a través de la red neuronal hígado-cerebro. Además existe evidencia científica que entrenar con el estómago vacío puede aumentar la resistencia aeróbica

Asimismo, durante el ejercicio prolongado es común experimentar problemas digestivos como calambres estomacales o intestinales e incluso náuseas. Estos síntomas a menudo afectan a los atletas que corren largas distancias o entrenan durante largos períodos de tiempo. Para los propensos a tener problemas digestivos, correr con el estómago vacío podría ser más aconsejable.

En cuanto a los inconvenientes, según la ciencia, destacan los siguientes. En primer lugar, la intensidad de entrenamiento es más reducida. Cuando las reservas de grasa no cumplan con las demandas del ejercicio que se está realizando, se produce fatiga, lo que hace difícil mantener una alta intensidad o ritmo.

A medida que disminuyen las reservas de energía, es más probable que aumente el riesgo de sufrir lesiones durante la actividad física. Además, el cerebro necesita glucosa para funcionar correctamente. Esto es especialmente importante durante el ejercicio, cuando el cuerpo también usa glucosa para alimentar sus músculos. El cerebro de las personas que hacen ejercicio en ayunas, es posible que no reciban la suficiente energía. Puede ser difícil concentrarse y prestar atención a su entorno. 

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Por otra parte se puede producir una pérdida muscular. El cortisol es una hormona que producen las glándulas suprarrenales. Controla funciones básicas como la glucosa en sangre y la respuesta al estrés. A niveles altos, el cortisol promueve la degradación de proteínas en las células musculares, lo que aumenta la pérdida muscular y la debilidad. Los niveles de cortisol son más altos por la mañana y el ejercicio matutino después del ayuno nocturno aumenta los niveles de cortisol. Esto significa que correr con el estómago vacío, que generalmente se realiza por la mañana, puede afectar negativamente a los músculos. Tampoco se aconseja hacer actividad física con el estómago vacío si se tiene diabetes tipo 1 o tipo 2, porque puede provocar niveles bajos de azúcar en la sangre