El arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Joan Josep Omella, ha reivindicado la misa que presidió en la Sagrada Familia el sábado pasado: "Tenemos que entender que hay unos derechos fundamentales como el derecho a manifestación, libertad de expresión y religión".

Y lo contrapone con el sector cultural que ha cargado contra las imágenes que se vieron: "Cosa que no tienen, el derecho a la cultura, pero me gustaría que la cultura pudiera tenerlo si guardan la distancia y las medidas y así lo entienden el gobierno y las autoridades sanitarias, que puedan hacer un acto de vez en cuando," en declaraciones a Aquí Cuní de Ser Catalunya.

Omella, sin embargo, insiste en los derechos de la iglesia: "No pueden impedir los derechos fundamentales, como el de la religión, que tienen todos los hombres de la tierra y han reconocido todos los estados". Por eso remite a las autoridades sanitarias y la administración, para que tomen partido de otros sectores como la cultura. A pesar de todo, el Govern está molesto por ver más de medio millar de personas concentradas el sábado en la Sagrada Familia por la beatificación de Joan Roig y Diggle, coincidiendo con el X aniversario de la dedicación de la Basílica, y ha abierto expediente. Omella se sorprende: "He hablado con el Govern para decirles: oigan, eso no es normal. Ellos tenían la invitación y lo sabían todo. Es la misma historia que la misa de los difuntos".

Más diálogo

Además, también pide coordinación y acuerdo: "Se tiene que establecer más diálogo entre los gobernantes y las diferentes instituciones, tanto empresarios como trabajadores, sindicatos, Iglesia... Si llegamos a un diálogo podríamos llegar a una verdadera solución y compromiso de respeto entre nosotros y no enfrentarnos entre los ciudadanos".

A pesar de todo, lamenta la polémica: "No estoy enfadado, no me enfado fácilmente y siento mucho que haya gente molesta por la celebración de esta eucaristía porque se han sentido heridos. Les pido sinceramente perdón, pero nosotros hemos intentado cumplir las normas en este tiempo complicado de pandemia donde no sabemos nunca todos lo que tenemos que hacer. Nos pone en una situación de incertidumbre que no sabemos como acertar ni hacerlo bien. Intentamos seguir las normas con toda humildad".

Por otra parte, remitiendo a lo que dice el Procicat y saliendo de las imágenes, Omella se ciñe a la norma del 30% de aforo en actos religiosos: "No es lo mismo una iglesia grande que una pequeña. Podríamos haber llegado a las 800 personas y sólo vino gente de Barcelona. Los del Masnou, donde vivió el beato, tenían un deseo enorme de ver la misa y no vinieron, lo vieron por televisión. Los de Santa Coloma también me lo pidieron y evidentemente les dije que tenían que respetar las normas".

A la misa asistieron 588 personas. Sobre la cuestión ética, en el contexto de la pandemia, y si era una misa indispensable, el Arzobispo Omella no ha entrado a analizarlo. Tampoco sobre las distancias de seguridad.