La convulsión febril es una contracción intensa e involuntaria de los músculos que pueden sufrir a los niños a causa de un aumento brusco de la temperatura corporal. Esta puede aparecer entre los seis meses y los cinco años. Cabe decir que, aunque de entrada puede parecer grave, no acostumbra a causar ningún daño y no tiene nada que ver con la epilepsia. No obstante, después de un episodio, hace falta que un médico valore a tu hijo/a. Habitualmente, los ataques de convulsión febril se producen durante el primer día de fiebre y duran pocos minutos. Hay que recordar que también pueden comportar la pérdida de conciencia. Cuando se producen, es conveniente seguir las recomendaciones que a continuación te detallamos.

La convulsión febril es frecuente en los niños/se de entre seis meses y cinco años

¿Cómo se tiene que actuar cuando aparece la convulsión febril? Pues bien, hay que colocar al niño/a en posición de seguridad. Es decir, de lado. Sobre todo, es muy importante no ponerle ningún objeto en la boca. Mientras tanto, si disponemos de un supositorio de paracetamol, se lo podemos administrar. Si la convulsión febril ha cesado y no ha habido que recurrir a la asistencia médica, se aconseja acudir al servicio de emergencias de pediatría más próximo a fin de que valoren al niño/a. La convulsión febril no acostumbra a tener una duración larga, oscila entre unos segundos y cinco minutos. Sin embargo, si sobrepasa los cinco minutos, hay que llamar a emergencias.

Por otra parte, cabe mencionar que la convulsión febril no tiene afectación neurológica. Así pues, que un niño sufra un episodio de convulsión febril no quiere decir que este niño tenga ninguna enfermedad neurológica. "Son niños y niñas absolutamente sanos", afirma la doctora Ángeles Pascual, pediatra del Hospital Quirónsalud Barcelona. Sobre este punto, la doctora subraya que las convulsiones febriles no dejan secuelas neurológicas. Y recuerda que estos episodios pueden repetirse entre los seis meses y los cinco años de edad.

Causas de la convulsión febril

Concretamente, las convulsiones febriles son respuestas del cerebro a la fiebre, generalmente por encima de los 38 °C. Por regla general, la subida de la temperatura corporal es consecuencia de infecciones, sobre todo víricas, como la gripe o la varicela. En este sentido, hay que recordar que casi una tercera parte de los niños que han sufrido convulsiones febriles vuelven a sufrirlas por una infección posterior.

Las convulsiones febriles son respuestas del cerebro a la fiebre

El riesgo de que la convulsión febril se repita aumenta en caso de que el primer episodio se produzca a una edad temprana o por fiebre no elevada. También si hay antecedentes familiares.

Síntomas

  • Movimientos bruscos y repetitivos.
  • Temblores.
  • Ponerse rígido.
  • Quedarse inmóvil, con el cuerpo fláccido.
  • Perder el conocimiento.
  • Vómitos.
  • Gemidos.
  • Orinar o defecar involuntariamente.
  • Desviar la mirada o mantenerla fija.
  • Tener los labios de color azulado.
Nado / Pexels
Foto: Pexels

Como tratar la convulsión febril

Para tratar correctamente los episodios de convulsión febril hay que seguir las siguientes recomendaciones:

  • Mantener la calma.
  • Colocar al niño de lado.
  • Retirar los objetos próximos para evitar que se golpee.
  • Desnudarlo.
  • Aplicarle toallas mojadas sobre el cuerpo.
  • Si hace más de dos horas que no se le da ningún medicamento para la fiebre, se le puede poner un supositorio de paracetamol.
  • No sacudirlo.
  • No intentar parar los movimientos de las convulsiones.
  • No introducirle objetos en la boca.
Bebé y madre / Pexels
Foto: Pexels

Si tu hijo/a sufre un episodio de convulsión febril, mantén la calma y sigue todas las recomendaciones.