La enfermedad del hígado graso no alcohólico es relativamente común entre la población adulta. Se calcula que aproximadamente una cuarta parte de la población padece esta patología que, como su nombre indica, provoca un acumulación de grasa en el hígado, causando inflamación y lesiones en las células de este órgano. Sin embargo, en los últimos meses se está extendiendo la alarma después de que las estadísticas estén poniendo de manifiesto que cada vez más jóvenes presentan esta dolencia.

Datos demoledores

Así lo pone de manifiesto un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Bristol. El trabajo ha analizado a más de 4.000 jóvenes. A todos ellos se les realizó un ultrasonido a la edad de 18 años que reveló que el 2,5% padecía la enfermedad de hígado graso no alcohólico. Cinco años más tarde, un nuevo tipo de exploración llamada elastografía transitoria detectó que ese porcentaje había aumentado hasta más del 20%. De entre los enfermos, la mitad de ellos fueron clasificados como severos. Las exploraciones también encontraron que el 2,4% tenía fibrosis, así como cicatrización en el hígado.

Del estudio se extrajeron varios datos interesantes: la gran mayoría de los jóvenes del estudio que presentaron la enfermedad del hígado graso no alcohólico tenían sobrepeso, con un IMC superior a 25. Y entre las personas que presentaron una mayor cantidad de depósitos de hígado graso, el 60% eran obesos.

No solo obesidad

Pero no sólo la obesidad puede ser indicador de sufrir esta patología. Existen otros factores como la resistencia a la insulina, las concentraciones anormales de grasas en la sangre, el síndrome metabólico, la presión arterial alta, concentraciones de glucosa en sangre más altas de lo normal o el colesterol elevado.

Los expertos han manifestado su preocupación en el estudio, puesto que un hígado graso puede ser precursor de otras enfermedades más graves como el cáncer de hígado o la diabetes tipo 2. También se ha observado que la patología puede dar lugar a frecuentes alteraciones en el metabolismo lipídico y a un incremento del riesgo cardiovascular.

Es por tanto fundamental hacer un seguimiento de esta patología porque va camino de convertirse en una pandemia en los próximos años. De hecho, los científicos ya han anunciado que van a seguir trabajando en este aspecto y han pedido a las autoridades públicas que tomen carta en el asunto.

Dolencia oculta

Uno de los problemas de esta enfermedad es que en la mayoría de los casos no presenta síntomas evidentes. Cuando lo hace, generalmente consisten en fatiga y en un ligero dolor en la zona superior derecha del abdomen. En cuanto a la prevención, va asociada a un cambio en el estilo de vida. Una  dieta saludable, rica en frutas, verduras, granos integrales y grasas saludables. En segundo lugar, mantener un peso saludable reduciendo la cantidad de calorías que se consumen a diario. Y, en tercer lugar, hacer ejercicio físico, sobre todo si no se permanece activo de forma regular.