Un estudio publicado recientemente en el British Medical Journal ha alertado sobre el uso de algunos antibióticos comunes durante el primer trimestre del embarazo, porque lo han relacionado en la investigación sobre un mayor riesgo de defectos congénitos en el feto.

Los antibióticos a los que se refiere la investigación son los llamados macrólidos, que incluyen la eritromicina, la claritromicina y la azitromicina, y que se usan para tratar infecciones como neumonía, bronquitis y enfermedades de transmisión sexual, cutánea y urinaria. También suelen utilizarse en aquellos pacientes que tienen alergia a la penicilina. Este tipo de medicamentos se recetan con mucha frecuencia en los países occidentales.

El estudio

La investigación, llevada a cabo por expertos del University College de Londres, analiza datos de 104.605 ​​niños nacidos en el Reino Unido entre 1990 y 2016 y que nacieron de madres a las que se les recetó penicilina o macrólidos. Los expertos comprobaron los casos de menores en los que se habían producido defectos de nacimiento y trastornos del desarrollo neurológico y cruzaron datos con aquellas madres a las que se les había prescrito macrólidos durante el primer trimestre de embarazo.

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Los resultados mostraron un aumentó el riesgo de malformaciones. Concretamente, en las mujeres que habían tomado estos fármacos, la tasa fue de 28 por 1.000 nacimientos, en comparación con los 18 por cada 1.000 nacimientos de las mujeres que habían sido tratadas con penicilina.

Específicamente, el riesgo de malformaciones cardíacas fue mayor. El estudio no encontró un vínculo entre la prescripción de macrólidos y los trastornos del desarrollo neurológico. Tampoco hubo riesgo asociado entre defectos de nacimiento y macrólidos prescritos antes de la concepción. Los investigadores subrayan que es un aumento pequeño pero significativo, por lo que recomiendan que las mujeres embarazadas deberían encontrar una alternativa dependiendo del tipo de infección. Eso no quiere decir que no deban tomar antibióticos, porque en caso de sufrir una infección bacteriana, se deben tomar porque la misma infección puede ser muy perjudicial para el feto.

Lo cierto es que no es el primer estudio que trata sobre esta cuestión. En el año 2005, un equipo de expertos de Suecia ya advirtió contra el uso de la eritromicina durante el primer trimestre del embarazo después de que una investigación encontrase un vínculo entre el uso de este medicamento y los defectos cardíacos.

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Actualmente, en algunos países de la UE y en Estados Unidos, las autoridades sanitarias solo advierten del peligro del uso de la azitromicina y la claritromicina en adultos que presentan un alto riesgo de complicaciones cardiovasculares, pero no hacen una mención específica al embarazo.