Durante décadas, los científicos han estudiado la mecánica del amor, es decir, la forma en que se expresa en el cerebro y cómo afecta a nuestro organismo. Falta mucho por saber, pero a lo largo de estos años ha habido estudios que han localizado las áreas cerebrales específicas que reaccionan ante una persona de la que nos enamoramos. Concretamente las que se activan son la ínsula medial, la corteza cingulada anterior y segmentos del cuerpo estriado dorsal. En cambio, otras zonas se desactivan, como la corteza prefrontal derecha, la corteza parietal bilateral y las cortezas temporales.

Corazones(1)

Queda por tanto claro que en el proceso amoroso intervienen muchas regiones cerebrales diferentes, hormonas y neurotransmisores. Hay algunas hipótesis que correlacionan esa activación y desactivación de ciertas áreas del cerebro con comportamientos y actitudes específicos asociados con el amor romántico. Por ejemplo, esa activación produce altas concentraciones de la dopamina, un neuromodulador que está asociado con la recompensa, el deseo, la adicción y los estados eufóricos. Esta es la razón por la que las personas enamoradas experimentan subidón de energía y ánimo.

A su vez, cuando los niveles de dopamina aumentan, los niveles de otro neurotransmisor, la serotonina, disminuyen, lo que afecta al apetito y al estado de ánimo. De esta forma, en las primeras fases del enamoramiento, las personas pueden experimentar una disminución de la serotonina a niveles que son comunes en aquellos que, por ejemplo, padecen trastornos obsesivo compulsivos.

Otros dos neuroquímicos que aparecen en concentraciones más altas cuando una persona está enamorada son la oxitocina y la vasopresina. Estos dos neurotransmisores forjan los lazos de unión y están asociados con el sistema de recompensa del cerebro. Sin embargo, una pequeña área del cerebro llamada amígdala se desactiva. Es la parte del cerebro que coordina las respuestas de miedo, por lo que las respuestas al miedo se amortiguan. Otra zona que se desactiva es la corteza frontal, responsable de los procesos cognitivos complejos, lo que puede explicar por qué las personas parece que pierden la razón cuando se enamoran.

Los científicos han analizado también si las áreas que incrementan y disminuyen su actividad con el enamoramiento también experimentan algo parecido con el deseo sexual. Los resultados muestran que, aunque tanto el amor como el deseo están conectados con un área del cerebro llamada cuerpo estriado, cada uno activa ubicaciones específicas y diferentes en esa área. El deseo activa áreas asociadas con respuestas de recompensa automáticas, como comer, beber y tener relaciones sexuales.

Mujer hombre

El amor, por otro lado, activa las partes del cuerpo estriado asociadas con las respuestas de recompensa aprendidas, es decir las cosas que a través de la experiencia llegamos a asociar con sensaciones placenteras en el tiempo. Curiosamente, esta es también la parte que está vinculada a la adicción, lo que ha llevado a los investigadores a sugerir que el amor mismo puede manifestarse como una adicción en el cerebro