El conjunto de países miembro de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha adoptado este martes el Tratado Global sobre Pandemias, un acuerdo histórico que ofrece al mundo las herramientas para prevenir, prepararse y responder a una próxima pandemia, que la comunidad científica asegura que pasará en algún momento. Este acuerdo es justo el segundo instrumento legal internacional que se adopta en el ámbito de la salud pública, después del aprobado hace veinte años para establecer un marco de control a la epidemia del tabaco.

Tal como se acuerda desde el Consejo de Europa, la covid-19 demostró que ningún gobierno ni institución puede hacer frente por sí solo a la amenaza de futuras pandemias, porque en un mundo en el que las enfermedades infecciosas van en aumento y los virus circulan a través de las delanteras, resulta esencial una mejor preparación y una mayor resiliencia para luchar contra futuras amenazas mundiales para la salud. Este nuevo instrumento mundial tiene la finalidad de ofrecer una mejor protección a las personas, comunidades y países enfrente de futuras pandemias.

Los objetivos del instrumento

El instrumento que han negociado los países de la OMS tiene por objeto mejorar la prevención, la preparación y la respuesta ante futuras pandemias a escala mundial. Los objetivos son: garantizar un compromiso político continuado y a largo plazo, establecer tareas y procedimientos claros, garantizar un apoyo a largo plazo para los sectores público y privado a todos los niveles y promover un enfoque que englobe a todas las instancias de la Administración y a la sociedad en su conjunto e integre las cuestiones de salud en todos los ámbitos de actuación pertinentes (por ejemplo la investigación, la innovación, la financiación o el transporte).

A pesar de los avances que supone, el tratado presenta también varios límites. Muchos de los compromisos que incluye no son obligatorios, sino voluntarios, a causa de las discrepancias entre estados sobre cuestiones delicadas como la cesión forzada de tecnología o los derechos de propiedad intelectual. A pesar de ser visto como un acuerdo incompleto, se reconoce una base sólida sobre la cual construir una mejor preparación colectiva ante futuras crisis sanitarias globales.

Evitar repetir situaciones como la de la covid

El objetivo central del acuerdo es evitar que se repitan situaciones como las que se vivieron durante la pandemia de la covid-19. En aquel momento, en las primeras fases de la crisis sanitaria, se evidenció una grave escasez de productos básicos para proteger la salud, desde mascarillas para el personal médico hasta equipos de oxigenación. Sin embargo, lo que ha quedado grabado en la memoria colectiva es la falta de solidaridad hacia los países más pobres y vulnerables. Aunque las vacunas se convirtieron en la herramienta principal para contener los contagios, estas llegaron con mucho de retraso y en cantidades insuficientes en muchas regiones del mundo. Los estados con más poder económico monopolizaron los suministros mediante contratos preferentes con las grandes farmacéuticas.

Según los datos oficiales notificados a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la covid-19 provocó la muerte de más de 7 millones de personas. No obstante, las estimaciones reales de la OMS apuntan que el número de víctimas, sumando los efectos indirectos, podría ser el doble. Además del impacto humano, la pandemia también causó graves consecuencias económicas a escala global. El Fondo Monetario Internacional calcula que las pérdidas acumuladas superan los 12 billones de dólares.

Compartir patógenos

Así pues, uno de los elementos más destacados del tratado es el establecimiento de un sistema para compartir de manera ágil y justa los patógenos y los datos genéticos, con la garantía de que los países que aporten estas muestras puedan acceder también a los beneficios que se deriven, ya sea en forma de vacunas, pruebas diagnósticas u otros productos sanitarios. Esta medida responde a casos como el de Sudáfrica, que compartió las muestras de la variante ómicron, muy contagiosa, y permitió que los laboratorios adaptaran las vacunas. No obstante, el país no recibió después un acceso preferente a estos medicamentos.

El texto también incorpora un compromiso para asegurar el acceso equitativo a los medicamentos, vacunas y tecnologías sanitarias durante las pandemias. Además, reconoce el principio de “una sola salud”, que entiende la salud humana, animal y ambiental como interconectadas, y promueve una vigilancia conjunta para anticiparse a los brotes de origen animal.