Las bases de Barcelona en Comú serán el último escollo del PSC para incorporarse al gobierno de Ada Colau. Según ha podido saber El Nacional, los 14.000 afiliados de la confluencia tendrán la última palabra sobre el pacto a través de una votación telemática que comenzará este miércoles y culminará a principios de la próxima semana.

Los detalles del acuerdo, para una deliberación libre, se proporcionarán este mismo miércoles, en el plenario de los comunes. Así, será el día del disparo de salida para el aval definitivo que permita sumar los 4 concejales socialistas a los 11 del Barcelona en Comú, con la voluntad de hacerlo "más sólido", aunque no sirva para alcanzar la mayoría absoluta (15 de 21).

Desde hace semanas, y concretamente la última, los partidos de la ciudad han dado por hecho el acuerdo entre Jaume Collboni y Ada Colau, los cuales han llevado personalmente las negociaciones. La alcaldesa lo anunciaba implícitamente el viernes, pidiendo a ERC que se sumara, y fuentes socialistas, por primera vez, admitían a este diario que era cuestión de días.

Con este calendario oficial sobre la mesa, la entrada efectiva de los socialistas se efectuaría a finales de la próxima semana. De hecho, el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, ya apuntaba plazos similares en una entrevista este sábado en Catalunya Ràdio.

Presupuestos

Todo se ha precipitado a raíz de la aprobación de los presupuestos para el 2016, después de dos semanas intensas de negociación con la CUP (de quien dependía aprobar la cuentas y superar los votos contrarios de CiU, PP y Ciudadanos). La primera negativa, frontal, del consejo político cupaire, que agrupa a las trece asambleas locales, obligó a los comuns a aceptar más demandas de lo que habían previsto. Concretamente, hasta 5: anular las funciones antidisturbios de la Guàrdia Urbana; un carnet de ciudad; una renta mínima para mujeres; ayudas al alquiler, y dos remunicipalizaciones.

Fuentes socialistas habían remarcado siempre que las conversaciones para entrar en el gobierno empezarían una vez tumbadas las cuentas prorrogadas de 2015. Y así ha sido. Este fin de semana sólo quedaban flequillos por cerrar, por la dificultad de reequilibrio las entre fuerzas de la confluencia en las posiciones de responsabilidad. “Cada día cambia”, revelaban.

A pesar del estira y afloja, varios medios han apuntado que Jaume Collboni tendría una tenencia de alcaldía, asumiendo una parte económica, Cultura y Deportes. Los ecosocialistas - Janet Sanz, Laia Ortiz y Agustín Colom- cederían algunas de sus atribuciones, así como el teniente de alcalde Jaume Asens. El ejemplo más claro es que el concejal del PSC Daniel Mòdol quitaría poder a Sanz, que ocupa la cartera de Urbanismo, Movilidad y Ecología, y Montserrat Ballarín lo hará a Colom, en Mercados y Comercio.

Elección

Con todo, el acuerdo a la badalonesa, propuesto por el líder de ERC Alfred Bosch, que integrara BComú, republicanos y anticapitalistas – excluyendo por lo tanto al PSC- queda definitivamente descartado. Todavía más un cuatripartito, mal visto por los dos grupos independentistas. Estar con los de Collboni, aseguraba la concejal antisistema Marta Rovira, “sentenciaría los pocos anhelos para un cambio de etapa”.

El cierre en banda en que dicen los republicanos que se han instalado los comunes ha generado malestar en ERC. El sentimiento generalizado en la sede de la calle Calàbria es que no se ha intentado lo suficiente, de hecho ni intentado, seducir a la CUP. “No están cerrados”, afirmaban de ellos este sábado en El Nacional.

Habrá que ver hasta qué punto las reticencias que ha generado el acuerdo BComú-PSC afectarán más negativamente que no positivamente a la gobernabilidad de Barcelona. Si bien es cierto que los independentistas dicen que externamente darán apoyo a aquellas medidas que consideren oportunas, ambos han lanzado la hemeroteca a los leones.