Violencia extrema e indiscriminada contra ciudadanos pacíficos que esperaban para votar. Esta ha sido la respuesta del Estado español, que ha orquestado ataques en grupo de decenas de furgonetas de antidisturbios del Cuerpo Nacional de la Policía (CNP) y de la Guardia Civil que iban recorriendo los diferentes colegios electorales.

Los ataques no se han improvisado. Sant Julià de Ramis, donde tenía que votar el president, Carles Puigdemont, ha sido uno de los primeros centros que ha recibido la visita de los antidisturbios. La conselleria d'Ensenyament, donde la consellera Clara Ponsatí ha sido arrastrada por el suelo; la escuela Nen Jesús de Barcelona, donde han aparecido las primeras imágenes de heridos ensangrentados -una mujer con una brecha en la cabeza y un hombre que ha tenido que ser trasladado en ambulancia; Sabadell, con cargas en medio de la calle y balas de goma; Sant Carles de la Ràpita, donde los heridos por golpes de porra se han contado por decenas... A partir de aquí los ataques se han repetido con furgonetas del CNP y la Guardia Civil que se desplazaban en grupo de un centro a otro y de ciudad en ciudad.

En los colegios electorales a penas se acababan de montar las mesas e instalar las urnas. Decenas de vecinos han velado toda la noche los centros para impedir que fueran precintados y desde las cinco de la mañana se han ido concentrando centenares de personas a las puertas. A partir de las seis, los Mossos se han ido presentando en todos los colegios, pero ante el gentío, se han limitado a levantar acta. En muchos casos, un vehículo de la policía catalana se ha quedado haciendo guardia en la calle.

Las fuerzas estatales, sin embargo, han tenido una actuación mucho más expeditiva. Los antidisturbios han entrado en los colegios a golpes de porra, rompiendo cristales y saltando vallas, y se han llevado las urnas y las papeletas para impedir la votación.

Las alarmas han empezado a saltar con el acoso a los votantes del Instituto Ramon Llull de Barcelona, cuando todavía no eran las nueve de la mañana. Se han llevado las urnas después de cargar contra la gente que intentaban bloquear la entrada. El siguiente objetivo ha sido el Instituto Balmes de la capital catalana. La caravana de furgonetas del CNP se ha ido desplazando en grupo. Cuando el objetivo no estaba claro, se paraba la fila de decenas de vehículos ocupando calles enteras y se volvían a poner en marcha, tan pronto como recibían la orden.

En algunos de los colegios los responsables de las mesas han escondido el material electoral. También aquí ha habido denuncias de brutalidad policial, de agentes que han presionado los presentes para que revelaran dónde estaban las urnas.

Precisamente en previsión de que la policía quisiera cerrar colegios, el Govern había anunciado antes de empezar las votaciones que se abría un censo universal y que se podría votar en cualquiera de los centros habilitados. A partir de aquí, uno de los objetivos de las fuerzas estatales ha sido parar la conexión a internet. Pasadas las once de la mañana, la Guardia Civil ha anunciado a través de Twitter que había neutralizado el censo universal.

Votar ante la oleada desatada de violencia

El president ha replicado a la operación policial colgando una declaración en la que ha expresado la indignación ante la "oleada desatada de violencia injustificada" ante gente pacífica y ha llamado a responder a lo largo del día de hoy yendo a las urnas a votar.

Al mediodía, el Govern ha colgado un mapa con los colegios electorales que se mantienen abiertos y los que han sido clausurados para que los catalanes puedan seguir votando.

A primera hora de la tarde, el Govern mantenía abiertos tres de cada cuatro colegios y un total de 4.561 mesas.