1 de octubre de 2017. Una fecha que los catalanes y catalanas difícilmente olvidaremos. Catalunya votó. La palabra, las papeletas, las urnas, la voz y la voluntad de un pueblo que quería decidir su futuro derrotaron la violencia y la represión del Estado. Cuatro años después, todavía decenas de personas viven las consecuencias de aquel día.

 

La convocatoria

Todo empezó el 6 de septiembre de 2017 con la aprobación de la ley del referéndum en el Parlament. En un hemiciclo sin la presencia de la oposición, el gobierno de Puigdemont aprobó una ley que establecía que "el pueblo de Catalunya es soberano para ejercer el derecho a decidir democráticamente su condición política". La ley argumentaba que era el resultado del mandato surgido de las elecciones de septiembre de 2015 y de la ruptura del pacto político establecido con la Constitución del Reino de España de 1978 a raíz de la sentencia del Estatut de 2010 y apelaba al derecho internacional, como los Pactos Internacionales de Derechos Humanos.

De este modo, el ejecutivo catalán se preparaba para la autodeterminación con una fecha y una pregunta: 1 de octubre, "¿quiere que Catalunya sea un estado independiente en forma de república?".

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Sergi Alcàzar

A partir de entonces, empezaba el asedio. La respuesta del Estado fue inmediata y movilizó a todos los cuerpos de seguridad para buscar el material del referéndum y pararlo.

La Guardia Civil empezó las operaciones con una entrada en una imprenta de Constantí en busca de papeletas y después hizo lo mismo en el semanario El Vallenc. Días después, se registraban decenas de medios digitales, empresas y sedes de los partidos para intentar parar como fuera la votación. Todo, entre multitudinarias manifestaciones que reclamaban poder votar e, incluso, ironizaban con el operativo policial español. Paralelamente, la justicia citaba a más de 700 alcaldes acusados de colaboración y el 20-S llegaba el punto más álgido con el registro del Departament d'Economia. Ante la represión, la ciudadanía respondía y llenaba masivamente las calles, mientras se autoorganizaba para poder votar.

Llegan las urnas

Pero la llegada de más de 10.000 policías españoles no sirvió para que encontraran las urnas. Ante la orden del fiscal general del Estado de cerrar los colegios el viernes, se organizaron actividades durante todo el fin de semana y miles de personas acamparon en los colegios para protegerlos.

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Sergi Alcàzar

De madrugada, llegaban las urnas más buscadas por el estado español y que no pudieron encontrar. Fueron fabricadas en China, custodiadas en un almacén en la Catalunya Nord y entradas muy discretamente en territorio español. Tan discretamente que no se encontró ninguna.

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Sergi Alcázar

Censo universal: el referéndum, en marcha

Minutos antes de las ocho de la mañana, el Govern salía por sorpresa a anunciar el censo universal. Las votaciones empezaban, y con ellas, la emoción. Pero el Estado estaba dispuesto a todo para que no votáramos, incluso, a la violencia: llegaban las cargas policiales.

Ya desde primera hora de la mañana de aquel 1 de octubre las imágenes de los golpes policiales empezaron a llenar las redes sociales. Acto seguido, los medios de comunicación, tanto de aquí como internacionales, empezaron a correr hacia los centros de votación en los que había intervenciones policiales para poder captar sus propias imágenes. Poco después, las imágenes ya circulaban por todo el mundo, deteriorando a cada porrazo la imagen internacional del estado español y poniendo en una posición muy complicada la Unión Europea.

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Sergi Alcàzar

Las imágenes y vídeos de gente defendiendo colegios electorales con su propio cuerpo mientras agentes de la policía española los tiraban del pelo, los empujaban por las escaleras o les disparaban pelotas de goma (por cierto, prohibidas en Catalunya), corrían y hablaban por sí solas, por más que el Gobierno intentara esconderlo y lo tratara de fake news, negando los miles de heridos de que dejó aquella actuación policial.

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Sergi Alcàzar

En total, la jornada acabó con más de 1.000 heridos, entre los cuales personas mayores y menores.

Los resultados

A las diez de la noche, en una declaración solemne desde el Palau de la Generalitat, acompañada de todo su Govern, el president Carles Puigdemont anunciaba que su ejecutivo trasladaría al Parlament de Catalunya, "sede y expresión de la soberanía de nuestro pueblo", los resultados de la jornada "para que actúe de acuerdo con lo previsto en la ley del referéndum". En este sentido, Puigdemont proclama: "Los ciudadanos de Catalunya nos hemos ganado el derecho a tener un Estado independiente que se constituya en forma de República".

Horas después, el portavoz Jordi Turull anuncia los resultados: 2.020.144 votos para el sí (90,09%) y 176.565 votos para el no (7,87%).

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Sergi Alcàzar

El 3-O

El mismo día del referéndum, la Taula per la Democràcia, que reunía las entidades soberanistas, los sindicatos mayoritarios y organizaciones patronales, llamó a un paro de país el martes 3 de octubre para denunciar a la represión policial. El encargado de anunciarlo fue Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural, en un discurso en la plaza de Catalunya de Barcelona. Y así fue, Catalunya hizo huelga el 3-O, una jornada con decenas de manifestaciones multitudinarias que acabó con un discurso del Rey que marcó un antes y un después. En un mensaje televisado, el Borbón avaló la violencia policial del referéndum y prometió "restablecer el orden constitucional" en Catalunya.

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Sergi Alcàzar

Cuatro años después, decenas de personas todavía viven las consecuencias de la represión judicial. De aquel referéndum nació el mandato del uno de octubre. Una jornada que fue la máxima expresión de lo que Catalunya todavía reclama y que ni la prisión ni el exilio ha parado: la voluntad, inequívoca, de decidir su futuro democráticamente.