"Que la imagen no desplace la palabra". Así cerraba el periodista Manuel Campo Vidal el debate entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez con una cita del escritor Gabriel García Márquez. Del "último debate del bipartidismo", como afirmaba Albert Rivera en la previa, la televisión parecía dejar atrás el blanco y negro, para recuperar el color de la mano de Antonio Ferreras, Rivera y Pablo Iglesias. El salto era cronológico, y de concepto.
Pero no se habían movido de La Sexta, a pesar de que los ciudadanos, vestidos de espectadores-tuiteros aún no entendían el escenario previo, creyéndolo sacado de hemeroteca. Concretamente, de 1993, cuando José María Aznar y Felipe González se enfrentaron a Antena3, en tiempos de Cine de Barrio los domingos, y donde PP y PSOE gobernaban con mayorías absolutas, o los nacionalistas, en el peor de los escenarios.
El último 'cara a cara'
De eso ya hace 22 años, y ayer eran cuatro –y no dos– los partidos que se disputaban el Gobierno de España. Por eso, decía Iglesias que el cara a cara sólo era "el epílogo de una época". Una era donde no había pactos de Estado, sino que las cuestiones importantes, como las leyes educativas, era utilizadas interesadamente por el turnismo, dando lugar a la "LOMCE, la LOGSE..." o a todo "el abecedario", a modo "de trabalenguas", según Albert. Aquella, una época donde de los debates a dos bandos salía el que sería el nuevo Jefe de Gobierno. Según el líder de Ciudadanos, el presidente resultante del 20D podría no ser Sánchez, o Rajoy. Lo había dicho justo antes de responderle al politólogo Pablo Simón que era incompatible dar apoyo a la investidura del PP, a la par que ser el jefe de la oposición. Vaya, que los naranjitos eso no lo harían con Mariano Rajoy. [embed]https://twitter.com/laSextaTV/status/676553650592944128[/embed]Nuevas imágenes
Pero ayer, la imagen de desgaste que la vieja política proyectó en la audiencia sí desplazaba cualquier palabra sobre cuestiones vigentes –a diferencia de lo que pedía Campo Vidal–. La postal con la que Pablo y Albert retrataban a sus adversarios era de la "el insulto", la del "barro", y la del "y-tú-más". Este, un debate "encorsetado", "antiguo y sin preguntas" y donde faltaba "la mitad de España", en palabras de Albert.
Porque según el naranjito supremo, ni Pedro Sánchez, ni "el presidente agotado", serían capaces de liderar una nueva época de "pactos, cambios y diálogos". Así, felicitaba al estratega del PP por no enviar al cabeza de lista de los populares al encuentro a cuatro del pasado lunes. El elogio era "como jefe de campaña, no como demócrata", decía Rivera, riendo. A su vez, Pablo, mordaz, añadía que si el debate de ayer "hubiera sido importante, hubieran enviado a Soraya", y recordaba que ellos, Podemos y C's, se han enfrentado ya en al menos cuatro contiendas.