Jordi Turull ha tildado de "surrealista" el discurso de Felipe VI contra los extremismos, ya que "él fue el más radical el 1-O". En la ofrenda anual a la tumba del president Francesc Macià —que murió hace 92 años, el día de Navidad de 1933— en el cementerio de Montjuïc, el secretario general de Junts ha apuntado que no escuchó el mensaje por televisión, pero que sí le han explicado el contenido: "Nos parece surrealista que apelara a acabar con los extremistas y con la crispación, cuando justamente él ha sido el más extremista y el que fue más radical contra la convivencia democrática, cuando el pueblo de Catalunya quiso expresar en las urnas su voluntad popular".

Al fin y al cabo, el Borbón "apeló al a por ellos judicial" en el discurso del 3 de octubre de 2017, según ha recordado Turull. "Credibilidad cero", ha sentenciado, añadiendo que su partido se centra en "ser dignos" del legado del president Macià y de Pompeu Fabra —que también murió un 25 de diciembre, pero de 1948—, ya que ambos son "faros y referentes" en "la lucha de Cataluña por su identidad nacional y su libertad". "Es en ellos que nos fijamos, en su legado, su acción política y su actitud", ha agregado. Como Fabra murió exiliado en Prada (Conflent, Catalunya Nord), ha aprovechado para tener un recuerdo con los independentistas que hoy continúan exiliados, como el president Carles Puigdemont. 

Llamamiento a la unidad de acción independentista

El líder de Junts también ha aprovechado la ocasión para reiterar la llamada a "la unidad de acción del independentismo, para aprovechar la debilidad del Estado español para poder conseguir el máximo para Catalunya". "En un momento en el que las instituciones españolas están tan debilitadas, en el que el gobierno español está tan debilitado, en el que organismos como el Poder Judicial están tan deteriorados desde todos los puntos de vista, Junts hacemos una llamada a la unidad de acción del independentismo para aprovechar la debilidad del Estado español para conseguir el máximo para Catalunya", ha concluido.

En un discurso más corto de lo habitual, Felipe VI se centró en advertir de los riesgos que comportan los extremismos y de la necesidad de superarlos a través del "diálogo". "La tensión en el debate público provoca hartazgo, desencanto y desafección; son realidades que no se resuelven ni con retórica ni con voluntarismo", señaló, justo antes de afirmar que "España progresa cuando encontramos objetivos compartidos". Entonces, apeló al espíritu de la Transición recordando que "los que nos precedieron fueron capaces de construir la convivencia en circunstancias difíciles".