Felipe VI ha invocado este miércoles el espíritu de la Transición para hacer frente a los extremismos en auge en el Estado español y el resto del mundo. En su tradicional discurso de Navidad, el monarca ha reivindicado “el ejercicio de responsabilidad” de los actores que “supieron salvar los desacuerdos y transformar la incertidumbre” en la Constitución de 1978. El mensaje ha ido en la misma línea que el del año pasado, en el que exigió “serenidad” dentro de la política española y empujó a sus grandes partidos a llegar a acuerdos. Pero el rey de España no ha hecho ninguna referencia a su padre, el emérito Juan Carlos I, ni al papel que tuvo la Corona en el restablecimiento de la democracia después de la muerte de Francisco Franco hace ahora cincuenta años. A pesar de que este año se ha cumplido medio siglo desde la restitución de la monarquía, Juan Carlos I no tuvo ninguna participación pública en esta conmemoración. Fugado en Abu Dabi, el pasado noviembre volvió a España para celebrar una comida privada con su familia. Y en sus memorias publicadas hace unas semanas, el emérito acusa a su hijo de haberle “dado la espalda”. El primer día de este mes de diciembre, para rematar, Juan Carlos I publicó un extravagante vídeo en el que, sin venir a cuento, pedía el apoyo de los jóvenes españoles a su hijo.
Ha sido la primera vez que el rey español —tanto Felipe VI como su padre Juan Carlos I— pronuncia este discurso televisivo de Navidad de pie y no sentado en un sillón. Lo ha hecho vestido de azul marino y con una corbata de color terracota. Y, por segundo año consecutivo, desde el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid, donde se firmó hace cuarenta años el acta de adhesión del Estado español a las Comunidades Europeas; la actual Unión Europea. Acompañado de banderas españolas y europeas y símbolos navideños, ha hecho referencia a esta efeméride recordando que, después de la muerte de Francisco Franco y de una década sin un régimen dictatorial, “Europa consolidó nuestras libertades democráticas”.
Pero el grueso de su discurso se ha centrado en advertir de los riesgos que comportan los extremismos y de la necesidad de combatirlos y superarlos a través del “diálogo”. “La tensión en el debate público provoca hastío, desencanto y desafección; son realidades que no se resuelven ni con retórica ni con voluntarismo”, ha señalado justo antes de afirmar que “España progresa cuando encontramos objetivos compartidos”. Y ha apelado entonces al espíritu de la Transición recordando que “los que nos precedieron fueron capaces de construir la convivencia en circunstancias difíciles”.
Principales problemas de la ciudadanía española
El rey español ha remarcado que el Estado “vive tiempos exigentes”, y ha hecho entonces referencia a los principales problemas que atraviesan actualmente los destinatarios de este mensaje de Navidad. “Muchos ciudadanos sienten que el aumento del coste de la vida limita sus opciones de progreso, que el acceso a la vivienda es un obstáculo para los proyectos de tantos jóvenes, que la velocidad de los avances tecnológicos genera incertidumbre laboral, que los fenómenos climáticos son un condicionante cada vez mayor y a veces trágico”, ha manifestado.
“El multilateralismo y el orden mundial están en crisis”
Felipe VI ha insistido en que, más allá del Estado español, el mundo atraviesa un momento “convulso” en el que “el multilateralismo y el orden mundial están en crisis”. “Las sociedades democráticas atraviesan una inquietante crisis de confianza; y los extremismos, los radicalismos y los populismos se nutren de esta falta de confianza, de la desinformación, de las desigualdades, del desencanto con el presente y de las dudas sobre cómo abordar el futuro”, ha añadido. El monarca ha mencionado entonces que los ciudadanos españoles “ya conocen este capítulo de la historia y ya saben cuáles son sus consecuencias funestas”.
La solución, a juicio del rey español, es hacer uso de los valores de la Transición, que recaen en el “diálogo y la escucha de opiniones ajenas”, así como aceptar que “las ideas propias no son dogmas ni las ajenas son amenazas”. “Los caminos fáciles no existen, pero tenemos la capacidad de recorrerlo juntos”, ha sentenciado Felipe VI justo antes de desear una feliz Navidad en castellano, catalán, euskera y gallego.