Madrid no es una ciudad nueva para Miquel Iceta. Tampoco lo es el edificio de La Moncloa. Ya pisó el palacio ahora hace treinta años, de la mano del vicepresidente Narcís Serra, que lo colocó en el gabinete de la presidencia del Gobierno. Estuvo cinco años. Más adelante, también mantuvo una relación fluida con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Sin embargo, con una carrera política ya madurada, el primer secretario del PSC aspiraba a más. Su nombre ha estado siempre en las quinielas pero siempre también se ha mantenido en una discreta segunda línea. Incluso Pedro Sánchez intentó situarlo como presidente del Senado, un movimiento que ERC frustró en el Parlamento. La verdad es que tampoco le convencía el cargo. Pero a base de persistencia, a sus 60 años y después de mucha resistencia, por fin ha llegado el momento. Después de una de sus "jugadas maestras", cambiando el cromo con Salvador Illa, será ministro de Política Territorial. Cuando alguno ya lo daba por muerto, ha resucitado entre las cenizas.

El de Miquel Iceta es el triunfo del hombre de partido, del hombre de aparato. Es hijo de madre catalana y padre vasco (nacionalista y republicano). Tan pronto como cumplió la mayoría de edad, el año 1978, se afilió a las Juventudes Socialistas de Catalunya y al PSC, en el año de su fundación, proveniente del Partido Socialista Popular de Catalunya. Y en más de cuarenta años no se ha movido de allí, pasando por varias responsabilidades. Ha pasado por todas las instituciones, encadenando cargos orgánicos y públicos de forma prácticamente ininterrumpida durante 34 años: desde el Ayuntamiento de Cornellà al gobierno de Felipe González, y de allí al Congreso de los Diputados y el Parlament de Catalunya. Sólo en la cámara catalana ha estado 21 años. Hasta hoy, que ha sido escogido, por fin, ministro del Gobierno de España. Sus adversarios políticos reconocen su gran oratoria —de las mejores de la política catalana— y sobre todo su rol de estratega político. No acostumbra a posicionarse internamente, pero, cuando lo hace, se aferra al caballo ganador. Como hizo en las primarias del PSOE cuando Pedro Sánchez era más cuestionado. Es mejor en el tablero de ajedrez que en la pista de baile.

Es el hombre de partido: desde el 87 hasta hoy ha ido encadenando cargos en casi todas las instituciones

El del primer secretario del PSC también es el triunfo del político camaleónico. Miquel Iceta es quien, el verano del 2016, propuso una ponencia al congreso del partido que apostaba por la vía canadiense, trasladándola del Quebec a Catalunya. Planteaba un referéndum acordado y negociado si fracasaba la vía de la reforma de la Constitución española. El documento oficial del partido hablaba de establecer "instrumentos democráticos" --citando como ejemplo la ley de la claridad del país norteamericano-- que permitieran "verificar el apoyo ciudadano a una eventual secesión". Pero, después del alboroto, aquella ponencia fracasó y allí quedó, guardada en un cajón cerrado con llave.

La manifestación de Sociedad Civil Catalana del 29-O del 2017, donde Miquel Iceta asistió al lado de Inés Arrimadas y Xavier Garcia Albiol. / Roberto Lázaro

Desde entonces, giro de 180 grados. Tan sólo un año después, su papel durante el otoño del 2017 fue especialmente destacado. Durante los primeros días de octubre, intentó erigirse como mediador, un intento va ante el gobierno de Mariano Rajoy. Entonces llegó el 155. El único senador del PSC, el expresidente José Montilla, se ausentó de la votación. Pero Miquel Iceta lo apoyó, defendiendo que tocaba "empezar a asentar una realidad jurídica, política y social en Catalunya" con la convocatoria forzada del 21-D. Estas declaraciones las hizo desde la manifestación de Sociedad Civil Catalana del 29-O, donde asistió al lado de Inés Arrimadas y Xavier Garcia Albiol. Después de la sentencia del procés el otoño del 2019, mientras salía humo de Urquinaona, se reafirmó: el 155 contaría "con todo el apoyo del PSC" si se rompía la legalidad.

Es el hombre camaleónico: en 2016 defendía el referéndum acordado y en 2017 el 155

Y el de Miquel Iceta es, finalmente, el triunfo de la astucia política. Como buen fontanero, las operaciones le acostumbran a salir bien. Llegó el año 2014 a la primera secretaría del PSC casi de rebote. Acababa de dimitir Pere Navarro y todo apuntaba a que sería Núria Parlón, alcaldesa de Santa Coloma, quien tomaría el relevo. Sin embargo, para sorpresa de todo el mundo, Parlón se echó para atrás. Nadie se quería hacer cargo de las riendas de un partido en sus horas más bajas. Y fue Miquel Iceta quien dio un paso adelante. Taponó la sangría interna y reconstruyó la formación bajo un liderazgo indiscutido. Han tenido que pasar seis años, pero hoy la formación vuelve a estar en posición de disputar una victoria electoral en Catalunya, aunque sea cediendo la candidatura a un compañero. También fue él quien apostó decididamente por el entendimiento progresista en España o Barcelona, mientras algunos barones españoles se inclinaban hacia Ciudadanos.

Si había un Ministerio donde podía aterrizar Miquel Iceta, este era el de Política Territorial. Un cargo por donde ya han pasado otros catalanes, como Meritxell Batet. Es el que gestiona el día a día con las comunidades autónomas, especialmente cuando hay conflictos. Y tendrá enormes retos por delante, empezando por el diálogo con Catalunya. La mesa entre gobiernos sólo se ha reunido una vez para hacerse una fotografía. Y tendrá que dar un contenido real a la tan cacareada "cogobernanza" de la que Pedro Sánchez ha hecho bandera. La dificultad de estos desafíos también vendrá dada por el resultado de las urnas el 14-F. Es la última jugada de Iceta en el tablero catalán.