La posición del Partido Popular (PP), y concretamente, de su líder, Mariano Rajoy, ha recibido un golpe frontal en el proceso de investidura, a escasas tres semanas de la disolución de las Cortes. El ministro de Industria, Energía y Turismo en funciones, José Manuel Soria, aparece vinculado a los papeles de Panamá por su categoría de administrador a la sociedad UK Lines Limited registrada en 1992 en las Bahamas. Soria lo ha negado todo, y el vicesecretario de comunicación de su partido, Pablo Casado, lo ha defendido, considerando "muy pertinentes" y "contundentes" las afirmaciones del ministro. Ahora bien, el escándalo pone nuevamente el foco en los problemas de corrupción que asedian el PP, debilitando la posición de Rajoy en la conformación del gobierno.

Los socialistas acordaron en el comité federal no dar apoyo al PP para que gobierne, pero no hubieran rechazado su abstención para que prosperara el pacto con Ciudadanos. Sin embargo, después de conocer la noticia, el portavoz socialista en el Congreso, Antonio Hernando, ha pedido la dimisión de Soria, reiterando que no es posible gobernar con ellos. "El ejemplo a seguir es el del primer ministro islandés Sigmundur David Gunnlaugsson", ha escrito el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en la cuenta de Twitter, en alusión al mandatario que dimitió justo unos días después de verse vinculado al despacho panameño Mossack Fonseca. Es decir, que el PSOE pide al líder de los de Génova que renuncie al cargo. 

Incluir a los populares en el gobierno siempre había sido la idea de la formación naranja, a pesar de que los primeros han rechazado hasta en cuatro ocasiones sentarse con los equipos de Sánchez y Albert Rivera. El presidente de Ciudadanos había indicado en los últimos días que el PP se sentaría con ellos a final de mes, basándose en la crisis institucional y el malestar económico, después de conocer los datos del déficit real español. Sin embargo, C's había indicado en anteriores ocasiones que Rajoy tenía que dar un paso al lado y no estaba "legitimado" para encabezar un gobierno, ni recibir su apoyo.

El gesto de la expresidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, había servido de ejemplo. Aguirre renunció a su cargo, una vez estalló el escándalo de corrupción en su sección del partido, la Púnica, aunque ella no estaba involucrada en el hecho. "Dimito porque soy muy británica y así asumo responsabilidades", dijo entonces la madrileña. El auge de los casos a València, y concretamente, de la involucración de la exalcaldesa Rita Barberá, también había debilitado la posición de Rajoy, a pesar de que él había reiterado que no haría "como Artur Mas". Es decir, un paso en el lado.

Sin embargo, con la vinculación de un miembro del gobierno, como el ministro Soria, da números para debilitar la todavía más la credibilidad de Rajoy en el proceso de investidura. La vicesecretaria de estudios del PP, Andrea Levy, pedía desde Barcelona que Sánchez se apartara con tal "de estar a la altura del momento histórico" y evitar la nueva convocatoria de elecciones.

Así las cosas, quizás es el presidente en funciones quien podría acabar dando el paso al lado, y dejar paso a un nuevo miembro del partido, que encabece el gobierno constitucional de PP, PSOE y/o C's, que desde Madrid, la vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, ofreció a los socialistas. La presión política y económica es elevada, no solamente internamente, sino también a nivel internacional.