¿Es posible que se rompa el Govern de la Generalitat? Es la gran pregunta que sobrevuela la política catalana estos días. A las puertas del debate de política general en el Parlament la semana que viene, las desavenencias entre ERC y Junts per Catalunya son cada vez más evidentes y no hay reunión en el Palau de Pedralbes que consiga taponar las heridas. La ruptura es una posibilidad encima de la mesa y las especulaciones han llegado hasta los cuarteles generales de los partidos. En algún momento del mes de octubre, la formación de Laura Borràs se ha comprometido a consultar a sus bases para decidir su continuidad en el ejecutivo. Y los jugadores de esta partida, todavía por resolver, mantienen el pulso y se preparan para todos los escenarios.

Todavía no hay una decisión al respecto y ERC evita especular en público. En privado, sin embargo, los republicanos aseguran que están dispuestos a gobernar en solitario, aunque no sea su opción favorita. "Es un escenario futurible, pero no nos da nada de miedo el escenario. Estamos dispuestos a gobernar en solitario si hace falta", aseguran desde Calàbria. En este sentido, consideran que podrían sostenerse en base a la geometría variable, ampliando las alianzas en el Parlament para poder seguir gobernando y avanzando. Ponen el ejemplo de la consulta del 9-N, que se pudo llevar a cabo por un gobierno de CiU en minoría, con el apoyo externo de ERC y la CUP. Lo que a buen seguro descartan es un escenario de adelanto electoral, como pidió la ANC durante la Diada.

A pesar de todo, un gobierno en minoría no es la opción preferida. Los números en el Parlament de Catalunya son los que son y los republicanos tienen la fuerza que tienen: 33 diputados. Para sacar adelante iniciativas sin Junts per Catalunya (32 diputados), necesitaría como mínimo el concurso tanto del PSC (33) como de En Comú Podem (8) o la CUP (9). Mientras socialistas y comunes se pondrían bien, los cuperos se lo miran desde la barrera. Desde la escuela de verano este domingo, el portavoz nacional Edgar Fernández advertía que "si conviene" harían caer al Govern.

Nueva jornada de reproches

En público, mientras tanto, siguen los reproches de un lado a otro. Este lunes, la secretaria general adjunta y portavoz nacional de ERC, Marta Vilalta, ha instado una vez más a sus compañeros de viaje a aclararse y dejar de desestabilizar al ejecutivo. "No hay una crisis de gobierno. Hay una crisis de Junts que está impactando en el Govern. Una parte de Junts quiere salir quiere salir del Govern. La prioridad es cómo ser útiles. La gente no puede esperar  aque Junts per Catalunya se ponga de acuerdo", ha asegurado la dirigente republicana, que ha quitado hierro a las críticas de Junts, que considera "interpretables". Resumen de todo: si se tienen que ir, que se vayan. Pero que, si se quedan, no hagan ruido.

La respuesta no se ha hecho esperar. "No pedimos nada excepcional, sólo que se cumpla el acuerdo que firmó Junts con ERC y que permitió a Pere Aragonès ser investido president de la Generalitat", le respondía Josep Rius, portavoz de Junts. Son tres los principales reclamos: la reconversión de la mesa de diálogo, la recuperación del estado mayor del procés (ahora "dirección estratégica") y una coordinación real a las instituciones españolas. Ahora bien, dentro de la formación hay varias sensibilidades sobre la solución a la crisis. Los más próximos a la presidenta Laura Borràs están por la salida, mientras el círculo del secretario general Jordi Turull apuesta por la continuidad.

PSC y comunes, abiertos

En el caso de que Junts decidiera abandonar el Govern, la aritmética parlamentaria obligaría al ejecutivo en solitario de Pere Aragonès de buscar acuerdos con otros partidos. Si Junts retira su apoyo y la CUP mantiene su planteamiento actual, las dos opciones que se le pondrían más de cara al president serían obvias: el PSC y los comunes. Los dos espacios que conforman el gobierno de coalición del Estado y que, en el Congreso de los Diputados, han sabido encontrar la complicidad de los republicanos. Entre los tres sumarían mayoría absoluta. Otra cosa son las contradicciones.

Desde el inicio de la legislatura, los de Salvador Illa han querido posicionarse como una alternativa al Govern independentista, pero reafirmando al mismo tiempo la necesidad de ser constructivos en su manera de actuar, demostrándolo con el acuerdo del catalán y los presupuestos, entre otras cuestiones. Una forma de actuar que el PSC justifica para evitar ningún tipo de inestabilidad. Así, en caso de que Junts decidiera marcharse, el PSC podría ocupar su lugar y ofrecer apoyo desde fuera para garantizar la estabilidad. La portavoz del PSC, Alícia Romero, rechazaba la semana pasada una ruptura del Gobierno, que sería una "mala noticia" porque generaría inestabilidad. Tampoco revelan qué harían, considerando "arriesgado" hacer hipótesis sobre futuribles. "Si eso acabara sucediendo, ya veríamos. Que tampoco se esperen que los resolvemos los problemas", alertaba, añadiendo, sin embargo, que ellos siempre estaban "a disposición" para ayudar y dejando la puerta abierta a cualquier opción. Ofreciendo su apoyo externo permitiría mantener la deseada estabilidad.

Por su parte, los comunes ya han reiterado en numerosas ocasiones su descontento con el Govern actual, un malestar propiciado por la presencia de Junts. De hecho, a Aragonès lo han presionado varias veces para que reconsidere la alianza con los socios de ejecutivo y se plantee soltarlos. También la semana pasada, invitaba a los de Jordi Turull a marcharse declarando que "lo mejor que le puede pasar a Catalunya es que Junts salga del Gobierno". Los lilas tampoco han querido pronunciarse sobre acontecimientos que todavía no han ocurrido y, por lo tanto, no han dicho si ayudarían a sostener a un ejecutivo republicano desde fuera, pero sí que se han reafirmado como una oposición constructiva con voluntad de resolver los problemas de la clase trabajadora. Sin Junts al ejecutivo, eso sería mucho más fácil.

Rumbo al debate de política general

En este contexto, con más interrogantes que certezas, se llega al debate de política general, que se celebrará el martes y viernes de la semana que viene. Las reuniones se suceden pero la crisis no se cierra. En este pleno, el president Pere Aragonès, que mantiene la apuesta de legislatura por la mesa de negociación con el Gobierno, prevé hacer una propuesta para avanzar hacia la autodeterminación. Por ahora, se desconoce cuál es esta propuesta, como tampoco está claro si sus socios de coalición la comprarán.